Retrato Familiar (Reseña)
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Un drama con toques de thriller que no destaca, pero que se agradece en el cine mexicano.
Dentro del cine mexicano se pueden encontrar una variedad de propuestas, géneros y temáticas que son atractivas para distintos públicos. El género de suspenso no ha gozado de relevancia para el cine nacional, no obstante existen propuestas que vale la pena destacarse. Películas como Bajo la Sal de 2008, Paraíso Perdido de 2016 o Rencor Tatuado de 2018 por citar ejemplos recientes, representaron esta contrapropuesta a la ola de comedias románticas que se exhibían en las carteleras de nuestro país.
Este 2023, Retrato Familiar (Tratado) intenta colarse en esta lista y se alza como una alternativa que presenta una historia dramática con toques de suspenso. Paula (Carla Hernández) es una madre de familia de clase alta de Jalisco. Su vida goza de lujos y tranquilidad a lado de su esposo Diego (Salvador Zerboni) y su hijo Santi (Erick Guillen Torres). Llega el fin de semana y Diego debe salir por negocios a la Ciudad de México, dejando a Santi con su abuela y a Paula con su mejor amiga Clarissa (Marlene Dipp) en la casa.
Ambas amigas se determinan a pasar estos días con un plan coqueto y relajado, bebiendo, escuchando música y bailando, pero no tenían contemplado a un par de invitados sorpresa. De pronto Paula encuentra a dos hombres en su casa (Frank Rodríguez y Manuel Villaseñor), uno de ellos tiene a Clarissa, dicen querer cierto tipo de información, provocando una sugestión que va perdurar por 24 horas.
Las fichas están puestas, Paula y Clarissa han sido secuestradas por dos extraños sujetos vestidos de traje. No pueden pedir ayuda, lo que sería una noche de amigas se convierte en una angustiante velada por salvar sus vidas. El retrato familiar ahora pende de un hilo que solo Paula podrá sostener.
Los ejemplos proporcionados al inicio de filmes con atmósferas sofocantes y un misterio latente sirven como marco para describir a Retrato Familiar, tanto para bien como para mal. Por un lado tenemos el drama que vive la protagonista al estar al borde de la muerte, misma sensación que la van a llevar a lugares oscuros por su supervivencia. En el trayecto va descubrir que no todos son lo que aparentan, especialmente sus seres queridos.
A esta narrativa se le agregan unos cuantos elementos de thriller condensado en una sola locación, y el resultado es una apuesta alternativa pero que se queda en la sombra. Es importante resaltar la producción de esta cinta nacional, porque fue la primer película que se filmó a inicios de la pandemia, por lo que su realización conllevó ciertos obstáculos y dificultades técnicas. Su director Omar Velasco toma el guion de Frank Rodríguez, quien basa en hechos reales la historia y lo lleva a cabo con un presupuesto limitado.
El apartado técnico en un filme puede quedar en segundo plano si la historia, argumento y personajes son convincentes, identificables y generan en el espectador la intriga o preocupación que en este caso Retrato Familiar desea transmitir, pero es difícil cuando el guion no es lo suficiente sólido para lograr enganchar a la audiencia. Los principales problemas en la película radican en el montaje y sonido.
Tono, ritmo y narrativa se ven afectados por el montaje que resulta abrupto y descuidado. Por otro lado el sonido es un factor de distracción, al escuchar diálogos con eco y sin precisión. La música que acompaña a la historia intenta ser misteriosa, que en momentos lo logra, y en otros solo se siente retumbar las frecuencias bajas en la sala de cine. Se podrían dejar de lado estos problemas técnicos si la intriga fuera atrapante, pero no se consigue con atino.
Generar tensión no es tarea sencilla, y aquí se debe resaltar el trabajo de Carla y Marlene, quienes personifican a dos mujeres muertas de miedo, indefensas y con temor de no sobrevivir a la noche. Carla Hernández se aleja de su trabajo en Señora Acero y opta por un papel serio, dramático y convincente. Sin embargo el tono melodramático se llega a extender, que junto a otras escenas resultan innecesarias de alargar. Ver por más de tres minutos una secuencia donde Paula y Clarissa bailan y beben una copa en la sala sin mucho diálogo ni interacción natural, termina por mallugar el ritmo en la cinta.
De igual forma extender las escenas de sufrimiento de Paula y la interrelación con los hombres misteriosos con situaciones que no aportan al avance de la trama, hacen que se pierda la intención de reflexión en los personajes.
Frank Rodríguez y Omar Velasco colocan sus mejores intenciones en este thriller, y es de aplaudirse que finalmente haya conseguido distribución en la gran pantalla. Aunque no siempre las mejores intenciones, incluso de Zerboni quien es también productor ejecutivo, terminan en una apuesta firme y consistente.
Retrato Familiar puede verse desde la perspectiva de buscar una propuesta alternativa de suspenso y tensión, algo diferente en el cine mexicano que pocas veces se puede visionar en pantalla grande. Aún con algunos aspectos por pulir y mejorar, esta cinta funciona para destinar ochenta y nueve minutos de duración en un thriller que cuenta con una resolución con un par de giros de tuerca y un final ambiguo que intenta invitar a la reflexión en su audiencia.