Gabriel Mariño y las maravillas onírico realistas del amor y la soledad

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En el año 2017 el realizador Gabriel Mariño estrenó en diversos festivales la cinta Ayer Maravilla Fui, segundo largometraje de su autoría en el que proponía una historia fantástica de amor, soledad y hastío en la que se plantea una cuestión existencialista acerca de la esencia de las almas. Este filme ganó un par de premios importantes en la edición número 15 del Festival Internacional de Cine de Morelia y ahora, cuatro años después, encuentra por fin una fecha de estreno en salas de cine.

En entrevista para Unplugged News, Mariño nos platicó los detalles detrás de esta cinta, empezando por la concepción inicial de este relato dramático fantástico. “La película surge, primero, de una especie de pregunta que me hice yo a mí mismo y me venía haciendo desde hace tiempo de manera consciente e inconsciente que era si es que es posible que alguien se enamorara de la esencia de otra persona. No necesariamente de su físico o de su género, solo la esencia. Y de pronto pensaba qué pasaría si esa persona de la que estamos enamorados tuviera otro cuerpo, literal, o fuera de otro género, ¿qué pasaría, estaríamos igual de enamorados?”, comenta el realizador.

Si bien esta pregunta giraba alrededor de la mente de Mariño, se complementó con una entrevista que leyó realizada a una actriz cuya respuesta lo dejó maravillado. “Le preguntaban si es que ella tuviera el chance de ser hombre por un día, qué es lo que haría. La primera respuesta que dijo fue que correría a hacer el amor. Eso me pareció muy interesante y claramente me sentía muy identificado con ello porque ¿cómo uno no va a querer experimentar ese tipo de sensaciones desde otro cuerpo? De alguna manera, nuestra frontera final es nuestra piel. Así, empecé a fantasear con la idea de que hubiera un ente, una persona que cambiara de cuerpo. Eso fue la génesis de este proceso.”

Este curioso ser resulta ser el protagonista de Ayer Maravilla Fui, un personaje que es incapaz de relacionarse con su mundo debido a esta peculiar condición que padece. “Lo había planteado en mi cabeza como un ser que ya llevaba mucho tiempo con este problema de índole fantástico, extraño e incontrolable. Y entonces al ya tener mucho tiempo con esta situación del cambio de cuerpo e imaginarme qué es lo que pasaría si eso sucediera, resulta que en este ser hay un cierto hastío, el tiempo lo vive de manera diferente y eso le provoca un aislamiento donde poco a poco se va sesgando ya que prácticamente no puede mantener relaciones con nadie porque de alguna manera va a volver a cambiar de cuerpo”, afirma Gabriel. 

Una de las cosas más llamativas en el aspecto de la construcción visual de este mundo que vemos en la cinta es, ciertamente, la elección del blanco y negro para contar este relato de soledad, amor y fantasía. Al respecto, Mariño declaró que “la elección (del blanco y negro) me parecía una herramienta ideal para empezar a construir este mundo y el tono de la película. Es una convención visual que forma parte de nuestro imaginario colectivo. Lo vemos desde fotos viejas de nuestros abuelos o nuestros antepasados, incluso en los periódicos entre muchas otras cosas que se ven y generan de esta forma. Creo que tiene esta facultad de otorgarle a la realidad un velo evocativo que puede ser onírico, nostálgico o incluso poético y al mismo tiempo sigue siendo real, verosímil, algo que aceptamos en nuestra cabeza que sucede. Me parecía que la película justo tiene un pie en la fantasía onírica y otro en la dura realidad, en lo crudo de la vida en la CDMX del 2017. Ese balance me parecía que se transmitía de manera brillante.

Además de esa mezcla adecuada que ayuda a capturar el tono y la esencia justa del filme, que radica entre el onirismo y lo realista, el director complementa su comentario al decir que “cuando extraes el color de las imágenes de pronto puede uno fijarse más en el detalle o cosas que pasaba uno por alto estando la imagen a color, sobre todo en las texturas y las pequeñas cosas que de pronto no las notamos a pesar de que estén ahí.  Las manos de una persona, las paredes, el papel, los rostros, hasta la misma ciudad se ven diferentes. Y qué decir de la atemporalidad que transmite, característica que se relaciona directamente con nuestro personaje, el ente.

Sin duda, el desarrollo del ente en el filme es lo que le da vida al relato. Como espectadores, somos testigos de ese amor cambiante de forma, pasando de un anciano a una joven mujer para después seguir a un adolescente tímido, hasta llegar a una conclusión bastante agridulce.  Al hablarnos de la construcción de este personaje, el director mexicano comentó: “Tenía muchas ganas de desarrollar un personaje que tuviera una serie de desafíos y condiciones muy extremas, fuera de lo normal como el cambio de cuerpo. Me ponía un poco en los zapatos del ente y me preguntaba qué se sentirá estar como una especie de vampiro, viviendo, viendo pasar la vida y de pronto encariñarte con alguien a quien tienes que dejar porque cambiaste tu forma física y vuelves a ser un ermitaño. Así fueron saliendo los personajes que vemos, como pequeñas anécdotas en una especie de directrices para conformar el personaje.

