The Pillowman: drama, humor negro y la importancia de contar historias

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Martin Mcdonagh, dramaturgo, escritor y ahora director de cine de padres irlandeses nacido en Inglaterra, fue uno de los más grandes exponentes teatrales en la década de los 90s al formar parte de la vertiente conocida como in-yer-face, en la que destacaba el aspecto violento y grotesco de las obras de teatro para captar la atención del espectador y provocarles una sensación dura e inmersiva.

Después de un par de trilogías donde hablaba de la zona de Galway, en Irlanda y con un gran éxito, Mcdonagh entregó su obra más famosa y popular a la fecha: The Pillowman, en el 2003. En ella, un escritor es detenido por la policía en un Estado totalitario para ser cuestionado por sus cuentos, mismos que se relacionan directamente con algunos crímenes cometidos recientemente.

Ahora, la puesta en escena de Mcdonagh regresa para una temporada más después del gran éxito obtenido en el 2021 que llevó a la obra a ganar el Premio Metro a Mejor Actuación Masculina de Reparto así como cuatro Premios ACPT, incluyendo Mejor Obra del Año, esta vez en el Foro Lucerna de la mano del director y traductor de la misma Miguel Septién, que de nueva cuenta lleva al espectador en un viaje de tres horas como pocos.

Regina Blandón regresa al papel de Katurian con una versión femenina del icónico personaje del cuentacuentos que escribiera Mcdonagh en un principio, decisión creativa no tan sencilla pero muy significativa y arriesgada para la narrativa que da como resultado un valioso impulso a la historia del montaje. Al lado de ella está Pablo Perroni, Alfonso Borbolla así como Enrique Arce Gómez, que alterna funciones con la recién incorporada Montserrat Marañón, para darle vida a este duro relato lleno de humor negro y de una importante reflexión acerca de la importancia de contar historias y la responsabilidad que eso implica.

Durante la duración de la obra, somos testigos de cómo Mcdonagh, aquí a través de la traducción de Septién, logra capturar al espectador en un viaje donde se nos ofrecen metáforas acerca de la vida misma a través no sólo de los interrogatorios y la interacción entre los personajes, sino también a través de los cuentos de Katurian, siendo capaz de construir un entramado complicado de emociones que van revelando poco a poco las piezas de este misterio sin resolver, pasando por un ritmo que a veces se acelera y otras se toma su tiempo en transmitir tanto lo duro como lo conmovedor del relato.

La puesta en escena de Septién, en un escenario con forma triangular, hace que uno como audiencia se sienta cercano a lo que los protagonistas viven en sus diferentes actos, cargando con una vibra emocional fuerte que lo mismo juega con el humor negro e involuntario como con la frialdad y vileza del ser humano en esencia, uno que puede ir de la aparente inocencia a la exacerbada locura o viceversa sin emitir ningún juicio realmente, mostrando a cada uno como una mera presa que tiene que vivir con la consecuencia de sus actos.

Otro punto relevante que Septién logra capturar es la capacidad de los relatos y las historias como una forma creativa que sirve para exorcizar los demonios propios de uno mismo, una vía de escape a esas emociones tan complejas que todos los que forman parte de esta puesta en escena sufren, viven u ocultan. Aquí, se da una interesante reflexión acerca del arte, sus alcances, su poder y cómo el mismo puede ser interpretado de diversas maneras, incluso hacia el camino cruel y vil de la naturaleza humana misma.

No cabe duda que la gran fortaleza de la obra de Mcdonagh dirigida por Septién es ese elenco coral, donde la interacción entre Blandón, Perroni, Borbolla y Marañón/Arce suman mucho a este relato con un montaje simple e intimista, donde cada uno muestra tanto la luz como la oscuridad dentro de sus respectivas personas, siendo el pilar la Katurian de Blandón, actriz que demuestra de nueva cuenta que su principal fortaleza reside en el teatro.

Así, The Pillowman es una obra que vale la pena vivirse, que ofrece unas tres horas de reflexión, de risas, de drama y de una dualidad humana. Pero sobre todo, es una obra que nos enfrenta ante la relevancia de contar historias y la responsabilidad que ello conlleva, aunado a ese final esperanzador acerca de la existencia de un bien que puede sobreponerse ante cualquier mal. Se estará presentando por una corta temporada en el Teatro Lucerna, los días viernes, sábado y domingo por la noche hasta el 3 de abril.

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