«Armas Blancas»: el verano y el primer amor como móviles del autodescubrimiento

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Los primeros amores, las primeras amistades, las primeras luces de la vida son temas que emocionan, que causan una fuerte impresión en quienes rememoran con intensidad en diversas obras que plasman sus diferentes aristas. «Armas Blancas» de Mariana Musalem Ramos es, sin dudas, una de esas propuestas que llevan lo anterior a una dimensión bellamente filmada, con naturalidad e inocencia que tanto se requiere.

Es curioso como pese a que los avances tecnológicos parezcan inmensos e incluso sustituyan a ciertas interacciones, lo cierto es que la universalidad de estas historias tan cotidianas pero fundacionales hacen que las barreras impuestas por el tiempo se desvanezcan. Esta ópera prima consigue eso de una manera efectiva, directa, elaborada con tal habilidad que en apenas 80 minutos se aborden temas tan importantes, en la superficie al alcance de los más grandes y que Musalem lo pone a la altura que hasta aquellos que entran a la adolescencia los puedan apreciar.

Armas Blancas: ¿Una cinta que desmitifica la niñez?

«Armas Blancas» sitúa al espectador en un verano fundamental para Valeria, una niña de 10 años que disfruta vivir en un residencial con alberca, ya que se alejará de su mejor amiga y a un nuevo vecino que, además de ser su cómplice de aventuras será su primer amor. A la par, su querido tío Julio enfrenta su divorcio, llevando a Valeria a los primeros pasos hacía el crecimiento, el adiós de su infancia.

El objetivo de la cineasta de «remarcar cómo se sienten los niños sobre ciertas cosas que les pasan» se cumple totalmente. Es notable como la originaria de Oaxaca logra darle un verdadero protagonismo al punto de vista infantil, sin ese relativismo artificial ni de una perspectiva forzada. Para lograr esto, la realizadora confecciona un guión que si bien reduce su espectro de locaciones lo cierto es que la enriquece en anécdotas, cuestionamientos y además, acierta al no dejar de lado el divorcio del tío, al contrario, es un móvil en este disparador de experiencias, dando oportunidad para que lleguen las reflexiones más naturales a la vez que profundas.

Armas blancas' de Mariana Musalem Ramos: crecer en la alberca

Ese choque entre la vida real y la burbuja de la niñez que limita su existencia a la escuela, los juegos, los amigos así como de los primeros descubrimientos, es fascinante, se ha construido de manera cuidadosa y con un atisbo de inocencia que se traslada al despertar vital.

La fotografía de Oswaldo Toledano sorprende al ser de una belleza destacada. Cada palmo de la playa, de la alberca, de los alrededores en los que circula la acción se hace notar como si de un trabajo de alto presupuesto. A esto se le suma un apartado sonoro de calidad, siendo demostración de que los debuts en el cine mexicano no son sinónimo de baja calidad en los aspectos técnicos.

Armas blancas", el primer amor en la primera película de la mexicana Mariana Musalem

En cuanto a las actuaciones, cada actor imprime su interpretación más natural. A cámara se notan ciertos momentos de tropiezo que se han dejado para darle un aura de autenticidad, generando una química que refleja tanto la complicidad entre primos, padres e hijos, tío con sobrinos, amigos y por supuesto de esos enamoramientos tempranos en la vida. Esto ayuda a que la película posea un aura documental que refleja que tan personal ha sido este proyecto para su directora.

Si bien podrían apuntarse ciertas secuencias que reafirman ciertas cosas o reiteran lo ya establecido, «Armas Blancas» es una experiencia cinematográfica necesaria para reconectar con aquellos momentos que formaron al espectador.

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