Baghead (reseña)
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Es una película dirigida por Alberto Corredor, conocido previamente por la dirección de un cortometraje homónimo (2017) y el filme The Knowledge (2019), ambos trabajos con temática de
suspenso.
Entre los actores que conforman al elenco se destaca la protagonista Freya Allan recordada por su participación en la famosa serie The witcher (2019), la actriz Ruby Barker participante de la serie de televisión Bridgerton (2020), y, finalmente, el antagonista Jeremy Irvine quien ha dado vida a películas como Caballo de Troya (2011) y Mamma mia! vamos otra vez (2018).
Parece natural del ser humano el acto de querer establecer un precio para casi cualquier cosa, y aunque, es cierto que todas las cosas poseen un valor intrínseco por el simple hecho de existir, no deja de ser interesante cómo es que las personas deciden qué vale más y qué vale menos, en este sentido, existen dos criterios universales que nos arrojan un poco de luz para comprender la cuestión anterior, el primero de ellos se relaciona directamente con la exclusividad, porque, cuanto mayor es la escasez
sobre algo, más grande es la fascinación que produce, sin importar, que la posesión de dicho objeto produzca realmente un bien a su propietario.
El segundo aspecto está ligado a la inexorable condición efímera de la vida, que no es otra cosa, si no, el pasar del tiempo que en su andar apaga la vida y las recuerdos, sin posibilidad alguna de cambiarlo, es en este aspecto, donde encontramos las cosas realmente valiosas y las verdades más frías, porque, sin lugar a dudas, lo más valioso son aquellas situaciones, objetos y personas, que no podemos regresar ni con todo el dinero del mundo.
Corredor, comprende muy bien esta situación, y además sabe muy bien que, si de alguna manera, se pudiera regresar aquellas cosas que el tiempo se llevó, no solamente se podría experimentar las
situaciones más preciadas sino también, las emociones más sombrías, es por ello, que en Sentencia de Muerte, presenta la fascinante idea de volver a traer los muertos a la vida por un breve momento, situación que despierta los deseos más incomprendidos e inexplorados presentes en la mente de cada
persona.
La trama es fácil de entender, un hombre de edad avanzada hereda una propiedad a su hija, hecho que no tendría nada extraño, a excepción de que con tal posesión se incluye un aterrador inquilino que posee la capacidad de tomar la forma de personas fallecidas, por extraño que parezca, este habitante es en cierto modo inofensivo ya que obedece cabalmente al titular del edificio, de modo que, lo realmente peligroso no es el ser extraño en sí, sino las posibilidades que se pueden hacer con él.
Es probable que en esta obra, la intención del director sea presentar una metáfora sobre los deseos más profundos de los seres humanos, a través de una entidad que puede transformarse y dar vida nuevamente a los muertos, dicha idea se ve reforzada por el título original de la película, que expresa la idea de alguien con la cabeza cubierta, cuyo rostro se desconoce, haciendo clara referencia a la parte oculta de cada persona, y, sobre todo, hacia aquellas conductas que no se muestran ante los demás, ya que como sucede en el desarrollo de la trama, la crueldad de dicho ente, no es más que, el reflejo de la maldad de las personas, producto de sus deseos ocultos.
Es en este punto donde encontramos el mensaje final esta obra, que es invitarnos a reflexionar lo que sucedería si existiera
una forma de ver cómo somos realmente, y sobre todo, meditar si nos resultaría agradable el entendimiento que tendríamos sobre nosotros mismos.
El filme es muy recomendable para aquellos que buscan una película de terror con un concepto diferente y sin escenas innecesarias, así mismo, están garantizados los sustos y que la atención es fácil de mantener por la fluidez de la historia.
Por último, no es la mejor opción para aquellos que sean
exigentes tanto con la congruencia de la trama y en particular, con la correcta ejecución de los desenlaces.