The Dark Side Of The Moon: la inmortalidad hecha álbum
Después de encontrar su camino con Meddle, la banda británica decidía dar el último paso a su consagración definitiva. Impulsados por la imaginación y talento conceptual de su líder Roger Waters, Pink Floyd entregaría uno de los álbumes imprescindibles de la historia musical, un vehículo hacia la inmortalidad que solo extiende su brillo con el paso de los años.
PREÁMBULO: BUSCANDO SER DIRECTOS
1971. 3 años habían pasado desde que Syd Barrett, primer líder, había dejado Pink Floyd en medio de las dudas, como si de un barco a la deriva se tratase. Navegando a través del rock experimental, avant garde y la psicodelia, llegaron al rock progresivo, un terreno que les permitía incluir lo que habían aprendido a lo largo de los años, pero sobre todo, donde podían aplicar los nuevos avances tecnológicos como los sintetizadores VCS 3. Así mismo, habían perfeccionado su propio método de producción y composición, el cual bebía mucho de la fuerza de los 4 miembros.
Meddle había significado el primer argumento que los desligaba comercialmente de la sombra de Syd y los llevaba a giras importantes por países como Japón (de la que eran un auténtico fenómeno de masas), su natal Reino Unido (que ya habían conquistado) y Estados Unidos (lugar que se les resistía). En medio de los ensayos para la gira 1971-1972, la perspectiva por crear un nuevo álbum era inminente.
Reunidos en casa del baterista Nick Mason, el bajista y principal letrista Roger Waters propuso la idea de componer canciones que trataran de cosas que «hacen enfadar a la gente» como las presiones de la vida cotidiana, los excesos que había vivido la banda y, los problemas mentales que habían visto en Barrett. Eso si: sus letras debían ser más directas.
La labor primaria de Roger fue crucial para la construcción del nuevo álbum. Utilizando su pequeño estudio del jardín de su casa, Waters rescató material descartado de otros proyectos, como la experimental banda sonora del documental The Body de Roy Battersby o de la película Zabriskie Point. Prueba de ello son el comienzo de «Breathe» y la estructura de «Us And Them».
Tras grabar todas las canciones en un almacén de The Rolling Stones y en el Rainbow Theatre, donde compraron equipo de última tecnología para la época equivalente a nueve toneladas, Pink Floyd emprendería una gira con material no publicado.
La nueva placa nombrada The Dark Side of the Moon tuvo que cambiar de título por Eclipse para evitar conflictos con la banda Medicine Heat, que había lanzado su tercer álbum con el mismo nombre. El fracaso que supuso la publicación le dio la posibilidad a los de Cambridge para adoptar el título que pasaría a la historia.
Casi un mes más tarde del estreno de estas versiones embrionarias, la banda presento a la prensa Dark Side of the Moon: A Piece for Assorted Lunatics. La respuesta de los diversos periodistas fue tan positiva que sirvió como motivación para llevar las nuevas canciones a una gira que les ayudaría a terminar de confeccionar su octavo álbum de estudio, recorriendo Europa y Estados Unidos, incluyendo una parada en Francia para grabar lo que sería Obscured By Clouds, banda sonora de la película La Vallée del director Barbet Schroeder.
Las mejoras y cambios de las primeras versiones fueron bastante notables, como la inclusión de sintetizadores en «On The Run» (antes llamada «The Travel Sequence»), la evolución de un blues acústico a la pieza progresiva en «Money» o la voz de Clare Torry en lugar de la lectura de piezas de la Biblia en «The Great Gig in the Sky» (con títulos anteriores como «The Mortality Sequence» o «The Religion Song»).
Además de los míticos conciertos en Japón, Pink Floyd llevaría acabo el legendario Live At Pompeii, proyecto de tal explosión creativa que se trasladó a The Dark Side Of The Moon, donde en los diversos clips de esa producción se puede observar mucho de la dinámica grupal que sería la base de su obra cumbre.
