Monstruo de Xibalba (Reseña)
Una película de poco presupuesto, pero de gran impacto
Monstruo de Xibalba, dirigida, editada y escrita por Manuela Irene, es un viaje largamente gestado desde 2010 que finalmente llega a la Cineteca Nacional y a diferentes salas del país este 4 de diciembre de 2025. La historia sigue a Rogelio, un niño que pasa las vacaciones con su niñera en Yucatán y que, junto a sus amigos, se enfrentará al significado profundo de la muerte.
Lo más potente de la película es su mirada femenina sobre personajes masculinos. Manuela observa a los niños y a los adultos desde una sensibilidad que revela lo que somos y lo que nos falta, sin juzgar.
Rogelio encarna eso: tímido pero curioso, inteligente, dispuesto a aprender, con una inocencia que no es ingenua, sino honesta. Rogelio también me enseñó que hay que vivir la vida al máximo y no tenerle miedo a la muerte.
Según nuestro pensamiento o subconsciente mexicano, siempre estamos con esa duda de “qué pasará después”, pero esta película te dice otra cosa: que lo importante es vivir, disfrutar las pequeñas cosas y valorar a las personas que tenemos cerca. Ser uno mismo con la gente que te quiere y te regala un poco de su tiempo.
Los elementos que me hicieron sentir ese realismo mágico vienen desde Xibalba —creo que es una leyenda del Popol Vuh, hay que checar eso— y todo ese tono mágico que te sumerge por completo.
La fotografía, a cargo de Damián Aguilar, la música, los colores, todo hace que se sienta magia. El escenario mismo es un personaje más: Yucatán es hermoso, y las criaturas que lo rodean suman un chingo a la historia, como si todos compartiéramos un ecosistema sano y vivo.
Y por qué la gente debería verla… porque esta película te invita a disfrutar el tiempo con la familia, con los seres queridos, porque no somos eternos y no sabemos cuánto tiempo vamos a estar aquí.
