Prueba Perfecta: la genialidad y dolor de las enfermedades mentales

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Oriundo de Chicago, Illinois, el dramaturgo y escritor estadounidense David Auburn ha sido distinguido con premios como el Kesselring en el año 2000, el Tony y el Pulitzer de drama en una carrera que lo ha llevado a adaptar su obra a cine e incluso a hacer guiones cinematográficos. Una de sus obras más destacadas es Prueba Perfecta, que llega de nueva cuenta a la cartelera de teatro mexicana con un gran cast y con el Foro Shakespeare como el marco para este relato.

La premisa nos presenta a Carolina, una joven cuya vida gira alrededor del cuidado de su padre, un profesor de escuela y genio matemático que padece una enfermedad mental. Esto ha causado que ella deje de lado sus metas y sueños, pero sobre todo la ha dejado con esa duda acerca de la genialidad e incluso acerca de su cordura al enfrentar una crisis emocional que detonará varias cosas de su pasado.

Uno de los dilemas a los que se enfrenta es a lidiar con su hermana, Claudia, con quien no se lleva bien y es totalmente opuesta a ella, así como a un ex alumno de su padre, Pablo, que busca encontrar el ingrediente de genialidad que no tiene y que tanto añora tener. Esto deriva en un texto donde la locura, la brillantez e incluso el amor forman parte fundamental de un relato donde se cuestiona el costo de la herencia familiar, el genio e incluso la sanidad mental.

La obra, dirigida por Rodrigo Nava, también ahonda en la complejidad de las relaciones humanas dándole un toque bastante intimista en un recinto pequeño con el cual los movimientos, las charlas cara a cara y la más mínima expresión forma parte de una narrativa interesante que da saltos entre el presente y el pasado para comprender un poco más la compleja vida de Carolina, sus decisiones y la crisis que se genera al chocar con los demás.

Plutarco Haza vuelve a participar en este montaje veinte años después, pasando del rol del joven matemático con aspiraciones de genio, Pablo, al papel del padre, el sinodal y aquel que cierne su sombra sobre su hija Carolina, el cual sufre de este padecimiento mental. Ahora, Haza hace gala de su calidad actoral mostrando la difícil cara de este problema y las duras consecuencias para sus allegados, formando una pieza clave para la historia.

Su lugar como Pablo es tomado por dos actores que alternan funciones: Jesús Zavala y Germán Bracco, en un papel que maneja las sensibilidades del relato y se convierte en una de las piezas del presente de Carolina que maneja desde el auténtico cariño hasta el interés o ambición por hacer el descubrimiento matemático que lo establezca dentro de su comunidad. Pablo ofrece momentos de ternura y candidez como de egoísmo e ira que enriquecen el choque con nuestra protagonista.

Y es ella, Carolina, interpretada por la talentosa Arantza Ruiz (que también alterna funciones) la que se lleva las palmas con un rol que soporta no sólo estos choques y sus complicaciones para tener estas relaciones humanas, ya sea desgastante con su padre, amoroso pero precautoria con Pablo o de un amor/odio con constantes fracturas con su hermana. Ruiz va del llanto a la calidez, sus gestos y posturas, así como su juego de miradas, son el constante soporte de esta obra que todo el tiempo pone el dedo en la llaga acerca del costo de la genialidad, las enfermedades mentales y los estragos que ello puede provocar en una chica de 25 años.

La acción de la puesta en escena transcurre siempre entre el jardín y el patio de una casa deteriorada, metiendo de lleno al espectador en estas conversaciones incómodas, en las discusiones consiguiendo una dinámica envolvente donde el público sigue la acción como un observador que no interviene pero conecta con el drama que cada uno de ellos vive así como los obstáculos a los que se tienen que enfrentar.

A pesar de que la obra de Auburn toca el tema científico de las matemáticas, Prueba Perfecta sale de ese molde para enfocarse en ese factor humano, ese que genera un extraño hermetismo dentro de una comunidad científica que juzga, que se obsesiona por los descubrimientos y que no puede lidiar con el tiempo que les queda para dejar su propia huella, convirtiéndose en un frustrante obstáculo que termina por encapsularlos en su propia locura o brillantez y la vigencia de su conocimiento.

También, en esta adaptación destaca una postura interesante acerca del papel de la mujer en la ciencia, en los machismos inherentes al sistema y cómo a la fecha el que una dama logre hacer algo genial en medio de una comunidad compuesta por hombres sigue siendo una limitante que raya en la incredulidad, reflejando así la inequidad y la desconfianza que eso genera no sólo a nivel científico, sino hasta en la propia familia.

La dirección de Rodrigo Nava es acompañada de un gran equipo como Javier Ángeles en la escenografía, el vestuario de Celia Galván, la iluminación de María Vergara y la música original de León Leiden; a pesar de que su carrera en teatro no es tan extensa, sin duda Prueba Perfecta es un montaje interesante, lleno de risas y drama que ayuda para hablar y comprender los temas de la genialidad y su contrapunto, que es la sanidad mental de una manera interesante.

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