Adiós Señor Haffmann: la desesperación inesperada de un Holocausto

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Desde Francia, un país que tiene una interesante industria cinematográfica con una diversidad de filmes, llega a cines mexicanos Adiós Señor Haffmann, adaptación a la pantalla grande de una obra de teatro del mismo nombre, escrita por el dramaturgo Jean-Philippe Daguerre, y que adaptara Fred Cavayé y Sarah Kaminsky, para convertirla en este relato.

En esta ocasión, Cavayé (Los Próximos 3 Dias, A Quemarropa, Guerra de Misses) cuenta una historia que se desarrolla en Paris en 1941, cuando la ocupación Nazi comenzó con el desplazamiento de los judíos. En medio de ese embrollo, Joseph Haffmann (Daniel Auteuil), un talentoso joyero, viendo el panorama que permea el ambiente durante esa primavera, toma la decisión de hacer un acuerdo con François Mercier (Gilles Lellouche), quien trabaja para él en la joyería y ama a su mujer Blanche (Sara Giraudeau), para que pueda ir con su familia que logró escapar del Holocausto.

Adiós señor Haffmann (03)

Sin embargo, las cosas no salen como lo planearon dando pie a un enredo que involucra a los tres personajes, terminando en un relato donde el señor Haffmann termina viviendo en su sótano trabajando para su ex empleado, mismo que se convierte en un verdugo para su ex empleador en una narrativa que nos deja una lección sobre como la ambición puede corromper a un hombre y sus ideales o puede hacer que lo pierda todo, incluso al amor de su vida.

La cinta cuenta con una muy buena ambientación, pues podemos ver un estilo de los años 40 sin sentirse de forma forzada mientras que la historia nos muestra a un sobreviviente más en medio de este terrible punto de la historia. Además, la fotografía de Denis Rouden resulta agradable, dejando de lado la sensación de lo terrible que rodea a la triada de protagonistas, inclinándose por algo más íntimo.

‘Adiós, señor Haffmann’: la ética en tiempos de guerra

Otro aspecto destacado es la musicalización de Christophe Julien, misma que le da el toque necesario emotivo y misterioso al filme. A pesar de ello, una de las flaquezas de la cinta recae en que, por momentos, la historia se hace un poco lenta o pesada. Pero a pesar de ello, la adaptación a cines de Cavayé sin duda cumple con el cometido de darnos un drama, un género que el realizador conoce de buena forma debido a lo que ha hecho en varias de sus películas.

Ni que decir de la labor actoral entre los experimentados Auteuil y Lellouche, cuya dinámica es el verdadero corazón de esta cinta. Si bien el contexto de la guerra funciona como.un detonante, es un mero adorno pues, como cualquier obra inspirada en teatro, es la dinámica entre los protagonistas y sus respectivas transformaciones la que enriquece la narrativa. En este caso, el cambio de roles entre empleado y empleador es muy interesante, pues ahí se desatan los monstruos personales de cada uno.

Así, Adiós Señor Haffmann se convierte en un relato habitual que no se inclina por mostrar los horrores de la guerra o el Holocausto mismo, sino que opta por enfocarse en esos efectos colaterales de la misma, sobre todo resaltando el tema de la traición, la ambición y el horror humano que ello desata, uno que es muy tangible, muy real, ese que muestra la crudeza de la naturaleza humana desatada en las peores circunstancias.

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