Cuckoo: una confusa y excéntrica odisea de terror piscológico
Lo más complicado muchas veces es lo más sencillo. Y es que cuando una cinta que posee una base de ideas de lo más interesante se presenta en la oferta de la cartelera las expectativas por algo distinto crecen. Pero ¿qué sucede cuando la excentricidad y la complejidad para asentar la trama se salen de control? El resultado: Cuckoo.
La sinopsis es cuando menos llamativa: Gretchen, una joven estadounidense, viaja a los Alpes alemanes con su padre, su madrastra y hermanastra. En el pueblo en el que se alojan empiezan a aflorar diversos oscuros secretos: ruidos extraños, visiones aterradoras y la aparición de una mujer que la persigue. Todo esto encierra algo todavía más terrorífico, en el que la ciencia y la ambición muestran sus peores rostros.
Dirigida por Tilman Singer, quien se ganó la atención por Luz, debut en largometraje que fue una sorpresa en el Festival de Cine de Berlín de 2018, la película tiene muchos aspectos por apreciar. En primer lugar, la locación es impecable, transmite una inquietante calma europea en la que la belleza de los alpes y esa sensación de cierto aislamiento propiciada por lo campirano son notables, creando una atmósfera efectiva.
La música de Simon Waskow, que también colaboró con Singer en su debut, acierta con la composición y elección de temas, pasando por piezas sinfónicas hasta por una mezcolanza de piezas electrónicas, de rock y de corte experimental. Todas encajan en el tono estético así como en el tema que plantea.
La fotografía de Paul Faltz, quien ya trabajo con el director en Luz, mantiene el sello de calidad propio de Neon. En cada una de las escenas y ya sea en exterior como en interior, las luces poseen un aura de artificial pulcritud, como si se tratará de un laboratorio, un campo de experimentos que alimenta todavía más el desconcierto que aumenta en cada secuencia.
Las actuaciones son excelentes, destacando sobre todo a Dan Stevens, Kalin Morrow, Mila Lieu, Àstrid Bergès-Frisbey y por supuesto Hunter Schafer. Por parte de Stevens, pese a que la construcción de Herr König lo posicione como alguien extraño y hasta caricaturesco, el actor le da su toque e imprime cierto encanto oscuro, sofisticación magnética; Morrow es una auténtica fuerza de la naturaleza como la misteriosa perseguidora; Lieu demuestra potencial y talento al interpretar a Alma, una niña que no puede hablar, por ende requiere de la gesticulación para comunicarse, planteando una presencia de inocencia pero de potencial peligro; Bergès-Frisbey como Ed, encarna a una desprolija y atractiva viajera, libre pero decidida; Schafer confirma como Gretchen que tiene las tablas para sostener un protagónico, con un abanico de emociones en control pero sobre todo, con mucha expresión.
Pese a sus puntos fuertes, hay una buena cantidad de problemas. Su difusa construcción en la historia es quizá el más importante. Pistas, indicios, guiños esparcidos que prometen al final darle sentido a un relato que pareciera más una colección de momentos raros, sin una línea y de la que no deja claros los propósitos del antagonista.
Temas como la juventud, el choque de generaciones (por ende de visiones sobre como recorrer el camino de la vida), la salud mental, el papel de la ciencia, la mirada más opaca del científico o de los conflictos familiares se entrelazan con una trama de terror psicológico, de atisbos de thriller por un misterios que realmente no queda del todo claro. Se proponen muchas cosas pero no terminan de atarse muchos de los cabos, dejando una sensación de desconcierto poco satisfactoria.
Sumado a esto, el ritmo de la película presenta altibajos. Lo mejor de lo anterior sin duda son las apariciones que generan esa sensación de riesgo notable y de un desconcierto que si que vale la pena. Lamentablemente, en su afán de posicionarse como propuesta rompedora la aleja de la regularidad y contundencia necesaria.
Con potencial para quedar como un clásico contemporáneo de culto, Cuckoo podrá gustar sobre todo a los fans de Hunter Schafer (que viene en meteorico ascenso desde Euphoria