FICM 2020: Soñando con barcos de papel y juguetes de madera
El género de la animación en el país es uno de los más prolíficos. Grandes nombres de voces jóvenes que poco a poco se han abierto paso en el mundo del cine han salido de esta manera, con la finalidad de contar relatos como soñadores cumpliendo su mayor deseo.
En Unplugged News tuvimos la oportunidad de charlar con un soñador más, el egresado de la ENAC, Mauricio Hernández, que con su proyecto de graduación titulado ‘Un Juguete de Madera Soñó con Barcos de Papel’ forma parte de la Selección de Cortometraje Animado de este año en la edición número 18 del Festival Internacional de Cine de Morelia.
«Este corto surgió en un momento en el que estaba lejos de mi casa, donde tenía mucha añoranza por todo. No la estaba pasando muy bien personalmente y tampoco tenía muchos medios para hacer una película. De pronto, de esta sensación de soledad y añoranza nace la idea de este corto«, comienza Mauricio al hablar de su inspiración para este relato.
La soledad y la añoranza se representan de clara forma en este cortometraje un tanto experimental por medio de sus protagonistas, en donde el Juguete de Madera representa la soledad y los Barcos de Papel los sueños, la añoranza de salir de una rutina. Pero para entender un poco más este cortometraje, Hernández nos cuenta más acerca del contexto en el que lo realizó.
«Tenía un ‘deadline’ para entregarlo. Tuve seis meses para llegar a esta fecha y tener listo el corto. Originalmente quería hacer un documental, una idea de lo que quería hacer. De pronto pasaron tres meses y no había hecho nada. El tiempo se acortaba así que cambié hacia la opción de animación para evitar problemas con permisos y demás. Siguió pasando el tiempo, ya solo tenía un mes para hacerlo y lo único que me pasaba por la mente eran ideas un tanto complejas con personajes bien diseñados, mucho arte, en fin. De pronto quedaba ya solo una semana y no tenía nada. Trabajaba a tiempo completo, el estrés me llega muy fuerte, ésto sumado a la época complicada que pasaba«, comenta.
«En ese momento tuve que sentarme y encarar la situación para ver que tenía y que podía hacer. Así, me replantee las ideas, deseché la cuestión del escenario y opte por qué el fondo fuera negro que no hubiera un espacio definido. Igual hice con los elementos de arte y pensé en las sombras, que tenían que ser geométricas. También la paleta de colores, donde me incliné por algo monocromático muy orgánico basándome en las cosas que si tenía a la mano como papel, cartón y madera, algo que me dió un color sepia. Finalmente también tomé una decisión con la luz, que debía entrar directo, de madrazo y que eso se convirtiera en parte de la narrativa más que un problema. Otro detalle fueron los barcos, que salieron de un bonche de tickets que tenía acumulados y los use para este universo«, finaliza el egresado de la ENAC.
Pero algo en lo que sí tenía mucha libertad dentro del proyecto era en el diseño sonoro. «En esto no hay nadie que me limite porque el sonido es otra propuesta y me clavé por ahí para convertirlo en la principal línea o fuerza narrativa dentro del cortometraje«, afirma Mauricio.
El más claro ejemplo de la importancia de la música en este proyecto es, sin duda, la canción que escuchamos durante el filme. Un cover de Natalia Lafourcade a una canción tremendamente nostálgica de Agustín Lara llamada ‘Azul‘. «Hay algo en el corto que lo vuelve anacrónico», comenta el realizador. «Los sonidos que se escuchan son viejos, puertas oxidadas, los materiales de alguna forma son reciclados. Pero eso a su vez lo capturas de manera digital con una cámara con un chingo de resolución. Me parece que la música tiene ese mismo factor. En lo personal me gusta mucho la música de Lara, y la letra de esta canción me parece que evoca un amor anacrónico justamente. Porque ya no es así como hablas de alguien o ya no hablas simplemente de lo que te provoca ver a los ojos de tu amado. Pero mientras el mensaje nos remite a eso, la voz de Natalia es muy contemporánea, así que me parece que unía las dos cosas en diferentes niveles. Esta versión en particular es un arreglo de Tomás Barreiro, donde me parece que a partir de la instrumentación que hace pues remite a algo muy tradicional contrapuesta con esta voz peculiarmente moderna«.
