MFFF 2022: El Monopolio de la Violencia o cuando la democracia no es tan democrática
Golpes, protestas, gobiernos que niegan la brutalidad policial o mártires tanto civiles como periodistas son parte de lo que se vislumbra en el horizonte de las democracias del siglo XXI, herederas de lo conseguido cuando las clases populares se levantaron para decir basta a los más poderosos, papeles que no han cambiado demasiado pero que están bajo vigilancia del lente del Smartphone.
Con este contexto, David Dufresne realiza un poderoso documental que retrata de manera inteligente los retos sociales que Francia enfrenta a finales de la segunda década del 2000, todo a través de material audiovisual explícito y distintos testimonios que recogen los diferentes puntos de vista de la conversación que busca analizar qué tan legítima resulta el ejercicio de la violencia en la nación europea.
Dufresne ofrece una interesante experiencia en la que el espectador es testigo de una cara no tan difundida del presente francés, diametralmente opuesta al ideal de república totalmente democrática. A través de una edición que permite amalgamar testimonios grabados con celular, entrevistas tanto con manifestantes de «chaleco amarillo», policías, autoridades y teóricos de ciencias sociales, el público no se queda indiferente, generando sus propias opiniones que dan un sabor único a la cinta.
El largometraje también brinda de momentos de auténtico interés cuando manifestantes supervivientes a la brutalidad policial discuten con policías sobre lo que pasa en pantalla, resultando en espacios de auténtica reflexión que quedarán en el debate interno tiempo después de ver esta producción.
De ritmo ágil, quizá el único punto débil es que por momentos se concentre toda la atención a lado del manifestante, dejando aparcadas las otras circunstancias en las que los policías también son víctimas de una brutalidad que a veces no tiene razón de ser.
También hay que reconocer que resulta bastante revelador que se pueda aceptar que Francia está ya lejos de ser la democracia perfecta, siendo que El Monopolio de la Violencia se convierta en un recordatorio permanente de que las democracias muchas veces están a nada de ser regímenes autoritarios.