23 Festival de Cine Alemán: Frank Meyer (reseña)
Implícito, o no, en cada momento circulan ideas, pasiones y deseos (estándares) entre nosotros. No es sorpresa que a consecuencia de ello adoptemos metas que en parte fueron impuestas o motivadas. En ocasiones se vuelven una vanidad enfermiza que termina en frustración y odio.
Frank Meyer (2024) es la ópera prima de los cineastas alemanes Leonhard Hofmann y Ricardo Dejan Jurkovic. Se trata de un documental donde se grabó por varios años a un hombre obsesionado con el ejercicio y la apariencia física.
Un fisicoculturista retirado, Frank Meyer, se ha propuesto realizar la hazaña que nunca logró de joven: ganar el primer lugar. A pesar de su edad se someterá a una rutina pesada, llena de excesos. Pese a su casi indestructible apariencia Frank en realidad guarda un ser lleno de inseguridades y afecto. Además, las ambiciones deportivas de Frank chocarán con sus múltiples problemas de salud.
La cinta de Hofmann y Jurkovic es un recorrido ambiguo, como una carretera que se desvanece entre la tierra a mitad de camino. El planteamiento inicial es muy claro, documentar a este hombre que se ha propuesto una meta con tanta determinación, por no decir obsesión. Evidentemente es ambiguo si lo logrará o que pasará después; en el aparente proceso de entrenamiento de Frank vamos conociendo facetas únicas de él y bastante personales. Más allá de las pesas y el régimen alto en proteínas, el fisicoculturista es un hombre aficionado a los animales: al punto de administrar una tienda de mascotas, propiedad de su familia.
A Frank además se le ve como un hombre con sentido del humor muy amplio y que no escatima en divertirse en lo que hace. Al grado de querer mantener la sonrisa incluso en los momentos más trágicos. Estos pequeños destellos de su vida hacen que el espectador deje de percibirlo por alguien totalmente egocéntrico y que solo piensa en su físico. Más aún, cuando se muestra que Frank tiene algunos problemas emocionales y de salud; esto nos recuerda que no es tan invencible como parece, que es un hombre mortal como todos nosotros.
El montaje da brincos en el tiempo de forma imperceptible y sin aviso previo: el único indicador es la cada vez más apagada, callada y silente actitud de Frank; ocasionada por una evolución en sus problemáticas de salud. Aquel hombre que se esmeraba tanto en hacer reír a los demás y jugar con perritos, empieza a desmoronarse. Ese entusiasmo se va mermando junto con su meta al punto de sentirse como si hubiera habido un cambio de actor.
Me parece que la cinta usa el recurso de la nostalgia, que persigue a Frank, en dos momentos clave. Al inicio cuando él añora sus viejos ayeres, se dota al documental con pequeños clips, aparentemente grabados en VHS, de cuando Frank era muy joven y concursaba. El segundo momento es a lo largo del documental que percibimos un deterioro en Frank, existe una añoranza por aquel Frank feliz y con buen sentido del humor. Que a pesar de estar retirado, tenía salud y se desenvolvía con naturalidad en sus actividades cotidianas.
En lo técnico, la fotografía se encuentra en todo momento en formato cuadrado; hecho que podría estar diseñado para exacerbar lo imponente que es físicamente el protagonista. Por otra parte, el sonido acompaña al largometraje en esta ola de melancolía e introspección; con música tipo lofi y silencios en entornos bulliciosos; lo que resulta una selección adecuada.
En conclusión, Frank Meyer es un documental que llevó varios años de trabajo detrás; pues mantuvo en un constante monitoreo con las cámaras la vida de este fisicoculturista a lo largo de diez años. Inicia mostrando a un personaje con objetivos muy superfluos y termina tornándose en un proyecto con reflexiones más profundas, escalofriantes y desoladoras; en torno a los excesos y desgastes que nos auto infligimos por buscar alcanzar estándares dictados por la sociedad. Y que creemos, nos harán felices.
