Competencia Oficial: una mirada mordaz detrás del cine

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Por lo general, uno acude al cine como mero espectador con el fin de ver una película que nos entretenga y nos haga pasar un buen momento en compañía de amigos y familia, pero, ¿cuáles son las complicaciones detrás de ella? Las dificultades que tienen que pasar todos los miembros de una cinta, desde el staff, hasta los actores y directores, son tan variadas que no podríamos imaginar que pasan por ellas. En este filme hispano-argentino se nos da a conocer algunas de estas problemáticas que hay tras bambalinas en el cine.

A nosotros llega esta entrega de manos de los directores argentinos Mariano Cohn y Gastón Duprat, quienes ya han trabajado en conjunción como codirectores en filmes como Enciclopedia (2000), El hombre de al lado (2009), El ciudadano ilustre (2016), entre otras. Cabe mencionar que un par de estas obras pertenecen al mismo género que Competencia Oficial, la comedia dramática, por lo que se siente un trabajo en el cual ya tienen bastante experiencia para hacer sentir un ritmo bastante fluido y darnos una trama atrapable desde los primeros minutos de historia.

Toda la energía que suelta este filme versa sobre exponer ciertos clichés que ocurren detrás de cámaras al momento de crear una película, pues vemos que los actores son bastante diferentes, al igual que llegan a tener ciertas diferencias tan grandes como sus egos, tanto entre ellos como con la propia directora, pero que aun así hacen el intento de verse profesionales y cumplir con su trabajo.

La sátira al trabajo que deben hacer los directores viene de la excelente actuación de Penélope Cruz, quien interpreta a la directora española Lola Cuevas, la que intenta dirigir una película basada en un libro de renombre, y para ello les hace el llamado a dos actores de alto prestigio, pero cuyas trayectorias en el mundo de la actuación son demasiado diferentes, por lo que se verá bajo presión para hacerlos funcionar.

Uno de esos actores es Ivan Torres, interpretado por el actor argentino Oscar Martínez, el cual tiene una trayectoria más seria, dándole al personaje un aire más maduro, más complejo y centrado en lo que tiene que hacer para la cinta que están filmando con Lola y su compañero, además de notarse la buena química con los realizadores pues no es la primera vez que trabaja con Duprat y Cohn.

Hablando de su contraparte, tenemos a Félix Rivero, a quien le da vida Antonio Banderas, que hace el rol de un actor más popular, llegando a actuar en Hollywood, teniendo una actitud más relajada y creída, algo curiosamente similar a lo que le pasó al actor español en la vida real, por lo que por este personaje se crean algunas de las problemáticas en la trama.

La música es prácticamente inexistente, hay gran silencio en la sala al momento que no hay diálogos ni grandes transiciones de escena, sin embargo, si bien es un tanto raro no tener sonidos de fondo, nos recuerda que, obviamente, la vida diaria no nos acompaña música mientras caminamos al trabajo (salvo por los audífonos).

La creación de una película es bastante complicada, uno como espectador casi nunca se pone a pensar en sobre qué circunstancias fue creada, que eventos ocurrieron en las vidas personales de cada una de las personas que trabajaron en ella. Este filme da un par de cachetadas con guante blanco a la propia industria del cine, parte de esta esencia cómica de modo satírico y sarcástico, que combina muy bien con las actuaciones de los tres actores principales, elementos que todo el público agradecerán para una película (que pareciera documental) que se percibe en un inicio un tanto tabú para todo aquel que no pertenezca a este amplio mundo cinematográfico.

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