Academia Alfhaville lanza el curso «La fórmula secreta del cine mexicano» con Juan Antonio de la Riva

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Hijo de un proyeccionista de cine itinerante, pasó su niñez en compañía de su padre ofreciendo  funciones en los aserraderos de la sierra de Durango, para luego asentarse en San Miguel de las Cruces para establecer un cine. En 1975 inició estudios de realización en el CCC y su tesis fue el  cortometraje “Polvo vencedor del sol”, que obtuvo el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cine de Lille, Francia y el Ariel en la misma categoría. Luego de dirigir los documentales “Xochitlalis” y  “Huastecos de Veracruz” en 1984, debutó con su ópera prima, “Vidas errantes”. A la fecha ha dirigido 18 largometrajes.

En ésta primera parte del curso se hablará de cada período, de las películas más representativas de cada etapa y de las características de los directores más significativos

Primer Módulo I Periodo de 1931 a 1965

A partir de Santa, de Antonio Moreno, la primera película sonora realizada en 1931, el cine mexicano se desarrolla primero en una etapa de búsqueda de una identidad propia y se realizan las primeras obras importantes: Dos monjes, de Juan Bustillo Oro; La mujer del puerto, de Arcady Boytler; El compadre Mendoza y Vámonos con Pancho Villa, de Fernando de Fuentes y Redes, de Fred Zinnemann y Emilio Gómez Muriel. 

Con el notable éxito de la comedia ranchera Allá en el Rancho Grande, de Fernando de Fuentes, se inicia formalmente la industria cinematográfica nacional. Aunado al buen resultado económico también se inicia la consolidación de directores con un notable talento que da lugar a la llamada Época de Oro durante la década de los años 40. Realizadores como Emilio Fernández, Roberto Gavaldón, Alejandro Galindo, Julio Bracho e Ismael Rodríguez dirigen sus mejores obras durante este período.

En esa misma década se funda el Banco Nacional Cinematográfico y la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográfica, el primero para apoyar financieramente la producción y la segunda para premiar e incentivar la calidad de las películas. El director de origen español Luis Buñuel realiza en nuestro país algunas de sus películas más importantes. El cine popular se nutre de figuras como Pedro Infante, Tin Tan y Ninón Sevilla, quienes compiten en el gusto del público con actores y actrices prestigiados como Arturo de Córdova, Jorge Negrete, Pedro Armendáriz, María Félix y Dolores del Río.

A partir de los años 50 se inicia una larga crisis de calidad y anquilosamiento debido entre muchas razones a la falta de un relevo generacional y a la repetición de las fórmulas de éxito que van perdiendo su probada efectividad. A pesar de ello se realizan obras notables como El suavecito, de Fernando Méndez; El esqueleto de la Sra, Morales, de Rogelio A. González; Raíces, de Benito Alazraki y Macario, de Roberto Gavaldón.

En los primeros años de la década de los 60 a pesar de películas relevantes como Los hermanos del Hierro, de Ismael Rodríguez; Tiburoneros y Tlayucan, de Luis Alcoriza, el declive temático y económico se agrava.

La realización de La sombra del caudillo, de Julio Bracho se va a ver ensombrecida por la censura que ejerce sobre ella la Dirección de Cinematografía de la Secretaría de Gobernación. 

En 1965 el Sindicato de Técnicos y Manuales convoca al Primer Concurso de Cine Experimental en el que resultan ganadoras La fórmula secreta, de Rubén Gámez; En este pueblo no hay ladrones, de Alberto Isaac; Tajimara, de Juan José Gurrola y Un alma pura, de Juan Ibáñez, con lo que se inicia un proceso de renovación del cine mexicano al que se irán sumando otros jóvenes cineastas como José Bolaños y Arturo Ripstein.

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