Zombis, Cámara, Acción (Reseña)
Un pequeño equipo de producción, de lo que parece una película independiente de zombies, se encuentra trabajando en el rodaje, cuando de repente, se les ve interrumpidos por el inicio de un apocalipsis zombie real, llevado a cabo justo en su tenebrosa locación.
El director frustrado por un mal presupuesto y producción, enloquece y elige grabar el proceso de supervivencia de sus protagonistas, llevando su guión al extremo posible de esta apocalíptica realidad.
El equipo de producción así como los protagonistas deberán sobrevivir a una caza orquestada por su demente ex colaborador y una orda de zombies en busca de carne humana fresca.
¿Vaya sinópsis cierto? pero si tu estás dispuesto a ver una cinta que revolucionara el género de zombies o algo de la calidad o entretenimiento de World War Z, (Marc Forster) La noche de los muertos vivientes (George Romero), The Walking Dead (Frank Darabont) o esperaba una apuesta oriental al estilo de “I am a hero” (Shinsuke Sato) puede que sea el momento de decepcionarte.
Pero espera, no te vayas, no todo está perdido. Puede que no estés ante un clásico del cine del género, pero estás ante una de las más grandes comedias satíricas jamás escritas. Obra de autor que solo pudo ser concebida por la mente maestra de Shin’ichiro Ueda.
Si no has visto el filme corre a disfrutar de 97 exquisitos minutos y regresa para contrastar nuestros comentarios ya que este análisis contiene spoilers. Verás una obra que recaudó 1200 veces lo que costó y fue una bomba en festivales y premiaciones alrededor del mundo (2017).
“Si sobrevives los primeros 30 minutos morirás de la risa” Esta sentencia aparece en el cartel, la promoción y el inicio de la película al menos en la tropicalización nacional. Dicha advertencia me pareció particularmente innecesaria ya que predispone al espectador a esperar por la media hora posterior al inicio de la proyección. Aunque para este su servidor, esos “fatídicos” 37 minutos iniciales a su manera son una joya.
Ueda nos propone una narrativa cíclica e inicia mostrándonos el final de la película. La cinta comienza con un detrás de cámaras en plano secuencia.
Para todos los lectores que incursionan de a poco en este maravilloso mundo del cine, este plano se caracteriza por no tener interrupciones y capturar la esencia del contexto y las interpretaciones de la manera más real posible en una sola toma en una cámara. “1917” película de Sam Mendés, fue el último hit fílmico en utilizar el recurso y ser elogiado por la crítica y la audiencia.
A diferencia de la cinta de Sam Mendes, Ueda nos otorga el peor plano secuencia de la historia del cine. No hay iluminación, ni musicalización. De estos 37 minutos el primer indicio de musicalización o banda sonora se da por ahí del minuto 33.
No hay microfonía, ni estabilizadores, el camarógrafo no guarda encuadres, perspectivas y ni hablar de la pésima fotografía. Lo malo pasa a ser muy malo, cuando las interpretaciones son pésimas, exageradas, con falta de intensidad, secuencia o lógica. El guión carece de sentido y la narrativa además de predecible se vuelve ridícula, algo así como un Fast and Furious 10. Así de malo como se leyó se ve en pantalla.
Ojo: me refería anteriormente que a su manera es una joya, por que para saber hacer las cosas bien hay que saber hacerlas mal. Pero hacer ver bien lo que está mal y evidenciarlo de una manera natural y sutil conlleva creatividad, experiencia y sobre todo amor y errores por este negocio llamado cinematografía.
Pero espera, no te desanimes de nuevo. A partir del minuto 38, la perspectiva de la historia cambia por completo y te sitúan en un segundo acto al momento preciso en que contratan al director encargado de llevar a cabo el proyecto que vimos en el acto anterior (Si, ese pésimo plano secuencia), Kamera o Tomeru na.
Ante negativas, barreras creativas y caprichos de producciones nos preparan para un graciosísimo tercer acto que si bien NO es “una carta de amor al cine”, es un homenaje de creadores y creativos de contenido para creadores y creativos de contenidos. Es imposible si te dedicas al guión, catering, producción, dirección, efectos visuales, maquillaje, talento, promoción o cualquier rubro que cubra una producción audiovisual, no identificarse con lo que Hamatsu y compañía crean e interpretan de una manera magistral, en este maravilloso tercer acto.
Describir a detalle la trama es quitarle la magia y la increíble muestra de talento que no se cansa de derramar todo el equipo de producción, tanto el falso como el verdadero, de este filme.
Dos mensajes poderosos se encuentran detrás de diversión y sátira a la realidad; el amor a tu profesión y tus sueños. Así como el heredar tus amores y pasiones a tus seres queridos y cercanos. El entregable final del director incluso cierra con un mensaje poderoso a nivel sentimental para hacer aún más entrañable esta película.
Sin duda recomendaría 100% esta película a cualquier persona que estudie o haya querido estudiar cine o cualquier arte escénica. Conmovedora, divertida y a su misma manera ambiciosa.
Shin’ichiro Ueda puede codearse en un restringido club de directores como Tarantino, Robert Rodriguez, George MIller, que demuestran que con bajos y limitados presupuestos pero con toneladas de Talento, creatividad y amor por tu profesión puedes lograr arte que alcanza audiencias y ganancias inimaginables,
Si no has visto “Kamera o Tomeru na”, no te la pierdas.