HIPGNOSIS Y EL PRISMA LEGENDARIO
En 1968, los diseñadores Storm Thorgerson y Aubrey Powell fundaron Hipgnosis, un colectivo artístico enfocado a la creación del arte de tapa para álbumes musicales. Su primer trabajo: A Saucerful Of Secrets de la entonces tambaleante Pink Floyd (que atravesaba en pleno la decadencia de Syd Barrett a causa de su adicción al LSD ).
Las buenas sensaciones que el naciente estudio generó, dieron como resultado una confianza plena por parte de la banda que los designó como sus diseñadores de cabecera. No obstante, EMI no había estado satisfecha con la labor realizada en los álbumes Atom Heart Mother y Obscured by Clouds, ya que esperaban diseños más tradicionales que incluyesen rótulos y palabras. Esto último fue ignorado por Thorgerson y Powell, que solo tenían oídos para el grupo.
Para The Dark Side of the Moon, Richard Wright les pidió que le presentaran algo «más elegante, con más clase», que se alejase de esas portadas fotográficas y que fuera “algo simple, algo icónico, como una caja de chocolate”.
Con esto en mente Thorgerson, tras múltiples lluvias de ideas con Powell que se extendían hasta las 4 a.m., vio en un antiguo libro de fotografía en color de los años 50 una foto de un prisma refractando la luz sobre una partitura y creando el espectro de colores característico. Al ver esta imagen, el artista pensó, “lo tengo, esto resume a Pink Floyd, haremos un prisma con la forma de triángulo”.
Hipgnosis realizó hasta siete diseños de la portada, pero los miembros de Pink Floyd coincidieron en que el diseño del prisma era de largo el mejor. Waters también sugirió que la imagen se extienda a través del doblez de la puerta e incluya en el interior la sugerencia de un latido del corazón (como se vería en el monitor de un hospital).
No debía mencionarse el nombre de la banda ni el título del álbum. Higpnosis respondió con algunas ideas propias: la creación de los insertos que los fanáticos de los registros encontraron cuando abrieron el álbum, incluida una foto infrarroja de las pirámides en Giza. Luego, Thorgerson realizó personalmente la sesión de fotos de las pirámides de Giza en algún momento después de las 2:00 am en una noche despejada con una luna «fantástica» visible.
Como Johnny Morgan y Ben Wardle escribieron en The Art of the LP , “El álbum tuvo tanto éxito que es esta imagen la que, para la mayoría de las personas, representa inmediatamente a Pink Floyd. Incluso los fanáticos de Floyd podrían haber pasado a Wright o al baterista Nick Mason en la calle sin reconocerlos, pero muéstrales el prisma y dirían: ‘Pink Floyd’ «.
ABBEY ROAD, ALAN PARSONS Y VCS 3
Abbey Road ha sido el lugar donde los más grande álbumes se han construido. La versatilidad y aura creativa que envuelve a estos estudios, resultaría imprescindible para la culminación del que sería uno de los trabajos pertenecientes al olimpo del rock y de la música. Para Floyd, este estudio se volvió su casa, ya que años antes habían grabado su debut, en tiempos donde la locura y la extraña mitología de Syd guiaban a la banda.
Sumado a esto, resultaba fundamental asegurar una limpieza en el sonido que estuviera a la altura de lo que sería el paso consagratorio. Para ello, asignaron como jefe técnico al legendario ingeniero de sonido Alan Parsons, que ya había trabajado como asistente de grabación en Atom Heart Mother y había ganado experiencia como miembro del staff de audio en Abbey Road, Let It Be y en el mítico concierto en la Azotea de The Beatles
La banda aprovecharía la tecnología disponible del momento utilizando los primeros multitracks de 16 pistas, sintetizadores, o loops de cinta. Esto se puede apreciar, por ejemplo, en la intro de «Money» , donde Roger Waters crea un loop con rítmica 7/8 , compuesto por distintos trozos de cinta unidos en una sola toma o los loops elaborados con monedas lanzadas dentro de un cuenco.
