En un medio con comedias desgastadas llenas de excesos, Tardes en el Diván ofrece una crítica social rebajada con una agradable dosis de humor ligero.

El mundo árabe es tan extenso como sus desiertos y por ende, los ángulos a explorar resultan en una mina creativa jugosa pero que no termina por explotar del todo. Revoluciones sociales, regímenes que concluyen y dan paso a nuevas eras o un constante choque cultural especial con los europeos, son tópicos que dan nuevas perspectivas a la hora de situar las historias en esa región.

En el caso del debut de Manele Labidi Labbé como directora, la posterior etapa a la «Revolución del Jazmín en Túnez», que supuso el fin de la dictadura de Zine El Abidine Ben Al, supone una excelente oportunidad para alejarse del dramatismo que envolvió a la tragedia en el movimiento de libertad para dar lugar a una reflexión sobre el futuro del país, las barreras de prejuicios a romper, pero sobre todo, abogar por una convivencia entre europeos y árabes que pueden aportar a cada uno más de lo que se cree.

Después de estudiar durante varios años en Francia, Selma abre su propia consulta psiquiátrica en un popular suburbio de Túnez, justo después de que tenga lugar la revolución social y política de la ‘Primavera árabe’. Allí tendrá que tratar con pacientes nuevos y adaptarse a los problemas ocasionados por sus diferencias culturales, reencontrándose con un pasado que creía haber dejado atrás.

Labidi, acertadamente, narra este relato desde la voz de una mujer independiente que cuestiona inteligentemente los prejuicios que el pueblo tunecino tiene respecto a su género, su estadía prolongada en Europa y la salud mental, temas que son tocados de una manera sutil pero que llevan a la discusión que no conoce fronteras.

Bellamente filmada, la cinta capta el encanto de las calles donde el francés y el árabe conviven en letreros, charlas, pe secundarios que, aunque un tanto exagerados, ofrecen matices interesantes que habitan en el espectro del Islam. Desde aquel reprimido con su sexualidad, la más escéptica paciente, todos estos hasta el desterrado de la mezquita por carecer de barba, la película combina efectivamente el drama con la comedia para brindar una imagen más orgánica de una sociedad en la que muchas veces solo se expone la parte más oscura.

Con una excelente selección musical, una dirección actoral de calidad y edición ágil, la directora aprovecha tanto el talento como el compromiso de sus interpretes, dotándolos de una personalidad que termina por conectar con el público. Majd Mastoura encarna a Saim, un policía que representa esa búsqueda por el orden en su país y que, sin querer, obligará a la protagonista a cambiar un tanto su visión sobre la gente tunecina como de la verdadera labor del psicoanalista. Feryel Chammari, a través de Baya, representa esa lucha por aceptar cosas del exterior para mejorar. Golshifteh Farahani, como Selma, lleva de buena manera el peso de la cinta con una combinación de seriedad con humor sencillo pero poderoso, con la que el espectador va aprendiendo la importancia de la constancia.

Si bien el tono puede ser en ocasiones demasiado ligero con situaciones que son convenientes para el guión, lo cierto es que Tardes en el Diván es una opción imperdible para quienes buscan una amena propuesta, diferente en su idioma, cultura, país pero conectará con un presente donde la salud mental gana el lugar que le corresponde a la vez que refresca el saturado género de comedia.

FICHA TÉCNICA

Título Original: Un divan á Tunis (Arab Blues)

Director: Manele Labidi Labbé

Año: 2019

Actores: Golshifteh Farahani, Majd Mastoura, Hichem Yacoubi, Amen Arbi, Ramla Ayari, Aïsha Ben Miled, Feryel Chammari, Moncef Anjegui, Moncef Ajengui

Estreno: 30 de septiembre (en cines)

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