El Halcón (Reseña)
Un nuevo héroe ha llegado, buscará hacer justicia, se enfrentará a quien rompa las leyes; ese hombre, ese justiciero es “El Halcón”.
Antecedentes, ¿Quién es “El Halcón”?.
Don Héctor Valero Meré, un gran periodista deportivo, un visionario, un creativo no sólo de revistas, sino de personajes del deporte espectáculo, de innovaciones dentro del arte del gotch, uno de los fundadores y pilares de la lucha libre independiente de México.
Fue Meré el que le dio la oportunidad a José Luis Melchor Ortíz, quien para 1971 ya era conocido como Danny Ortíz o el estandarte de la nueva revista “El Halcón” enfocada a difundir todos los acontecimientos luchísticos, por lo que en 1973 nació el personaje homónimo a dicha revista.
Ya bajo el nombre de “El Halcón”, Danny Ortíz causó sensación, en poco tiempo y llegó a igualar en popularidad a figuras ya consagradas del ambiente de los costalazos. Logró distintos campeonatos, ganó máscaras y cabelleras, pese a haber perdido su valiosa máscara en 1978 a manos de la leyenda “Mr. Personalidad” (el extraordinario “Mil Máscaras”). Sin embargo eso no impidió que su carrera decayera, al contrario siguió en lo más alto, se popularizó como “El Halcón Ortíz” y también como “Súper Halcón”. Su época dorada dentro del ambiente del cuadrilátero abarcó desde la década de los 70 hasta los 90.
De lleno en la película
La historia nos presenta a “El Halcón”, uno de los mejores y más queridos luchadores de la afición, quien a parte de su labor sobre los encordados trabaja con la polícia para detener a todos los malhechores, capos de la mafia o narcotraficantes como el denominado “El capitán».
Nadie sabe quién es, nadie lo ha visto y para deshacerse del paladín de la justicia, lleva a cabo un plan para desaparezca por completo la lucha libre: que todos los gladiadores sean mal vistos por la sociedad.
Años después de estos sucesos, “El Halcón” y algunos de sus compañeros, llevan una vida normal, es así como conocemos el día a día de Ramón y su hijo Francisco; ambos trabajan en una taquería donde nadie los respeta, donde una pandilla de motociclistas hacen de las suyas molestando a los comensales y todo el que se encuentre en el establecimiento. Tras vivir una tragedia Ramón decide volver a usar su indumentaria, esa que lo llenó de gloria y hacer de una vez por todas justicia.
Es la ópera prima del director Eduardo Valenzuela, en la que trata de hacer un homenaje a todo ese cine de luchadores que encumbró a estetas como “Santo, el enmascarado de plata”, “Blue Demon”, “Mil Máscaras”, “Huracán Ramírez”, “Tinieblas”, “Atlantis”, “Octagón” y “Máscara Sagrada”, entre otros.
Si bien se nota todo el entusiasmo de realizador por traer de vuelta al cine a los maestros de las llaves y contra llaves; al establecer la historia en la década de los 70 y ésta se va entrelazando con la época actual a través de flashbacks, es justo este elemento el que falla totalmente, debido que no hay un filtro en la imagen o algún tipo de maquillaje, vestuario, caracterización, un mueble, auto o algo que de verdad parezca que está sucediendo hace 30 o 40 años, más allá de los intertítulos que señalan en qué año se está.
Uno de los problemas que tiene el filme es que no se sabe a ciencia cierta en qué tono está, si se quiere ir por algo serio con toques humorísticos o si se trata de una comedia con escenas melodramáticas; además de que si se hace referencia a la lucha libre las secuencias de acción son limitadas, algunas de las coreografías están cortadas y no se nota ese dinamismo; sería todo más orgánico con planos más abiertos o de repente hay una serie de personas peleando, pero al tener los planos muy cerrados, no se logra distinguir quién está golpeando a quién o si es del bando técnico o rudo.