Reseña: Emily
Al terminar la lectura de algún libro, una pregunta puede llegar a rondar en la mente de los lectores, que suele ser: “¿cómo al escritor se le ocurrió una historia como esta?”.
Emily, el nuevo film de la directora Frances O’Connor, intenta responder esta pregunta llevando al espectador por un recorrido lleno de sucesos que muestran algunos de los momentos que pudieron llegar a desencadenar la redacción de la novela Cumbres borrascosas.
La historia gira en torno a Emily Brönte (Emma Mackey), una chica capaz de crear historias que la transportan a distintos lugares fantásticos que le permiten a su vez escapar de la realidad y evadir la constante presión ejercida por su padre para cumplir el estereotipo de ser la “hija perfecta”, aquella que no trae deshorna a la familia y recibe educación para que, en algún punto, se convierta en aquello que ha sido designado desde un inicio.
A lo largo de la película, podemos ver a Emily como una persona reservada que no disfruta de los eventos sociales ni mucho menos de las actividades que conllevan conocer a personas nuevas. La directora simplemente se dedica a retratar a una mujer que no se deja llevar por lo que dicen los demás ni de la impresión que podría llegar a causar en ellos, incluso a toda su familia, especialmente sus hermanas, Anne (Amelia Gething) y Charlotte (Alexandra Dowling), o su padre, Patrick Brönte (Adrian Dunbar).
Sin embargo, la libertad que encuentra en la pasión y en la ruptura de lo establecido la lleva a tomar caminos que la conducen a tener decisiones equívocas, como el consumo de alcohol e inclusive opio, las cuales llegan a dañar sus relaciones más especiales, como la que tiene con su cercano hermano, Branwell Brönte (Fionn Whitehead).
A pesar de que la película nos presenta a Emily como una mujer independiente, no es una persona cerrada a las emociones. Ella se deja conmover con la belleza de los lugares que la rodean y sus sonidos. Cuando se enamora, la dama se entrega completamente al sentimiento con todo el impacto que estas sensaciones tienen en ella, mismas que plasma en sus escritos de una forma vehemente, dejando sin palabra a cualquiera que los lea, encontrando de esa manera su libertad en el pensamiento (“Freedom in thought”).
Al transcurrir el relato, la protagonista se ve envuelta en momentos alegres y lúgubres que brindan al filme un toque realista, demostrando que la inspiración también puede encontrarse en los momentos melancólicos, poniendo en manifiesto que a veces, del dolor y el sufrimiento las palabras surgen y reclaman ser plasmadas, mostrándose con una voz tan intensa que no permite que sean ignoradas. Yacen como un misterio en cada paisaje, en cada gota de lluvia… en cada brisa.
La cinta de O’Connor logra definir el espíritu y alma del escritor como una persona capaz de recolectar cada letra oculta en los pensamientos y sentimientos más profundos, ya sean dolorosos o gloriosos, para generar un texto que los encapsula y genera emociones auténticas en aquellas personas que llegan a leerlos. De cierta manera, los pinta de forma similar a los músicos, aquellos artistas capaces de componer una sinfonía proveniente de la verdad incrustada en sus corazones.
Esta ópera prima de la también actriz Frances O’Connor, propone en el guion de su autoría un relato que se siente como un viaje transformador para un personaje tan fuerte y poderoso como Emily Bronte, un alma enigmática llena de una feminidad única que, tristemente, falleció a la corta edad de 30, dejando un legado memorable en el poder de sus letras y sus acciones rebeldes para su época.