Tan importante se convierte la figura y el viaje de este ser protagonista con sus cuestiones existenciales que ha obtenido eco en ciertos temas que el director no pensaba tocar de inicio. “Hace poco veía una entrevista a Hoze (Meléndez) sobre la cinta y mencionaba que a él le tocaba interpretar un papel que ya no se siente representado por un solo género, sino que es de género fluido. Eso me pareció muy interesante porque al principio no es que hubiera pensado que la película se insertara en esa conversación, no porque no quisiera sino porque no era la intención realmente. Pero cuando oí a Hoze hablar de ello le di toda la razón. Incluso en las redes sociales tanto de la cinta como las mías he visto que la gente tampoco se siente representada por un género y ve que la película toca fibras que a ellos les atañe. Cuántas personas en este momento hay en el mundo que no se sienten representadas por un género y tienen ese anhelo, necesidad o ganas, incluso viven una historia de amor actualmente. Son muchísimos y eso es algo que me da gusto, que este filme de alguna manera se inserte dentro de esa conversación y ofrezca una ventana para todos ellos que no se sienten reflejados por un solo género encuentren en Ayer Maravilla Fui y la historia del ente un reflejo o una conexión especial”, explica entusiasmado Gabriel.

Más allá de la presencia de este ente cambiante que sirve como guía para el espectador de las cuestiones más existenciales del amor y la esencia del ser humano, hay otro personaje que se cierne sobre estos personajes que es la misma urbe en la que viven este idilio maravilloso pero a la vez imposible. “Tengo una relación amor/odio con la ciudad. Aunque yo ya no vivo en la Ciudad de México, cuando la filmé sabía que era la última película que realizaría antes de dejarla para vivir en otro lugar. Entonces la cinta se convirtió en una carta de amor/odio y de despedida a este lugar. Muchas de las locaciones son los barrios o lugares en los que crecí, las calles que caminaba para ir al CCC y que conozco muy bien, que las viví, las caminé y las sentí. Eso pasa mucho, de alguna manera haces tuyos esos lugares. Era algo muy significativo el poder llevar mis barrios a una película, retratarlos y por eso es que la ciudad puede ser otro personaje, hay mucha nostalgia y cariño ahí metido”, platica de manera emotiva Gabriel Mariño.

Cuatro años después de recibir aplausos en su rodada de festivales, el director y guionista recuerda aún con emoción ese recibimiento hacia Ayer Maravilla Fui. “El proceso de hacer un filme toma años en México. Al ver el recibimiento que tuvo hace cuatro años en Morelia me sentí gratamente sorprendido por la respuesta. Recuerdo que ese 2017 había películas muy buenas en la competencia como Los Adioses de Natalia Beristain u Oso Polar, que a la postre ganó el premio mayor del festival. Después fue el éxito en Los Cabos donde también se lleva dos galardones.

Sin embargo, no se puede ignorar el tema de la distribución de cintas nacionales así como el futuro que le espera a las producciones mexicanas en estos tiempos de transformación. “Tristemente, para mí no es nada nuevo que a una cinta le vaya tan bien en festivales y después tarde muchísimo tiempo en llegar a carteleras. Todo el mundo sabe que la asignatura pendiente del cine mexicano es la distribución aunque en estos tiempos podríamos hablar también acerca de lo relacionado a la producción debido a estos recortes que ha habido de apoyo al cine y la reconfiguración de los mismos. Es difícil, es una carrera cuesta arriba y con la pandemia se acentuó, donde parece que ahora también vamos en ese camino pero de noche y sin luces”, manifiesta Mariño.

A pesar de ello, el realizador no pierde la esperanza y sabe que a pesar de estas asignaturas pendientes en el tema de la industria cinematográfica mexicana, hay gente que consume y desea ver este tipo de productos, por lo que le emociona que su segundo largometraje por fin vea la luz en ese sentido. “Esto es así, estas propuestas independientes le piden al público que se salgan de su zona de confort, que experimenten y se arriesguen un poco más de la misa forma en que nosotros los tomamos como realizadores. Creo que ya hay mucho público para este tipo de cintas, gente que busca la exhibición de las mismas y ellos son a quienes me dirijo, así que este estreno en salas me tiene bastante contento en ese sentido”, concluye.

El estreno de Ayer Maravilla Fui en salas de cine mexicanas se tiene contemplado para el día 15 de abril, ofreciendo al público que la vea un relato realista con tintes fantásticos que definitivamente invita a la reflexión de un amor sin etiquetas, donde la esencia del ser es lo verdaderamente importante. 

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