Los años más bellos de una vida
La elección, o no, de la pareja ‘definitiva’ es una de las decisiones más importantes, estando al mismo nivel que el oficio o profesión —creo yo; por su estrechez que tiene con el desarrollo de una persona. Siendo ‘el pasar de los años’ el mejor indicativo para valorar la certeza de esta decisión.
La película francesa Les plus belles années d’une vie (Los años más bellos de una vida), de Claude Lelouch, explora la idea de cuándo esta decisión pudo haber sido mejor.
Jean-Louis Duroc es un hombre senil que se encuentra en un asilo de ancianos, ya con poca movilidad y sin mucho que hacer, además de quizás esperar su muerte, se la pasa pensando y recordando con estima un viejo amor; aquel con quién le hubiera gustado hacer su vida. Por lo que, su hijo busca a esta mujer: Anne, para que visite a su padre y pueda reanimarle un poco.
Inicialmente vemos que ella no se presenta como tal, empiezan a charlar y se van llevando bien. Progresivamente las cosas van cobrando sentido para el anciano ex piloto y se van mostrando sus deseos.
Considero que es una película que busca mostrar que puede envejecer el cuerpo, irse algunas memorias, perder ciertas habilidades; pero hay cosas que difícilmente se van: en este caso los buenos recuerdos con alguien que fue especial. Acompañada por momentos de escenas surrealistas y significativas para el protagonista; que de vez en cuando rompen con la trama principal, pero eso sí, para complementarla.
Visualmente apela mucho a los paisajes luminosos, lo cuál pudiera asociarse con un sentimiento cálido: lo que siente Jean-Louis, por lo vivido con su amada Anne.