La labor de Parsons fue crucial para el resultado final. Su sensibilidad para interpretar y acatar la visión artística de la banda, le permitió demostrar sus capacidades en la producción, siendo el estudio un instrumento más.
Nuevamente, «Money» resulta un ejemplo de esto, ya que Alan crea una atmósfera de instrumentos, echos y reverb para engrandecer esa sección, e ingeniosamente, en cuanto el solo acaba, dichos efectos desaparecen, volviendo a una sensación de menor espacio, con un ambiente más compacto, más intimo.
La experimentación alcanzó nuevos niveles gracias a la presencia de los sintetizadores VCS 3, que les permitió la incorporación de efectos de sonido metronómico, así como los diversos loops que dotan de una riqueza sonora que consigue dar fuerza al concepto del álbum. Nick Mason es el encargado de tan impecable labor.
A su vez, se crearon y grabaron sonidos poco convencionales: un ingeniero asistente corriendo por la sala de reverberación del estudio, un bombo especialmente tratado para simular la frecuencia cardíaca de un ser humano e incluso entrevistas con preguntas de corte filosófico, en las cuales participaron Peter Watts (padre de la actriz Naomi Watts), el portero irlandés de los estudios Gerry O’Driscoll, además de Paul y Linda McCartney (aunque sus respuestas no llegaron a incluirse en el álbum).
EXPLORANDO «EL LADO OSCURO DE LA LUNA»
El viaje comienza con «Speak To Me», idea del batería y encargado de la parte de efectos sonoros Nick Mason. El título de la canción proviene de la repetitiva frase que Parsons usaba para abrir las entrevistas. Un resumen de lo que se escuchará en los próximos 43 minutos, con el inconfundible caos sonoro y el latir de un corazón que es referencia al nacimiento.
Suspiro tras el collage de múltiples loops, llega «Breathe (In The Air)», con su vibra relajada generada por una hermosa línea rítmica del bajo de Roger Waters, una steel guitar ejecutada con maestría por David Gilmour, una sección de órgano de Rick Wright que le da un toque psicodélico importante y la batería mesurada por parte de Mason. La letra es una fría analogía a la vida, la cual al ser fugaz obliga a estar en movimiento para conseguir las metas que muchas veces no se disfrutan por lo corta que es la vida. Bella obra de arte.
«On the Run» es la pieza electrónica donde se observa toda la explosión creativa por parte de la banda. Movimiento, desenfreno, estrés, el miedo a volar, con un desenlace explosivo que trae una calma sombría. Un guiño al pánico de los propios miembros de la banda a viajar en avión.
La paz se ve destruida por los múltiples relojes (sincronizados magistralmente por Parsons) que inundan todo y que dan paso a una sección llena de virtuosismo por parte de los 4 músicos (con un desempeño brutal de Mason con los Roto-toms y un tic tac resultado del muteo de Waters al bajo, guitarra y teclado). La explosión musical que sigue es fantástica y las primeras incursiones de los coros de Doris Troy, Leslie Duncan, Liza Strike y Barry St. John.
Al final, llega el reprise de «Breathe», que recuerda que el tiempo avanza sin piedad, que la vida se nos va pero que al llegar a casa, tras una rutina agobiante (alegoría a la vida moderna), siempre causa consuelo momentáneo. Citando a Waters:
«Pasé una gran parte de mi vida, hasta los 28 años, esperando que mi vida comenzara. Pensé que en cierto punto, me convertiría de un capullo en una mariposa, que mi verdadera vida podría empezar. Si tuviera que vivir de nuevo esa etapa de mi vida, preferiría vivir el lapso entre los 18 y 28 años sabiendo que sería así, que nada ocurriría repentinamente, que el tiempo pasa, que eres lo que eres, y que haces lo que haces.»
