El Agente Topo, al servicio secreto de los ancianos
“El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad” dice Gabriel García Márquez en su obra cumbre: Cien Años de Soledad, dándonos qué pensar acerca de volverse viejo y cómo el paso del tiempo nos va llevando poco a poco a un final donde los recuerdos, las memorias, la experiencia de lo vivido, se queda en el abandono.
Y es que no cabe duda que, como seres humanos, uno de los más grandes temores siempre es el envejecer. Ese pánico de pensar en cómo, en algún momento de la vida, nos convertimos en ese cúmulo de experiencias, de memorias, de sabiduría detrás de un cuerpo que nos encadena y del cual somos presa.
El Agente Topo coquetea con esta idea de una manera muy peculiar en esta docuficción de la directora Maite Alberdi que nos cuenta la historia de Sergio, un hombre de 80 años que, al estilo de cualquier cinta de espionaje, se infiltra en un hogar geriátrico para investigar las condiciones de vida dentro del lugar, encontrándose a su paso con otras historias que lo desvían de su misión principal y nos llevan a mirar lo duro que es envejecer solos.
Uno de los mayores aciertos de Alberdi, que incluso se ha convertido en un factor distintivo de su filmografía, es el cómo a partir de los mundos individuales de sus personajes la realizadora va creando un discurso que sirve para entender desde estas historias tan pequeñas y personales los grandes problemas en el día a día a a partir de la vida cotidiana que los rodea.
Otro factor interesante es esa mezcla de ficción con la realidad documental que vemos reflejada no sólo a través de los ojos de Alberdi, sino también de Sergio, que poco a poco se va involucrando más con cada uno de los personajes que él, como espía, va descubriendo. Curiosamente, la idea que rondaba a Alberdi por la cabeza era la de hacer un filme acerca de la labor de un detective privado.
La directora, de manera inteligente, mezcla el caso real de este asilo para ancianos con la labor detectivesca sin comprometer ninguna de las dos miradas. Es así que en este peculiar documental somos testigos no sólo de la labor que un espía/detective tiene que hacer al infiltrarse para investigar acerca de un caso, sino que a la par va presentando relatos de una problemática mayor como lo es el abandono de los adultos mayores en este lugar donde parecieran ser olvidados por familiares, amigos o la sociedad misma.
Muchas veces, la realidad está llena de historias insólitas. Es aquí donde El Agente Topo resuena al recordarnos este punto de formas inesperadas. Mediante el uso del lenguaje cinematográfico, podemos sentirnos como si estuviéramos viendo un relato de ficción bastante cándido con un detective de 80 años que de repente tiene una misión en este asilo. Así, los planos cerrados, la fotografía, los videos grabados con cámaras escondidas, todo esto va forjando un elemento de ficción acerca de una dura realidad a la cual Sergio se va abriendo poco a poco.
A pesar de que la misión de este detective de la tercera edad es enfocarse en una cliente de nombre Sonia, lo que pasa con Sergio es interesante al dejar de lado eso para convertirse en testigo no sólo de los testimonios de otros personajes como Marta, Berta, Petita o Rubira, sino en alguien que deja de lado su misión para darse cuenta de esta soledad que rodea a estas abuelas, hijas o madres que parecen vivir de la añoranza de no ser olvidadas.
El Agente Topo muestra de una manera muy humana lo que ellas viven sin necesidad de señalar un culpable. Podemos ver la necesidad que todos tienen de ser visitados, de extrañar a su familiares, de vivir en este lugar que si bien no es una cárcel o un encierro cruel, se va llevando poco a poco los últimos años de una vida en la que solamente encuentra solaz con la compañía que se hacen unos a otros
Así, vemos desfilar primero esa parte de la cinta de espías para que, finalmente, Alberdi nos recuerde la parte más humana, más real y más dura de esta docuficción que es el abandono de estas personas de la tercera edad ante el tiempo, dando a la reflexión el hecho de que no se necesita un espía o un detective para saber que lo que estos ancianos necesitan es el calor humano de una buena compañía, pero sobre todo, el jamás ser olvidados ni por la sociedad ni por la familia misma.
“Saber envejecer es la obra maestra de la cordura y una de las partes más difíciles del gran arte de vivir.”, escribió el filósofo Henri Frederic Amiel. Sin duda, El Agente Topo de Alberdi nos da ese vistazo de una manera ingeniosa que no cae en la explotación ni en la sensiblería sino en el reflejo de una realidad brutal de la cual no se habla mucho y que de repente dejamos de lado: el olvido, el abandono no sólo de nuestros queridos viejitos sino de nuestro lado más humano.
Nominada al Oscar en la categoría de Mejor Documental y disponible para verse en Netflix, la cinta de Alberdi resulta una interesante mezcla de cinta de detectives con una amarga realidad, poniendo a nuestro protagonista, Sergio, al servicio secreto de estas personas de la tercera edad que lo único que quieren es no ser olvidadas ni ser juzgadas como una carga, dejando así la reflexión de lo duro que es el envejecer.