El esperado regreso de Guillermo del Toro con «El Callejón de las Almas Perdidas» (2022)

Desde su debut en 1993 con Cronos, Guillermo del Toro se ha ganado al público y crítica gracias al amor tanto al cine como a una imaginación basada en la fantasía, cada vez con mejor nivel tanto de ejecución como de construcción.

Tras haber dado su toque personal a los superhéroes del comic en Blade II, darle un giro fantástico e impresionante a la Guerra Civil Española en El Laberinto del Fauno, explorar el estilo gótico en Crimson Peak, adaptar maravillosamente el formato cómic a cinta con las dos primeras entregas de Hellboy o ilustrar en sus términos la discriminación a través de los monstruos en La Forma del Agua, el cineasta tapatío decide ahondar en el género noir con El Callejón de las Almas Perdidas, una adaptación sobresaliente que reafirma el poderío creativo del mexicano.

Finales de los años 30, Estados Unidos. Stanton Carlisle es un hombre que trata de forjarse un futuro prometedor. Su primer destino es acabar trabajando en un circo, donde conocerá a todo tipo de singulares personalidades. Este lugar recoge a diferentes talentos, de los que Stanton sabrá sacarles partido, como es el caso de Molly, una joven extraordinaria con la que se marchará a la ciudad para crear su propio espectáculo. Pero, no satisfecho con este triunfo, Stanton se aliará con una misteriosa mujer llamada Lillith para crear un peligroso entramado para alcanzar el mayor éxito posible.

Aprovechando su amplio conocimiento para crear atmósfera y una sensación de crecimiento en cuanto al tono de las historias, Del Toro confecciona un relato que va de menos a más tanto en brutalidad gráfica como en la contundencia de sus mensajes, siendo la crítica al capitalismo y la consecución del éxito sin importar las consecuencias en los que se basa el relato.

Para darle mayor fuerza a esta progresión, se hace uso del color rojo como símbolo de todo aquello que ata al protagonista a lo que más ama, a su lado más humano, representados por el carnaval y Molly. Así mismo, el art deco de la ciudad a la que llega Stanton encarna perfectamente esa satisfacción artificial a la que no puede escapar. Todo esto se complementa con la genial composición de Alexandre Desplat, ya que con sus partituras encapsulan la esencia lujosamente extraña del filme.

El encanto visual no se limita a la fotografía. Los vestuarios, el diseño de producción y hasta las condiciones climatológicas ayudan a que cada secuencia tenga un impacto en pantalla que aprovecha las virtudes del maquillaje, música y objetos que van desde lo más convencional hasta los relativos a los fenómenos del carnaval como el de la mujer araña (tomado del imaginario mexicano) o la creatura de tres ojos encapsulado que refleja como se construyen los mitos de ese tipo de lugares.

Las actuaciones corresponden de buena manera con la construcción de los personajes. Bradley Cooper ilustra a la perfección el ascenso y ambición de Carlisle tanto en lo gestual como en el vestuario. Rooney Mara dota de esa calidez y humildad a Molly, el interés amoroso del protagonista que lo trata de mantener con los pies en la tierra. Cate Blanchett dota de esa sensualidad y carisma a Lilith Ritter, robándose cada escena en la que participa.

Aunque de cortas participaciones, Willem Dafoe y Ron Perlman dan su propia personalidad a sus personajes, el primero Clem Hoately, dueño de la criatura que parece humana y bebe sangre de las gallinas, el segundo como Bruno, protector de Molly.

Pese a sus virtudes, la película se siente contenida en cuanto al potencial y estilo tan característico de Del Toro, con poca dosis espeluznante, una narrativa que sigue la línea de lentitud creciente que puede no conectar con este ritmo. Así mismo, la espera por el clímax quizá se pueda parecer más extensa de lo que es.

No obstante, esta versión de El Callejón de las Almas Perdidas hace un valioso señalamiento sobre como esa codicia, esa búsqueda inútil por un éxito que jamás se conseguirá y como todo esto puede convertir al más talentoso en un auténtico monstro.