Play: A 20 años de la explosión de Moby
Incertidumbre, dolor y genialidad, son los elementos que envuelven uno de los clásicos más inesperados de la historia musical. 20 años que sólo acrecientan la victoria de Moby, un artista, productor, multi task que estuvo a punto de desaparecer.
Preludio: Un artista desconocido renace.
1999. Fin de milenio, de siglo y el cierre de una década fulgurante llena de cambios, tan radicales pero complementarios. Britney Spears, NSYNC, Limp Bizkit o BackStreet Boys dominaban las listas con un pop de fórmula, coreografías alucinantes y caras bonitas que inundaban las tiendas con afiches y vídeos. El resto: caras anónimas con éxitos regionales que luchaban con su estilo por sobrevivir.
De entre todos esos rostros, había un treintañero con una carrera tambaleante y que se hundía en un fracaso que se sumaba a tragedias profesionales y personales. Su nombre: Richard Melville Hall, Moby, en honor a su ancestro Herman Melville, el autor de “Moby Dick”.
Tras tres álbumes donde se ganó buenas reseñas, logrando que lo colocaran como una promesa del electro, Moby, con su siempre inquieta esencia publicaba en 1996 “Animal Rights”, álbum que fracasó en ventas por alejarse de su estilo habitual para explorar su vena de rock alternativo y punk.
El lanzamiento de su cuarto trabajo coincide con el fallecimiento por cáncer de su madre y el abandono por parte de Electra, su discográfica. Estaba a la deriva y durante dos años, Moby dejaría fluir su creatividad redituando en más de 50 canciones que poco a poco iría publicando.
Sin certeza de poder seguir con su carrera, el neoyorquino terminaría con dos años de trabajo a través de un álbum diferente, único pero que en ese momento nadie quería escuchar ni apostar por él. V2, un pequeño sello, acepto el material y lo publica en mayo de 1999 con un pobre recibimiento.
No obstante, una serie de decisiones inusuales para aquel año, elevarían el estatus de álbum desconocido a un clásico instantáneo: su estilo transgresor de combinar electrónica con soul o R&B; edición rudimentaria pero impecable; licenciar cada uno de los 18 temas para series de TV, comerciales, películas y demás; pero sobre todo, el trabajo sencillo pero arduo basado en la labor del musicólogo Alan Lomax que ayudaron a la configuración de los samplers que encajan a la perfección con cada base musical hecha por Moby.
Año y medio después, de 6,000 copias en todo el mundo se pasó a 150,000 por semana dando un total de 12 millones. Nueve sencillos (cantidad inusual) que movieron a Richard Melville de un músico fracasado a una súper estrella y productor más cotizado del mundo.
Diseccionando un clásico
Play es un viaje musical, una experiencia armónica y un pasaje histórico que cambia la forma en la que el oyente transita del oír al escuchar.
“Honey” es la primera parada. Su piano que enaltece un ritmo acelerado y la voz de la legendaria Bessie Jones con su emblemático “Sometimes” es un preludio a lo que nos espera. Como cada tema, 3 minutos que son suficientes y que sin duda se hará menester repetir para una satisfacción infinita.
“Find My Baby” combina de manera excelsa los arpegios de una guitarra acústica con un ritmo techno y la voz de Boy Blue con el tema “Joe Lee’s Rock”. Los arreglos orquestales que comienzan casi a la mitad del tema le dan un aire diferente y genial. Una canción donde la pausa entre estribillos da lugar a una guitarra eléctrica que hace referencia a lo que fue su antecesor. Guiño accidental a una etapa oscura pero que dio lugar al éxito y comenzó sin saberlo un nuevo camino.
Pasamos a “Porcelain”, la canción más conocida de este trabajo y por ende, de Moby. Bella, frágil, pero sin duda sublime, aquí el productor combina una sección de cuerdas, con un downtempo y un sutil piano, sencillo pero perfecto. Escuchamos como base un fragmento de “Fight For Survival” perteneciente a Exodus, película basada en la obra homónima del gran León Uris. Cine, literatura y música unidas para crear algo trascendental.
Tras la calma que nos dio “Porcelain”, llegamos a “Why Does My Heart Feel So Bad” con una energía diferente. El contraste entre soul, gospel y downtempo hace a la canción una de las más recordada, sobre todo por el encaje perfecto con “He’ll Roll Your Burdens Away” de The Banks Brothers. Incluso, consigue tener encanto el hecho de que como escuchas se pueda notar la diferencia de épocas en las grabaciones con el típico sonido granulado de la década de 1960. Algo maravilloso.
“South Side” y “Rushing” continúan esta experiencia con dos estilos muy radicales entre sí. La primera con percusiones y cuerdas que la hacen movida, ritmo rápido que cambiará radicalmente con la siguiente canción, un especie de balada ambiental donde el piano brinda iluminación, tranquilidad y solemnidad. Una auténtica montaña rusa.
