Carol y el fin del mundo (Reseña)

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Netflix decidió cerrar el año con broche de oro, dado que durante este mes de diciembre ha ido estrenando grandes finales de series como The Crown, así como películas de gran producción como Rebel Moon o Dejar el Mundo Atrás. Del lado de la animación está el estreno de Pollitos en Fuga: el origen de los nuggets y el final de serie de Hilda; pero igualmente tenemos una pequeña sorpresa por parte de la miniserie de 10 capítulos titulada Carol y el fin del mundo (Carol & The End of The World), tal y como el nombre lo menciona, la serie narra la vida de Carol (Martha Kelly), una mujer de mediana edad que se encuentra intentando darle sentido a su vida en un mundo libre pero perdido, porque la Tierra está en su última etapa; faltan cerca de ocho meses para que un planeta desconocido impacte nuestro mundo y termine con toda la vida en él.

Como se mencionó, el mundo ha cambiado por completo tras la noticia del fin del mundo, sin embargo, no es el clásico escenario apocalíptico que nos imaginamos; en su lugar presentan casi una sociedad utópica, y se dice casi porque muchas cosas se detuvieron, la industria, los bancos, todo aquello que consideramos indispensable. Pero la gente no entró en crisis, en cambio decidieron vivir todo aquello que, por tiempo, dinero o vergüenza no se atrevían a experimentar. La gente es libre, en ocasiones se siente como si tuvieran todo el tiempo del mundo, pero después están las escenas donde los personajes miran al cielo y ven este extraño planeta que marca la cuenta regresiva de sus vidas.

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Dentro de este contexto está Carol, que pareciera ser la única perdida dentro de una sociedad que por fin encontró su camino. Ella solo quiere vivir una vida normal, poder ir al dentista, pagar sus deudas, cenar en Applebee`s; pero parece que nadie busca eso, ni sus padres que, aunque ya están ancianos, aún así decidieron quitarse las ataduras, la ropa y vivir en una relación poliamorosa en un crucero por el mundo. La soledad y el vació al no tener un propósito o una comunidad parece que va a terminar con Carol, sin embargo, un día ve algo que en ese mundo ya es totalmente raro; una oficinista, que ajena a lo que pasa en el mundo, toma el metro y se dirige a un trabajo, es ahí donde nuestra protagonista retoma las riendas de su vida. Ella comienza a trabajar en este lugar que no tiene sentido, porque la sociedad ha parado, realmente no existen los trabajos, pero esta oficina que incluso pareciera ser un espejismo está repleta de gente que, como Carol, solo buscan el confort y la seguridad que proveen sitios así.

En principio, la premisa puede parecer extraña, incluso aburrida, pero hay una magia dentro de ella. Es una serie a la que le tienes que dedicar un par de capítulos para poder entender del todo a la protagonista porque pude parecer desesperante que ella no salga de su zona de confort, que no se arriesgue en esta sociedad donde ya no tienes el peso de las responsabilidades con las que cargas día a día.

Conforme avanzan los episodios empezamos a comprender el punto de vista de Carol, ella está cómoda con lo que es. La expectativa es lo que siempre la incomodó, sobretodo teniendo a una hermana que es todo lo contrario, aventurera, viviendo la vida al límite, incluso antes del fin del mundo. Pero ella nunca buscó más, porque su vida ya tenía sentido, no necesitaba vivir grandes experiencias o una persona para sentirse completa, su rutina y ella bastaban. Y esta forma de ver la vida, es lo que hace que aporte grandes reflexiones en situaciones que parecieran no tener significado, como el hecho de encontrar una sala de objetos perdidos y de ello obtener una lección sobre el sentido de la vida.

Carol y el fin del mundo: la serie con una entrañable mirada al desastre

La serie está producida por el estudio Bardel Entertainment, que es el que está detrás de Rick y Morty y El Príncipe Dragón y, al igual que esas producciones, Carol y el fin del mundo tiene una gran calidad no solo en el guion, también en calidad de animación porque podemos ver a personajes muy diversos, desde Luis (Mel Rodríguez) y Donna (Kimberly Hebert), hasta la señora de recursos humanos de la oficina. Además, dentro de los aciertos de esta historia está el reparto porque los actores incluso tienen ciertas similitudes y, más allá de eso, sin la voz original de Carol, tristemente sí se pierde mucho de la esencia de ésta porque su narrativa monótona es clave.

Desde el nombre la serie vaticinaba un final agridulce, pero manejan tan bien el tono que el espectador toma esto con la misma filosofía que los personajes. Es triste, pero ya se tuvo el tiempo para vivir, por lo cual es triste la pérdida, pero deja un sentimiento de tranquilidad y felicidad. Caro y el fin del mundo es un producto para reflexionar sobre distintos temas de nuestra vida, desde lo que parecería de lo más insignificante como perder una bufanda, hasta disfrutar del tiempo que se nos concede en este mundo y trato que tenemos con los demás.

Sin duda en esta época cae muy bien una historia así porque aunque en el fondo es triste, nos ayuda a conectar con lo que más importa.

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