Re: la explosión de Café Tacvba

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Después de la respuesta formidable a su primer y homónimo álbum de estudio, la banda de Satélite explotaba su vena creativa en su siguiente trabajo, en el cual, se puede vislumbrar un universo completo de sonidos diversos que a más de dos décadas sigue fascinando y enamorando.

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Durante la década de 1990, el rock en español vivía una etapa de transición tras el final de varios grupos emblemáticos que llegaban con sonidos y estilos diferentes, además de un entusiasmo por dejar su huella en la memoria de un público que estaba buscando nuevas propuestas.

Entre las múltiples bandas emergentes, Café Tacvba se posicionaba como una banda diferente, ya que su inusual estilo se basaba en la utilización de instrumentos tradicionales mexicanos y una puesta en escena en la que se veían curiosos vestuarios representativos de varios estados del país.

En su primer álbum de estudio lanzado en 1992, los cuatro músicos habían propuesto un rock alocado y festivo que utilizaba mucha de la historia cultural de su país. Sin embargo, su siguiente trabajo demostró una evolución sonora y una exploración aún más exhaustiva del folclore latinoamericano. Todo esto bajo el sencillo título de Re.

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VIAJANDO A TRAVÉS DE UN EXTENSO UNIVERSO SONORO

Junto al extraordinario productor Gustavo Santaolalla, Rubén Albarrán, Meme del Real, Joselo y Quique Rangel construyen un auténtico cosmos musical que recorre diversos estilos poco habituales en el rock mexicano. Su gran variedad de sonidos y su ambiciosa experimentación, despertaron asombro a prensa internacional que llego a decir que «Re es el equivalente de The White Album en el Rock en español».

A través de 20 canciones, Café Tacvba logra un trabajo impecable y un auténtico banquete musical, que incluyen géneros como boleros, música norteña, banda, tambora, punk, funk, grunge, mambo, samba, metal, ska y otros igual de diversos.  

El álbum abre con «El Aparato», un preámbulo ideal de lo que en la próxima hora se escuchará. Elementos folclóricos como una jarana, percusiones latinas así como cantos espirituales se juntan con elementos electrónicos que incluso simulan el sonido de un caracol prehispánico.

Homenaje a la música norteña tanto por su sonido estilo corrido como por una letra clásica de desamor, «La Ingrata» se convirtió en un clásico de la banda que se hizo himno de fiestas y borracheras. A destacar el sensacional vídeo donde se ilustra parte del paisaje de la Ciudad de México (entonces Distrito Federal) y por supuesto, las Torres de Satélite.

Con un bajo que hace una clara alusión al funk pero que se amalgamaba con un sonido tribal que magnifica una letra existencial, «El Ciclón» resume e ilustra el concepto circular de Re, donde pese a que se quiere deformar, la forma, la estructura siempre volverá al origen. Notable el clavinet por parte de Meme, que le da un toque distintivo.

«El Borrego» es un vertiginoso track de metal industrial que es una crítica e ironía sobre la falta de personalidad que caracteriza a aquellos «borregos» que dependiendo el entorno, cambiaban de gustos, ideologías, formas tanto de actuar como de vestir.

«Esa Noche». homenaje a Chavela Vargas, es un exquisito bolero que remite a la década de 1940 gracias a unos delicados coros, una bella sección de percusiones y un violín que crece con los suaves rasgueos de una guitarra acústica.

Con un inicio similar a «Mr. Blue Sky» de Electric Light Orchestra y que simula un martilleo industrial, la crítica a la modernidad, la vida ajetreada y las grandes ciudades se ve plasmada a través de la letra de amor desenfrenada en «24 horas».

El realismo mágico, sello indiscutible de la identidad latinoamericana, hace su aparición con «Ixtepec», la cuál esta inspirada en la novela Los recuerdos del porvenir de Elena Garro. Nuevamente, la parte folclórica representada por guitarra y melódica, se conjuga con una caja de ritmos y unos sintetizadores que reafirman la ambivalencia del álbum.

Rubén Albarrán pone en discusión la parte política y ambiental con la hermosa «Trópico de Cáncer». En esta, Albarrán a través de la voz de «Salvador» recrimina la inconsciencia con la que el progreso, representado por la urbanización y la industria petrolera, va destruyendo el medio ambiente. Una increíble amalgama que junto un beat con todo un mundo de instrumentos acústicos matizados por caóticas percusiones electrónicas.