Al cierre de la primera cara del álbum, llega la magnífica «The Great Gig In The Sky», una canción que sin necesidad de letra expresa de manera sublime la tristeza y la inminencia de la muerte, tanto con la parte instrumental encabezada por Rick Wright y llevada al clímax por parte del resto de la banda como por la interpretación vocal de Clare Torry con la frase Gerry O’Driscoll que reza:
«Y no tengo miedo de morir, cualquier momento esta bien, no me importa. ¿Por qué debería tener miedo de morir?, no hay razón para ello, tienes que irte en algún momento.»
Además de la respuesta de Myfawny Watts que reafirma el mensaje:
«Nunca dije que tuviese miedo de morir».
Y todo a raíz de una simple instrucción: «Piensa en la muerte o en algo horrible y canta«
El sonido del dinero, de papel cortándose y cajas registradoras dan la bienvenida a «Money». Compuesta por Roger Waters en 7/8 y con una base de blues, esta canción suma otro punto alto, donde el virtuosismo absoluto de David Gilmour brilla con total esplendor. Además, hay que reconocer la aportación de Dick Parry al saxofón que dota de una dimensión distinta a la letra que relata multitud de excesos y banalidades consecuencia del despilfarro que trae consigo la fama.
Como dato curioso, «Money» continúa siendo una de las dos únicas canciones que fueron escritas en compás 7/4, y que lograron llegar al top 20 en los Estados Unidos (la otra es «All You Need Is Love», de The Beatles, que logró el puesto nº 1), ya que logro el puesto nº 13.
Con un órgano relajante que se suma a los bellos acordes de Rick Wright y el mágico saxofón de Parry, «Us and Them» es un bálsamo al movimiento acelerado de «Money» que poco a poco se eleva al cielo por unos coros estilo gospel.
Letra que crítica al sinsentido de la guerra, a la soledad y las tensiones producto de las relaciones humanas, supone una de las declaraciones mejor logradas por parte de Waters. Estos temas serían abarcados con mayor profundidad en Wish You Were Here, The Wall y The Final Cut.
Psicodelia, rock espacial y experimentación, son los componentes musicales en «Any Colour You Like». A través de sus múltiples capas electrónicas, de sus diversas secciones que incluyen saxofón, órganos, batería, bajo (brillante por parte de Waters) e intervenciones de guitarra que Gilmour regala, la hacen un preámbulo para el clímax del álbum.
Roger Waters tomará el liderazgo vocal para las últimas dos canciones del álbum. «Brain Damage» es la referencia necesaria a Syd Barrett, donde el bajista no critica ni condena a la locura, sino que le dice al escucha que al final, todo podemos terminar estando locos. Sintetizadores homenaje al rock espacial, coros que engrandecen el tema y las risas que encapsulan todo el mensaje.
El final llega con «Eclipse». A través de una mezcla de todo lo escuchado pero llevado a otro nivel, esta última canción enarbola perfectamente el significado total del álbum: la vida y todo lo que ella ofrece esta influenciado por la oscuridad y la locura, ya que «realmente no hay lado oscuro de la luna, todo es oscuridad». Los latidos se conectan con el principio, cual ciclo de la vida.
PINK FLOYD Y SU ETERNO ECLIPSE
El éxito de The Dark Side Of The Moon fue el paso definitivo a la consagración de los 4 músicos, éxito demostrado por el hecho su permanencia prolongada en las listas (937 semanas; más de 19 años), siendo así el álbum que más tiempo ha permanecido en listas de la historia musical, conquistando todo el mundo.
Sin duda, un eclipse que a más de cuatro décadas sumerge en una oscuridad que, de manera curiosa, ilumina y expande los horizontes hacía la propia concepción de nuestras vidas.
Bastante profunda, diría que esta reseña esta a la altura del álbum y de la banda.