Caos, erotismo y esperanza hacen de Bella Baxter la musa perfecta en lo nuevo de Yorgos Lanthimos.

La tragedia siempre se ha caracterizado como el emblema en la filmografía del director griego Yorgos Lanthimos. Desde sus primeros trabajos en Dogtooth (2009) y Alps (2011) mostraba crudas visiones a sus historias. Posteriormente Lobster (2015) le otorgó el reconocimiento internacional con una apuesta que mezclaba ciencia ficción en un futuro donde las personas solteras se le forzaban a encontrar pareja de lo contrario serían convertidas en animales.

Tan solo dos años después The Killing of a Sacred Deer (2017) alzó la carrera del cineasta con un thriller sobrenatural pulcro y angustiante. La entrada de Lanthimos a la liga de premiaciones se dio con The Favourite (2018), tragicomedia clásica que le mereció un Premio de la Academia a su protagonista Olivia Colman. Este respaldo ofrece un panorama del trabajo del director, que se permea de intenciones excéntricas y en ocasiones impactantes.

Con su nuevo largometraje haciendo efervescencia tras su victoria en los Golden Globes y Critic’s Choice Awards, Yorgos apunta nuevamente a deleitar a la audiencia con una adaptación de una novela cuya trama es ideal para el director griego.

Poor Things (2023) concilia el equilibrio del trabajo del cineasta, otorgando su sello distintivo, pero ofreciendo una sustancia y mensaje que se separa de sus anteriores proyectos. Bella Baxter (Emma Stone) es una joven resucitada por un poco ortodoxo científico, el doctor Godwin Baxter (Willem Dafoe), que al traspasar los límites éticos colocó un cerebro recién nacido en la joven moribunda. Esto provoca que Bella sea un ser nuevo, que necesita aprender del mundo y también saber quién es ella misma.

Un nuevo paradigma se abre para Bella, pues sus intenciones por conocer todo, lo bueno, lo malo, lo bello, lo placentero y lo doloroso la llevan a conocer al libertino abogado Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo), con quien querrá tener una aventura que la libere de su creador y la aprehensión en la que vivía.

Es de esta forma que la audiencia se vuelve parte del proceso de aprendizaje y vivencias de Bella, pasando por paisajes, lugares y momentos que van a incomodar a más de uno, porque cuando ella descubra el placer en la sexualidad, su deseo y libido la van a llevar a experimentar su erotismo en gran medida.

Como si fuera una cinta clásica que se remonta al expresionismo alemán, Pobres Criaturas abre su primer acto con una puesta en escena en blanco y negro, estableciendo la conducta ingenua y principiante de su protagonista, lo que genera un aura de misterio e incluso nostalgia. Emma Stone se adueña por completo del personaje y despojándose de sus papeles previos, aquí solo vemos a Bella descubriendo el mundo por primera ocasión. 

Conforme avanza tanto la trama como el viaje de ella, el desarrollo argumental y el arco dramático se va nutriendo con las distintas perspectivas que va conociendo. Con Duncan está viviendo al límite sin preocupaciones, solo diversión y perversión constante. Pero va descubrir los males que alberga la sociedad como la pobreza y la muerte, constantes que se van a cruzar con la prostitución y la desdicha más adelante, todo esto choca con Bella en un estallido de pensamientos y formas de ser.

Acompañar el viaje y ser parte es lo que permea durante la cinta, y lo que sale a relucir como el principal atractivo en Pobres Criaturas. Aquí el cineasta griego crea en Stone un personaje con ambigüedades, con el deseo de formar parte y de ser alguien, le brinda las aristas emocionales para florecer su inflexión y brindarle un cobijo esperanzador, algo que desequilibra el estilo de Yorgos al ser una conclusión que difiere de sus demás trabajos trágicos.

Los apartados técnicos son brillantes sin excepción. Desde la cinematografía haciendo un ensamble envidiable con el diseño de producción, vestuario y efectos especiales y visuales, logran darle vida a un mundo pasado pero con toques futuristas, haciendo incluso que los paisajes se vean como oleos pintados a mano. Cada set y encuadre con los grandes angulares característicos de Lanthimos, le dan ese manto de magia a la cinta, de misticismo y de grandeza.

Hablando de grandeza, la partitura musical de Jerskin Fendrix resulta estrambótica en ocasiones, ruidosa cuando se requiere, y angelical cuando es necesaria. Esto hace reacción en una banda sonora exquisita para los sentidos, ya sea que Bella esté bailando en el salón del crucero o simplemente esté disfrutando de su ser, la música es un deleite con la pobre criatura.

Dotar de hedonismo a la cinta no es gratuito, porque cada secuencia explícita se justifica por sí misma, haciendo que no solo sea exposición complaciente, sino un elemento vital para el entendimiento de Bella, que hace ver por qué la sociedad funciona como tal y de los males necesarios dentro de ella.

Poor Things es un viaje divertido, incómodo para algunos, excitante para otros, pero con una lección de esperanza acerca de la vitalidad del ser humano, haciendo cuestionamientos filosóficos y existenciales, no quedando conforme con alguna respuesta como Bella Baxter, que solo fue una víctima de situación, convirtiéndola en una pobre criatura determinada a vivir plenamente bajo su propio mandato.

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