El Baño del Diablo (Reseña)

De la dupla de directores-escritores austriacos que nos trajeron “Goodnight Mommy” y “La Cabina”, llega a salas mexicanas “El Baño del Diablo” – la película más nueva de Veronika Franz y Severin Fiala.
“El Baño del Diablo” sigue la historia de Agnes (Anja Plaschg), una joven plebeya quien contrae matrimonio con Wolf (David Scheid) con la esperanza de cumplir con sus deberes como esposa y eventualmente tener un hijo con él. Lamentablemente, las cosas no son así y empieza a ganarse la apatía del pueblo por no ser lo que ellos esperaban para Wolf. Dicho “fracaso”, la empuja a caer en una profunda depresión que a su vez no hace más que ganarle más odio de parte de los que la rodean, llevándola así a sentirse desesperada por una solución a su depresión.
La historia está situada en un pueblo en Alemania en los 1700, siendo éste el mismo lugar dónde una mujer fue ejecutada después de haber confesado el matar a un bebé.
Dicha situación es la que abre la historia y la que marca la pauta de los sucesos de la misma así como el tono de la película.
Desde el primer momento, la película es gráfica de una manera inesperada: te encara con la violencia, dejándola el mayor tiempo posible en pantalla para que no haya manera de huir de la misma a menos que uno cierre los ojos. Asimismo, es una violencia que ni siquiera es totalmente cruel, simplemente es una que nos muestra la naturaleza de la misma y que nos fuerza a confrontar lo que ésta representa. Uno esperaría que estas escenas fueran pocas, o al menos, bien espaciadas para tenernos piedad, pero al contrario, son continuas y pareciera que tuvieran el objetivo de sumergirte totalmente a la tortura que la protagonista vive.
La película está basada en hechos reales, al final aparece una leyenda que explica que las mujeres que protagonizan la película fueron personas que existieron y que fueron juzgadas por su pesares. Asimismo, fueron el sujeto de la investigación del libro que inspiró la película – “Suicide by Proxy in Early Modern Germany: Crime, Sin and Salvation” por Kathy Stuart. Es ahí dónde finalmente entiendes que la película cubre la situación que se dio en Alemania en dónde las mujeres, aterradas por la idea de ser condenadas al infierno por cometer el pecado de suicidarse, prefieren cometer un homicidio para así recibir el perdón en la confesión que hacen antes de enfrentar su sentencia a muerte.
“El Baño del Diablo” hace un señalamiento a la poca preparación o conocimiento que se tenía en aquél entonces para tratar con las crisis derivadas por una mala salud mental y cómo éstas llevaban a la gente a remedios que hoy en día sabemos que no servían más que para torturarlos. Es una reflexión, francamente violenta, de lo que puede pasar cuando una crisis de salud mental es mal llevada. Pero, es que, ¿realmente las cosas han cambiado? ¿No hay todavía una crisis de personas que están dispuestas a lastimar a otras para así justificar su sufrimiento o incluso, su castigo? ¿Seguimos en una edad oscura en la que la salud mental, sobre todo la de las mujeres, sigue siendo renegada?
Sin duda es una película que nos enfrenta a los horrores del existencialismo, a las actitudes tan apáticas de adoptar una postura nihilista ante tu propio estado mental y de la profundidad del horror que es el luchar contra los impulsos suicidas una vez que éstos comienzan a plagar la mente. Es una historia que se queda contigo y que te obliga a quedarte con los personajes al menos una tarde con la esperanza de tal vez así exorcizarlos de tu mente.
“El Baño del Diablo” no sería lo que es si no fuera por la increíble labor del cast y crew involucrados. La película se llevó el premio a Mejor Película en el Festival SITGES del 2024, y también fue considerada para representar a Austria en los Óscares y los Globos de Oro (aunque no fue seleccionada). De los mayores aciertos de la cinta son la fotografía y el diseño de producción pues hacen que las imágenes tan violentas y desoladoras genuinamente se vean tan bonitas que uno no quiere cerrar los ojos para esconderse de lo que está viendo. De igual forma, la actuación del elenco es lo que hace que la película sea el acierto que es. Siendo principalmente la actuación de Anja Plaschg, quien interpreta a Agnes, la mejor, puesto que ésta nos hace testigos del descenso a la locura de la protagonista, culminando en un tercer acto que se queda grabado en lo más profundo de la mente de la audiencia.
Este filme es uno que se debe de ver sabiendo que uno está a punto de enfrentarse a un viaje violento, a una película de horror folk que, si bien no nos da los sustos baratos que uno espera, nos da el peor horror de todos: lo desolador que puede ser la existencia humana. No obstante, vale la pena verla en pantalla grande, aunque sí es dura, los visuales ameritan completamente el enfrentarse a ellos como los directores lo querían.
“El Baño del Diablo” llega a cines el 13 de marzo gracias a la distribuidora Cine Caníbal.