Háblame de Ti, cuando la crisis adolescente nos alcanza
El cine mexicano comercial suele llenarnos de propuestas que siguen una fórmula muy marcada, inclinándose de manera drástica por la comedia romántica insulsa que se repite una y otra vez. Pero de repente surgen algunas historias que no siguen ese molde, que resultan ser necesarias por su contenido y que proponen un discurso interesante que va más allá de las risas.
Tal es el caso de Háblame de Ti, ópera prima de Eduardo Cortés que llega a carteleras después de su exitoso paso por el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, donde atrajo las miradas de la industria que se fueron convencidas en que este relato coming of age es ideal para presentar no sólo a una nueva generación de actores talentosos sino una premisa acerca de la crisis adolescente que todos vivimos algún día.
La premisa se centra en Chava (Germán Bracco), un joven de 17 años en plena edad de la punzada que comienza a enfrentar unos cambios en su apacible vida cuando aparece una admiradora secreta denominada como ‘Brujita‘. Los mensajes que le manda lo sacan de su confort, afectando así el trato con sus amigos y en su casa, sumado a la relación distante entre sus padres (Arcelia Ramírez y Julio Bracho). Por ello, decide revelar el secreto de la misteriosa chica, algo que lo llevará a revelaciones inesperadas así como cuestionarse en verdad quién es él.
La crisis adolescente se presenta de una forma orgánica con Chava, que de repente siente una presión tremenda por no saber su lugar en el mundo, su identidad o su rol como amigo e hijo. Esto lo refleja de buena forma Bracco, usando una desesperación constante y una cara de incertidumbre que a veces se trastoca con el trabajo actoral del resto de sus compañeros. Al lado de Bracho o Ramírez, su rol da una sensación de aprendizaje doloroso mientras que con Carlos (Martín Saracho) hay una curiosa química de autodescubrimiento personal.
Y es que su rol de Chava es un constante recordatorio de la angustia adolescente, de esa etapa de la vida en la que estás a punto de dar un salto a la adultez algo que resulta de por sí muy complicado. Sumado a esos, los cambios constantes en su vida, que se ve sacudida desde la raíz, va afectando la verdadera identidad de su persona para dar el primer paso hacia la esencia de lo que te hacer ser tú. Es en esa etapa donde cuestionas a los padres por su ausencia, a las madres por la condescendencia, a los amigos que están o no cuando se les necesita y sobre todo al despertar de la sexualidad y el amor.
Otro aspecto interesante es la cuestión de la identidad sexual, donde Cortés explora un romance con un compañero de escuela, que lo lleva a vivir una experiencia más dentro de la crisis adolescente que le orilla a cuestionarse eso de una manera bella, casi al estilo de la exitosa Heartstopper, apuntando también el foco hacia la diversidad sexual, mencionando las dos caras de la moneda, tanto la esperanzadora aceptación del mismo como la discriminación y el bullying derivado del tan agotado término de ‘salir del closet’, especialmente en la juventud sin necesidad de caer en la hipersexualización
Es de aplaudir que el guion del mismo Cortés abarca muchas aristas interesantes pues también explora, desde un lado muy personal, la relación fallida que tuvo con su padre y usa a Chava como ese catalizador para cuestionar asuntos pertinentes como el machismo, la infidelidad o las dobles familias, haciendo una interesante crítica a las paternidad es tóxicas o rotas de una generación que enfrenta crisis existenciales sin poder ser escuchados.
A pesar de que se venda como, aparentemente, una de esas comedias del montón, Háblame de Ti rompe las convenciones con ciertos giros interesantes que van alimentando todas las anécdotas que forman su narrativa, además de que todas se centran en Chava, ofreciendo reflexiones interesantes a través de la dura etapa de crecimiento de u adolescente perdido que, afortunadamente, no cae en el aleccionamiento ni en lo moralino, sino que ofrece un relato bastante auténtico acerca de situaciones tan reales que, inevitablemente, conectan con el público.
Es así que, a pesar de sus fallas técnicas en algunos aspectos como la edición o el sonido, la ópera prima de Eduardo Cortés es un interesante ejercicio que ofrece poner temas sobre la mesa, sumándose a otras propuestas cinematográficas mexicanas que rompen el molde comercial como Sopladora de Hojas, El Alien y Yo o El Jeremías, que además confía en una nueva generación de actores que deciden contar estos relatos que muestran una cara de la cotidianidad sin caer en una hiperdramatización de la misma.