Pasamos a “Bodyrock”, un síntoma de lo que se vio en la música con Gorillaz un año antes, donde se consigue fusionar una guitarra agresiva con un rap pegadizo. Ayudado en gran medida por un sampler de «Love Rap» de Spoonie Gee (rapero de la década de 1970), Moby consigue una canción que toma lo mejor de dos mundos e insertarlo en su universo eléctrico. En medio de la electrizante guitarra, tomamos un respiro con un piano que sigue la misma línea que se ha sentido hasta el momento. Sin duda, una de las composiciones más recordadas del compositor neoyorquino.
“Natural Blues” otra de las canciones sencillos y más mediáticas del álbum. El homenaje al gospel sigue presente con un fragmento de la maravillosa Vera Hall en «Trouble So Hard». Moby aprovecha la voz, el sentimiento y la solemnidad que Hall poseía para introducirla en sus ritmos electrónicos y un piano que parece imparable. Uno de sus temas más interesantes, más de 4 minutos de placer auditivo.
“Machete” y “7” son otro puente de extremos. Por parte de “Machete” es una pieza que funciona para un ambiente de fiesta, de discoteca y de descontrol. Mientras que “7”, superando apenas el minuto de duración, es otra composición ambiental y contemplativa.
“Run On” demuestra que el folk puede ser un recurso válido para generar piezas electrónicas de calidad. «Run On for a Long Time» de Bill Landford es la voz que toma el mando de la canción. Aquí, Moby decide explotar todo recurso disponible: piano, la consola del DJ, sus sintetizadores y slide guitar, todo al servicio de un ritmo que jamás hubiéramos imaginado al escuchar “Run On For a Long Time”. Casi 4 minutos de todo un mundo musical, natural y genuino.
https://www.youtube.com/watch?v=Zh55HQd7xno
Como si de complemento se tratará y manteniendo el espíritu de DJ, sin olvidar su raíz, nos topamos con “Down Slow” y “If Things Were Perfect”, dos canciones que parecen trazadas y elaboradas una después de la otra. Ambas son lentas, apacibles con samplers que podrían funcionar (si elevamos la velocidad) para géneros como el rap, hip hop o trip hop. Interesante resulta aún más la segunda composición, donde con un bajo muy en la línea de rock, escuchamos sonidos de estudio como la respiración de su compositor, unas hojas que pasan y el deslizamiento de los dedos por la consola de DJ.
“Everloving” comienza con una guitarra a la folk clásico, unos coros muy a la Michael Stipe de R.E.M., calma pura y que da paso de manera progresiva a una caja de ritmo en compañía del piano ya habitual, con sintetizadores que evocan al espacio además de una orquesta electrónica sin igual.
“Inside”, testimonio del Moby en sus primeros años, tenemos una base de downtempo, ambiental que nuevamente suma una bien cuidada base de piano. Similares arpegios y notas pero con espíritu diferente, mantiene lo que “Everloving” nos dejó y sin duda complementa de manera excelsa la esencia de lo que pudo haber sido el adiós de Melville.
“Guitar Flute & String” se va por un camino que pudo haber tomado “Everloving” manteniendo como protagonista la guitarra acústica, adornada por un órgano electrónico y sonido estilo orquesta pero en sintetizadores. Calma, ambiente épico y melancólico, sin duda la pieza que más sale de todo el molde pero que no desentona con lo que “Play” ha sido.
“The Sky is Broken”pero sobre todo “My Weakness” resultan canciones épicas. Por parte de “The Sky…”, tenemos otra pieza ambiental, lenta y con marcado downtempo. “My Weakness” combina unos coros solemnes que son acompañados por un sintetizador que la eleva a otras latitudes. Pareciera ser el funeral artístico de Moby, como si de una misa y servicio religioso se tratará. Un cierre perfecto para un disco inolvidable.
20 Años después: el legado y la emoción continúan.
Dos décadas han pasado, y “Play” se colocó como uno de los discos más importantes para el curso musical que se ha tomado. Samplers interminables, recuperación de memorias sonoras ya olvidadas y canciones de 3 minutos que son más que satisfactorias son uno de los legados que este trabajo ha dejado.
Moby, es uno de los músicos y productores más respetados, además de prolíficos. Su destino, marcado por varias tragedias y fracasos, se enderezo y le dio el lugar que tanto merecía.
20 años de explosión musical con la simple orden de “juega”, “toca” o “actúa” (Play). Moby pasó de tocar en un sótano para promocionar lo que sería su último álbum con 30 personas curiosas a encabezar 4 años más tarde el festival Glastonbury y tocar en el Ritz de Nueva York, como lo hicieran sus ídolos “Depeche Mode”.
Así que, te toca a ti viajar por un paisaje único musical y experimentar un momento tambaleante aprovechado por un genio que por fin despertó para quedarse. Felices 20 años, “Play”.