«La Voz del Amor: Aline» o un ligero homeanaje a Céline Dion

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Las biopic han  ganado su lugar como una opción accesible, funcional y entretenida para todo tipo de público. Si bien, se toman libertades, lo cierto es que han conseguido generar interés para conocer a la vez que mantener vivo el legado de figuras que revitalizan su existencia gracias a estas producciones.

Con una gran variedad de temáticas, destacan las referentes a bandas, artistas o exponentes musicales que han redituado en memorables películas como Rocketman, Bohemian Rhapsody, Love & MercySid & Nancy o, quizá, la más destacada Amadeus. Todas ellas con una banda sonora que anima pero sobre todo, ayuda a ampliar la lista de canciones de una audiencia que en ocasiones se encasilla en lo más reciente.

Para 2022, llega el turno de hablar a través de la ficción de Céline Dion, una de las mayores cantantes de habla inglesa, un «tesoro nacional» para Canadá y que ha legado éxitos que siguen sonando, contado con una mezcla amena de humor, drama y música de buena calidad.

Quebec, finales de la década de los años 60. Sylvette y Anglomard dan la bienvenida a su decimocuarto hijo: Aline. En la familia Dieu, la música reina y cuando Aline crece descubren que tiene una voz prodigiosa. Cuando escucha esa voz, el productor musical Guy-Claude solo tiene una cosa en mente: hacer de Aline la mejor cantante del mundo.

Dirigida por la experimentada comediante, guionista, productora, directora y cantante Valérie Lemercier, el largometraje resume de manera ágil los principales eventos de la vida de Dion, entregando una mirada divertida pero respetuosa que funciona gran parte de las dos horas. Lemercier construye el relato en función de la historia de amor de Dieu con el productor Guy-Claude, relación que en su momento causó algo de polémica por la diferencia de edades, la convivencia que en algún momento fue de mentor-pupila y una postura por parte de Claude más comprensiva en cuanto a darle un poco de respiro en sus primeros años a la cantante.

Si bien, la química en ambos personajes que asemeja a la que tuvo Céline con René Angélil ?, lo cierto es que se desaprovechan algunas oportunidades para ahondar en las repercusiones que la lucha por su amor tuvo en la Canadá de la década de 1990. Esto se compensa con mostrar la importancia en la carrera de la cantante a través de convivencia diaria, la declaración matrimonial emblemática y la travesía que ambos tuvieron para concebir a sus hijos.

Además de homenajear algunos de éxitos con versiones llenas de sentimiento y con mucha similitud en las voces a cargo de la talentosa Victoria Sio en temas como «River Deep Mountain High», «Bobs et Bobettes», «Mamy Blue», «I’m Alive» o el mega hit «My Heart Will Go On» (tema central de Titanic), la directora también presenta de manera efectiva varios momentos que ayudarán a conectar mejor con este relato. Desde la crisis por la pérdida de voz (que se solucionó con varios tratamientos y una prohibición del habla durante 3 meses), la atareada maternidad que le llegó en medio de su pico de fama, los cambios estéticos, la convivencia con algunos miembros de su staff (un guiñó de inclusión que no se siente forzado) y el mensaje que se deja a través de la lucha de las inseguridades de apariencia de la interprete, quien no encajaba en estándares y tuvo que demostrar todo con su voz. Además, la relación con sus otros 13 hermanos, aunque se muestra de manera breve, funciona para ilustrar con bastante comedia el apoyo y papel fundamental de Céline Dion

La fotografía es adecuada para el tono de la cinta, el cual recuerda bastante a las producciones de Lifetime, con colores en un tono medio, escenografías que respetan bastante los contextos, vestuarios que lucen bien y un maquillaje que solo flaquea en un deficiente CGI en la versión infantil de la protagonista.

Las actuaciones van acorde a la línea de esta producción. Valérie Lemercier posee carisma y se compromete por balancear el humor con el drama que funciona en la mayor parte de tiempo, a la vez que logra representar correctamente las rutinas de baile, plasmando la evolución de muchachita tímida a una rockstar del escenario en el papel de Aline. Sylvain Marcel como Guy, es la contraparte más seria, centrada y leal de Dieu, generando química con Lemercier que se puede sentir en cada interacción. Danielle Fichaud interpreta a la madre de la principal, encontrando en ella momentos de alivio cómico y una convincente serie de intervenciones que ejemplifican el apoyo a la par de dudas movidas por el amor de la familia enorme.

Con todo esto, La Voz del Amor: Alineconsigue interesar al público general, de manera ligera, la figura de Céline Dion, mostrando una faceta más personal del ícono canadiense y que hace entretenidas dos horas donde música, pruebas de vida y glamour llegarán para quedarse por mucho tiempo.

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