Con el furor de los Juegos Olímpicos y la emoción que siempre generan los deportes, los documentales alzan la mano como grandes opciones, siendo El Gran Salto un testimonio que motivará a más de uno cuando llegue a salas comerciales el 12 de agosto.

Las artes, los deportes y la cultura son esos sueños que en México cuestan mucho cumplir debido a la ausencia de apoyo real por parte de gobiernos cada vez menos preocupados por estas aristas que muchas veces la población requiere tanto para cimentar su confianza en el futuro como razones para permanecer en el país.

Sin embargo, las nubes inundan el horizonte requiriendo una vez más la unión del cine con el alto rendimiento deportivo en «El Gran Salto», documental que a través de la historia familiar de los Rivera deja en evidencia todos los obstáculos más allá de las pistas que deben enfrentar aquellos soñadores que desean poner el nombre de su nación en lo más alto.

Aprovechando la cercanía y amistad con la familia, Jorge Porras consigue plasmar de manera íntima todos los acontecimientos en la vida personal del atleta Luis Rivera, saltador de longitud que además de sus logros deportivos, también consigue un doctorado y brinda charlas motivacionales, a la vez que impulsa a través de su fundación deportistas en ciernes.

Porras acompaña a las diferentes competiciones y lugares a los Rivera como si de un video diario se tratará. Transmite toda la emoción de cada triunfo, lesión y salto en el proceso para Río 2016, mismo que el espectador vivirá como suyo, sobre todo cuando sean apenas centímetros los que separen a Luis de sus segundos Juegos Olímpicos, a la par que concluye su proceso en el posgrado y en la titulación de su esposa, su mayor apoyo.

En los más de 70 minutos  del documental, la audiencia puede conocer de buena manera lo que significa llegar a hacer saltos que apenas duran segundos y que determinan el resultado de años de preparación para los atletas. Narraciones, entrevistas tanto en TV como para la cámara de Porras, vídeos de los Rivera dando sus primeros pasos en la disciplina, así como de reacciones en tribuna, hacen que la conexión con los protagonistas sea efectiva, dejando una sensación de que la búsqueda por lograr un sueño de altura sea algo factible.

Esa mágica ambivalencia entre frustración y triunfo que tiene el deporte consigue invadir en el visionado a cada momento, como si se estuviera viviendo en el momento en que ocurre. Así mismo, hay que destacar la persistencia del director al conseguir grabar dentro de la máxima justa mundial, algo que incluso para periodistas deportivas es un gran logro.

El Gran Salto confirma que el documental mexicano es quizá la rama más constante del cine. Calidad en los materiales obtenidos, emotividad y motivación son elementos que hacen del trabajo de Porras la digna ejecución de la frase de Luis Rivera: «si pasa por tu mente, pasa por tu vida».

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