John Woo falla estrepitosamente al regresar al género que lo vio brillar.

Hard Boiled (Lat sau san taam, 1992) es fácilmente la mejor película de acción jamás hecha. John Woo realizó una oda al género con secuencias impactantes que fue el detonante de brindarle un reconocimiento internacional para el cineasta. A partir de ese momento, el director originario de Hong Kong sería conocido alrededor del mundo, y con ello nuevas oportunidades para cruzar fronteras y hacer cine en Norteamérica. Después de una carrera fructífera en Asia, Woo llegó a filmar diversas películas para Hollywood.

Diversos ejemplos vienen a colación, como Hard Target (1993), Face/Off (1997) y la secuela Mission: Impossible II (2000). Colocándose con éxito en el cine comercial del continente, y tras varios años de ausencia, el también director de Windtalkers (2002) regresa para presentar una historia de venganza personal con Silent Night (2023).

Tras una ausencia de seis años John Woo toma las riendas de dirección y con la mancuerna del productor de John Wick (2014) intentan crear una propuesta violenta y cargada de acción donde un padre desconsolado, tras la pérdida repentina de su hijo a causa de un tiroteo entre pandillas, querrá tomar venganza contra aquellos que cobraron la vida de su ser más querido.

Con un aparente contexto navideño, Godlock (Joel Kinnaman) toma la decisión de prepararse, entrenar y adquirir los conocimientos suficientes para enfrentar a sus enemigos, incluso si esto lo aparta de su esposa, pero su sed de retribución no va parar hasta que cada pandillero esté muerto, lo que va originar una guerra entre bandos.

 

La trama no cuenta con una dificultad o complicación en su desarrollo, lo que pudo haber contribuido a un ritmo y flujo de secuencias favorable para la película, pero contrario a lo aparente, la cinta resulta en un tedio que se alarga en su primer tramo donde no sucede nada sustancial, y en vez de contar con una historia efectiva se queda estancada en una mirada unidimensional de una extraña mezcla de A Quiet Place (2018) con John Wick. 

De primera instancia, el comienzo es excesivamente plano y la carencia de diálogo a lo largo de todo el camino le juega muy en contra, porque en vez de empatizar con el personaje de Kinnaman, solo lo vemos sufrir sin trasfondo y cuando los momentos de flashback se presentan, lo hacen de modo aleatorio y sin sentido. De esto no es culpa entera de Woo, sino del pésimo guion de Robert Archer Lynn, quien se encarga de realizar un letargo cinematográfico sin lógica alguna.

El apartado de acción es el único lado positivo que se le puede extraer de Venganza Silenciosa, aquí John Woo da chispazos de su característico estilo y genio, pero en muy contadas ocasiones y en una dosis por debajo de lo mínimo. El puñado incluye una secuencia en las escaleras de un edificio con un vertiginoso manejo de cámaras y montaje para subir solo un poco la adrenalina.

Los personajes es otro factor que se pudo haber explotado más, pero en su lugar vemos un nulo arco dramático en Joel. Punto en contra el que se decidiera que su personaje no tuviera diálogos durante la cinta, porque esto impide identificarse pero no solo él, sino todos los personajes no tienen línea alguna, y esto recae en que el ritmo sea estropeado por escenas tediosas. Del resto del cast, ni Kid Cudi siendo el detective agrega valor o soporte a Kinnaman, ni que hablar de Harold Torres como el líder de la pandilla, que termina siendo un estereotipo exhuberante en sus acciones.

Un dato curioso son las locaciones que utilizan la Ciudad de México para ambientar la historia. Sin mencionar exactamente la ubicación, las calles de la capital fungen como testigos de las persecuciones y de la ineptitud de su protagonista para cazar criminales.

Venganza Silenciosa falla estrepitosamente como una opción del género para cerrar el año. Ni su experimentado director logra salvar un guion tan mediocre y sin coherencia que no le ayuda en lo absoluto para dirigir a sus actores y crear un convincente relato de revancha. Pasará tal como su título en silencio, y esto representa una oportunidad desperdiciada para John Woo en su regreso al celuloide.

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