Oldboy: el clásico de Park Chan-Wook regresa a cines

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Cada cierto tiempo llegan películas que transgreden, provocan y generan emociones que se quedan por mucho tiempo, sobre todo cuando la creatividad parece abandonar la inmensidad de la taquilla, pocos estrenos memorables, muchos otros que dejan una sensación de mediocridad.

Para combatir esto último, llega de nueva cuenta a las salas cinematográficas Oldboy, que celebra 20 años de un impacto que continúa más vigente que nunca. Una cita obligada para cualquiera que deseé impactar sus sentidos.

La cinta sigue a Dae-Su es un hombre de negocios que, sin motivo aparente, es secuestrado y confinado en una celda con la única compañía de un televisor. Quince años más tarde, es liberado junto a una gran cantidad de dinero y un teléfono celular.Su captor le ofrece cinco días para intentar averiguar la causa de su encierro y, de lograrlo, le promete que se suicidará. Si no es capaz, matará a la única persona que Dae-Su ama.

Basada en el manga de culto homónimo que solo le bastó apenas dos años de tiraje para conquistar al público y siendo la segunda entrega de la llamada trilogía de la venganza de Park Chan-Wook, Oldboy explora de manera visceral los extremos de una curiosa dualidad en el ser humano: por una parte, el arrebato producto de la búsqueda por tomar «justicia» por propia mano; por otro lado, el de la crueldad para maquinar una revancha que alivie el sentimiento de rencor.

Desde el inicio, Oldboy sumerge por su estética de inicios del nuevo milenio, con una cara poco favorable de la típica ciudad asiática, una que se asemeja a la Nueva York más sucia y decadente, con negocios en los que el sufrimiento es la moneda de cambio.

La narración y la manera en la que se ha montado el metraje exige toda la atención del espectador, un ritmo que va acorde del estado mental del protagonista. Chan-Wook logra que la inmersión a la psique del principal sea efectiva, con mucho que procesar, todavía más por conocer pero sobre todo, con un camino en el que nada es predecible.

El uso de la hipnosis y la sólida construcción de personajes hace que la audiencia no quiera perderse ni un solo detalle. Esto se logra sobre todo por una combinación de géneros que van desde un thriller psicológico oscuro, pasando por secuencias de acción con combates bastante llamativas y se pasa también a un drama tanto familiar como personal que hace que todo termine encajando.

Oldboy aprovecha los parajes decadentes para construir todo un microcosmos que demuestra que no es necesario un presupuesto alto para construir un mundo rico y vasto. Cada locación es lúgubre pero atractivo, cada objeto tiene un motivo para estar ahí y cada detalles es importante para entender con los impactantes giros que quitarán una posible confusión por los efectos hipnóticos.

La música es excelente, se adapta perfectamente a cada situación y la fotografía sigue luciendo pese al tiempo que ha pasado de su rodaje.

Todo esto se ayuda de actuaciones que aportan una cara exagerada pero acordé al tono de lo presentado, destacando sobre todo Choi Mi Sink como Dae Su Oh (con un look que las nuevas generaciones podrán relacionar con John Wick y que inmortalizó al martillo como arma icónica), Kang Hye-jung como Mi-do (inocencia y lealtad), Yoo Ji-Tae como Lee Woo-jin (antagonista que realmente transmite una frialdad y personalidad calculadora) y Oh Dal-Sul quién como Park Cheol-Wong protagoniza auténticas secuencias de peligro real para Dae.

Si bien hay momentos en los que se alenta un poco el ritmo, lo cierto es que Oldboy es una gran opción para los que quieran no sólo entrar de lleno al cine coreano sino que estén deseosos de agregar nuevos referentes de calidad.
El 12 de octubre llega a salas de Cinépolis, así que no te pierdas la oportunidad de vivir una experiencia inolvidable.

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