Usando un elemento cotidiano en la capital mexicana como es el metro para construir una historia donde el protagonista esta atrapado en el subsuelo y viaja a través del intrincado sistema de transporte colectivo. El ritmo groovie le da ese toque de urbanidad que la hace tan especial.

«El Fin de la Infancia» es la parada que el cuarteto hace en la música de banda sinaloense a ritmo de «quebradita». Bajo la piel festiva, Rubén hace un canto que reflexiona acerca del colonialismo, la conquista europea en América, así como una invitación para que la juventud encuentre una vanguardia cultural propia y la defienda del embate del primer mundo.

«Madrugal» es la carta de amor a la «ciudad de los palacios». En poco más de 1 minuto y con un placentero bolero que remite a la época dorada del «trío», se describe perfectamente un Distrito Federal que solo existe en el humor de escritores como Carlos Monsiváis o Jorge Ibargüengoitia.

«Pez» y «Verde» realizan el único puente musical en el álbum. En ambas, musicalizadas de manera formidable, se narra la historia de un pez que sufre de una crisis existencial por estar al borde de la muerte al ser transportado a otra pecera. La primera ofrece una dulce pieza de folk que da paso al oscuro ritmo psicodélico de la segunda.

Haciendo uso de una samba bailable y pegajosa, en «La Neegrita» se continúa con el mensaje planteado en «Trópico de Cáncer» solo que aquí se hace desde un personaje que vive feliz en la costa vendiendo pescado y que no quiere irse de su playa por qué «no hay nada como el hogar».

El mestizaje plasmado sobre todo en «El Fin de la Infancia», se musicaliza en «El Tlatoani del Barrio». Elementos prehispánicos como una flauta o coros nahuatl, se unen a una guitarra acústica y una sección de funk, muy al estilo de los Red Hot Chili Peppers. La letra narra como se conocieron los padres de «Cosme» (Rubén Albarrán) y que además hace un retrato del barrio de La Lagunilla.

Festiva, alegre y romántica, «Las Flores» es uno de los himnos por excelencia de Café Tacvba. Notables son las raíces de ska que transforman, por medio de la melódica y la jarana, a una pieza de que hace homenaje al son veracruzano. Imposible resistirse a cantar cada una de las estrofas que es un inigualable poema de amor.

En 1994, el grunge estaba en auge y esto se nota con «La Pinta», una canción un tanto subversiva que invita a la manifestación a través de discursos, pinta de bardas e incluso, dando como alternativa el «no estorbar» si no se va a participar. Como dice la letra «me voy en la pinta me voy de pinta y me voy a pintar».

La música disco hace su aparición con «El Baile y el Salón», solo que aquí se adapta al toque acústico que la mexicaniza con una brillante jarana y un aura que remite a las canciones de José José. Emblemática por su icónico «Paparapapa eoo eoooo, paparapapa eoo eoooo, paparapapa eoo eoooo”, así como un bello mensaje de inclusión, en una época donde la homosexualidad era todavía tabú.

La fiesta continua con «El Puñal y el Corazón», una fusión de bossa nova, mambo y tango. Es un bonito guiño a todo el continente que sin duda encontrará en esta canción un auténtico motivo de celebración, pero sobre todo, unión y hermandad.

Como final, «El Balcón» crea una historia de amor en tiempos donde los plantíos y la esclavitud existían. Un gran guiño al jazz y al swing de los años 1940, que además, sirve como un especial tributo a Agustín Lara.

LA VIDA ES UN GRAN BAILE…

Pese al escaso éxito inicial en México, el segundo trabajo de Café Tacvba supone su consagración en el panorama internacional, algo demostrado por ventas impresionantes en todo Latinoamérica y una mítica participación en MTV Unplugged.

A más de dos décadas de su publicación, Re ha tomado su lugar como uno de los álbumes imprescindibles de la música en español, gracias a un recorrido inigualable por diferentes partes del continente americano. Un trabajo que consagró a los de Satélite y que, más importante todavía, enseño a toda una generación «que el amor es bailar».

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