Hablando de lo que se percibe en el mensaje dentro de esta pequeña obra, oportunidad, Mauricio Hernández dijo que «hay como tres partes, una de ellas es lo geométrico, rígido y simétrico. De pronto llega la segunda parte que resulta todo lo contrario, porque es buscar la individualidad a través de las diferencias, lo cual no genera una armonía sino un caos que se contrapone con el orden inicial. Así que si, hay una alusión acerca de ese control, del orden y el desorden dentro del corto«.
La última parte hace alusión a que no se necesita ese orden rígido y estricto para tener una armonía. «El final es justo un poco eso, cuando deciden rodear al Juguete de Madera, los Barcos de Papel convierten la verticalidad en una horizontalidad junto con él, que era quien pretendía soñarlos o mantenerlos a raya, un tanto esclavizados. Pero al final, se liberan y lo acompañan«, nos dice el director.
Algo destacado en la estética del proyecto es ese aire de viejas influencias cinematográficas como el Expresionismo Alemán, con el manejo de las sombras y figuras geométricas. «Sin duda alguna hay influencias de ello, porque el corto tenía que ser muy expresivo con lo poco que tenía. Así que lo llevé al extremo, buscando esa expresión en las sombras y en las figuras geométricas, las esquinas anuladas, todo ello para expresar el sentimiento«, platica Hernández.
Y aunque es un personaje que pareciera ser la guía de todo lo que vemos, el Juguete de Madera al que hace alusión el título, también tiene cierta carga simbólica en el corto. «El punto en el que estaba yo tiene que ver un poco con el significado que le pude dar a su presencia. Sentía que era yo intentando controlar mis pensamientos. Era yo sintiendo esa crisis por tener toda esta diversidad de ideas y direcciones pero no saber que hacer con ellas. La solución era querer ordenarlas, amarrarlas, dominarlas. Es un punto de vista muy personal porque no creo que nadie que vea este proyecto aparte lo sienta o vea así. Pero al final entendí que no se puede hacer eso y no debería intentarlo porque el valor mismo de los pensamientos es que son diversos son muchos y justo existen todos al mismo tiempo. Entonces lejos de imponer, hay una armonía que envuelve«, confiesa Mauricio.
En medio de este mar de originalidad animada, el constante choque entre lo viejo y lo nuevo forma parte de una dinámica interesante, casi mágica en el corto que le da una oportunidad de competir en el marco de este festival. «Estoy muy feliz, me sorprendió bastante que lo eligieran. No esperaba en realidad nada porque ya lo había intentado meter hace un año cuando era todavía algo medio inconcluso que incluso sufrió cambios estructurales ya cuando estuvo terminado. Pero el hecho de que haya quedado esta vez me da mucho gusto porque es un evento al que he ido, un encuentro muy padre entre la audiencia y los realizadores. Entonces el hecho de presentar mi corto en este contexto es algo que agradezco muchísimo«, expresó el director.
Para despedir la charla, Mauricio Hernández le da un mensaje de aliento a todos aquellos que siguen soñando con Barcos de Papel, cuyo sueño sea el hacer cine y poder llegar a las instancias de festivales como el de Morelia. «Simplemente hagan las cosas. Yo no estudié animación, la escuela tampoco era muy amigable con la idea. Pero a final de cuentas lo hice, así que háganlo. Pueden hacer algo con pocos elementos si lo desean, como cartón, papel y un celular. Que te hagas bueno en ello o no viene con la práctica pero no esperes a que alguien venga ayudarte en una realidad ideal, simplemente háganlo y sigan practicando porque no hay otra manera de avanzar y realizar esos sueños«, concluye.