‘MaXXXine’: el cierre sangriento y sexy de una trilogía vibrante
“En mi profesión no te conviertes en una estrella hasta que la gente considera que eres un monstruo.” Esta frase acreditada a Bette Davis define a la perfección el centro gravitacional que ha seguido la trilogía de A24 a cargo de Ti West y es lo que da inicio a MaXXXine, la conclusión a la tercia de películas que incluyen a X y a Pearl. Es curioso que el camino que la saga que inicio con una propuesta de apenas 1 millón de dólares (con una recaudación espectacular de 15 millones para X, mismo presupuesto para Pearl pero con poco más de 10.1 millones en taquilla) logrará un impacto mediático que posicionó tanto a su realizador como a Mia Goth, su estrella y nueva scream queen, como nombres relevantes, -siendo el caso de Goth el que siguiera lo que decía Davis al encarnar a un personaje que en la superficie moral es un monstruo, aunque sea uno que a todos intriga.
Como es la evolución de éxito, lo que en un principio reunía a talentos que para el público general no eran nombres reconocibles y con un tono más oscuro, se ha convertido en un proyecto de un cast repleto de figuras mediáticas para la industria, brillos de luces en una ciudad que no descansa y que a través del velo de su maquinaria de sueños evade realidades peligrosas. Para completar el cuadro, el estreno de MaXXXine llegará el 4 de julio, festejo que en Estados Unidos se verá ilustrado en pantallas grandes con una fábula sangrienta del sueño americano, una de la que vale la pena hablar y que aún más ir al cine a ver.
Tras ser la única sobreviviente a la masacre de la granja de Pearl en Texas, Maxine Minx se ha consolidado como una estrella del cine para adultos y se ha mudado a Hollywood para perseguir sus sueños de ser una estrella de cine. No obstante, este camino no será fácil ya que además de los prejuicios por su fama en la industria pornográfica deberá enfrentarse a los peligros que llegarán con la aparición del acechador nocturno pero sobre todo de un pasado que ha mantenido oculto hasta ahora.
Una virtud que en estos tres años a manifestado Ti West como realizador es la de su habilidad para evolucionar y desarrollar películas que además de encajar en la misma línea estética (sin repetirse) sean un reflejo universal con el que se pueda el público identificar sin importar que el escenario este situado a principios del siglo XX, finales de la década de 1970 (en pleno auge del porno en EU) o en este caso de mediados de 1985. La envoltura de todo esto es de vibrante luminosidad, con un marcado amor al proceso del cine artesanal (efectos prácticos que destacan) y de una cantidad de guiños que cumplen un doble propósito: contextualizar y ganar la atención de todo tipo de audiencia.
La cinta fluye de manera ágil gracias al misterio establecido desde el inicio. Esto se aprovecha de gran manera para hilar lo ya visto en sus dos antecesoras, llevando la propuesta visual y de guión a un camino orgánico. Ver al Hollywood de aquellos integrantes del medio cinematográfico que no pertenecen a la élite, que habitan los rincones menos glamourosos y que cazan oportunidades para conseguir sus sueños de notoriedad es una agregado que se lleva de manera efectiva, que además rinde homenaje a varios de los departamentos que hacen posible que el cine logre tanto su alcance como su propia existencia.
Para esta cinta, West recoge una multitud de estilos y géneros que se combinan a modo de tributo para el cine de la época en la que está ambientada. Thriller, slasher, gore e incluso acción conviven de buena manera y hacen disfrutables las 2 horas que dura la cinta. Sin embargo, esta fijación por llevar la década de 1980 hasta sus últimas consecuencias lleva a ralentizar la ejecución del filme, con ciertas situaciones que pueden sentirse demasiado convenientes o con algunas aristas dictadas por el poder del guión, especialmente el último tercio que destapa un poco la fórmula ya conocida y que aquí se sigue con algunos sobresaltos.
No obstante, la composición de esta producción se ciñe a su tono ficcional y a lo que dictan las estructuras tanto de géneros como de subgéneros para ofrecer un espectáculo que funciona de maravilla. Ver en pantalla el amor al proyecto por parte de todos los involucrados y la confirmación de que en un entorno lleno de opciones que derivan de cintas del pasado, hay mentes que se atreven a apostar por historias propias y por interpretes que tienen inmenso potencial.
Si bien hay elencos repletos de nombres que están de moda o que el público conocen de varios años muchas veces resultan en espejos que solo deslumbran con el tráiler pero que al final fracasan. En el caso de MaXXXine esto no es así. Pese a que el foco está puesto en Mia Goth, la figura de la líder y protagonista de esta trilogía, que vuelve a ofrecer una gran actuación, lo cierto es que el resto de actores aprovecha su tiempo en pantalla para brillar; Elizabeth Debicki (Tenet, The Crown) encarna con frío encanto a la directora Elizabeth Bender, una voz que refleja la lucha de las mujeres en aquel Hollywood para abrirse paso y que le dará a Maxine su primera gran oportunidad lejos del porno; Kevin Bacon está esplendido como John Labat, un detective privado que ejemplifica la corrupción y la facilidad con la que el dinero corrompe la ética; Lily Collins (Emily In Paris) le da ese tono jocoso a Molly Bennett, una actriz británica que pone sobre la palestra que la actuación es un trabajo privilegiado; la cantante Halsey como Tabby Martin, es la cara contraria a Maxine, sin tantas ambiciones y buscando sobrevivir en una industria tan fugaz como la del cine XXX; Moses Sumney genera una mancuerna interesante con Goth al interpretar a Leon, amigo de la principal que tiene su tienda de películas de todo tipo; por último la dupla Michelle Monaghan – Bobby Carnavale interpretan a los detectives Williams y Torre, quienes tienen momentos de alivio cómico pero también a través de los cuales expresan los prejuicios de la época para las actrices del XXX.
Sexy, sangrienta, encantadora, electrizante y entretenida, MaXXXine es una película que funciona de la mejor manera, concluyendo de buena manera una historia que ha dejado huella en la cultura pop. Tanto cinéfilos como público casual la podrán disfrutar por igual y se suma otra visión sobre el sueño americano, nostálgico pero brutalmente revelador para una época en la que pese a los avances positivos en al sociedad, la hierba mala jamás muere y menos si hay un negocio que impide detenerse ante una realidad peligrosa.