El Hombre del Norte: Un Viaje Épico de Venganza Nórdica

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No cabe duda que uno de los más prolíficos directores en la actualidad es Robert Eggers, que con tan solo tres largometrajes a la fecha, ha demostrado su devoción por el cine clásico, su particular visión y estética así como el respeto y la fidelidad de mezclar la realidad con las creencias o mitologías que sus historias requieren de una manera sorpresiva.

Después de la exitosa La Bruja (2015), donde nos transportaba a Nueva Inglaterra en 1630 para mostrarnos la vida de una familia de colonos cristianos que al parecer enfrentan algo de carácter demoníaco tocando temas como la brujería y la crisis de fe, hasta la demencial experiencia de El Faro (2019), ubicada en 1890 con dos marinos que afrontan un turno de cuatro semanas contagiados de la jerga y las creencias que los rodean, ahora Eggers voltea hacia la mitología nórdica de una manera brillante.

El realizador, junto al escritor Sjón, toma el viejo mito escandinavo del príncipe Amleth, (Alexander Skarsgård), que después de ver a su padre asesinado por su propio hermano (Claes Bang) emprenderá un camino donde los hilos de su destino se basarán en tres máximas: ‘Te vengaré, padre; te salvaré, madre; te mataré, Fjölnir‘, un mantra que servirá como guía de su propia supervivencia, una alimentada por la ira y la muerte.

Bajo esta premisa, Eggers ejerce una habilidad como director para mezclar la realidad y la mitología en una historia bastante equilibrada, algo que destaca de sus anteriores obras donde el folklor se percibía de maneras aún más latentes. Aquí, esos elementos existen alrededor de Amleth y su búsqueda para completar ese destino que muy probablemente lo lleve ante las puertas de Hel.

Esto se logra gracias a muchos aspectos. De entrada, la fotografía que ofrece Jarin Blaschke, quien ha sido la mano derecha de Eggers en sus dos cintas anteriores y que aquí logra captar la belleza e impresionante naturaleza de los paisajes en las locaciones de Irlanda del Norte e Islandia. Esta tercera colaboración entre ellos demuestra cómo ambos entienden cuál es la visión que quieren transmitir a traves de colores cálidos y fríos que marquen ese juego entre lo real y lo místico, similar a lo visto en The Green Knight (Lowery, 2021) o a lo tremendamente realista de Vallhalla Rising (Winding Refn, 2009).

También, la cinta de venganza nórdica cuenta con una muy buena musicalización por parte de Sebastian Gainsborough y Robin Carolan, dos artistas que se especializan en sonidos experimentales y en la electrónica y que, curiosamente, han colaborado antes con Björk. Ambos intentan exitosamente darle una sensación a su composición como si fuera extraída de un ambiente incómodo, rudo, sucio, sangriento, algo que se puede notar desde uno de los tracks principales de la banda sonora, Storm at Sea / Yggdrasill.

Por otra parte, el diseño de producción también es destacado, mismo que hace buen juego con el diseño de vestuario, recordando de buena forma los trajes nórdicos de las épocas gloriosas de los vikingos y que todos los actores lucen bastante bien.

Pero es el ensamble actoral el que se lleva las palmas. No sólo Eggers usa de nueva cuenta a dos de sus histriones que parecen ser sus favoritos. Primero, vemos a Anya Taylor-Joy, la actriz de raíces argentinas que interpreta a Olga, un personaje fundamental para el desarrollo de Amleth que, a pesar de ser solo un rol secundario, lo hace bien. También, aparece Willem Dafoe como Heimir, quien parece haber salido de su papel en El Faro y dotarlo de un toque de locura nórdica.

Sin embargo es Alexander Skarsgård quien ejecuta en su Amleth algo digno de aplaudirse. Contenido, salvaje y físico, su joven príncipe en busca de esa última venganza oscila entre lo animal y lo consciente, un humano que pareciera despojado de todo amor o vida cuyo único motor es el mantra que ha forjado su destino. A su vez, tenemos al antagonista, Claes Bang, actor que parece gustar últimamente de estos papeles. Después de mostrarnos dotes interesantes en proyectos recientes como Drácula de Netflix, aquí toma el papel del ejecutor, la traición de la sangre, aquel que añora el poder y es capaz de hacer lo que sea por tenerlo.

Entre ellos hay muchos más que aportan su pequeño grano de arena a esta epopeya como la misma Björk, que regresa a hacer cine después de mucho tiempo, así como la recién nominada al Oscar Nicole Kidman e Ethan Hawke, entre otros que más allá de ciertos problemas en sus acentos muy de vez en cuando, cumplen con la teatralidad de sus diálogos de buena manera. Y tal vez es ese el punto más fuerte en esta cinta épica: el guion.

Alejándose de la espectacularidad de las batallas salvajes, Eggers y Sjón toman este relato para traernos una historia acerca del inexorable destino de un hombre que en busca de la venganza encuentra su propio perdón así como su legado, uno que parecía perdido sin honor y gloria. Por medio de esa mitología que nos brinda momentos casi de ensueño, es inevitable conectar con el relato de Amleth, que curiosamente es la historia en la que se inspiró William Shakespeare para crear una de sus obras más importantes: Hamlet.

Esta influencia se ve reflejada en muchos de los diálogos y la forma en que se expresan, una que puede lucir falsa para algunos pero que realmente nunca cae en lo artificioso de otras producciones. Es por ello que en Amleth podemos ver un poco incluso de Macbeth, otro relato de venganza y poder que ahonda en la locura del ser humano, esto sin dejar de lado la naturaleza vikinga que siempre rodea al viaje de nuestro protagonista.

Incluso, el relato nórdico resalta la importancia de la mujer en este mundo de hombres donde aparentemente sólo la fuerza bruta es necesaria para salir avante, cosa que no es del todo correcta pues las damas en la vida del protagonista, Olga, la Reina Gudrún o la vidente Seerees, son las que van marcando ese hilo del destino, siendo sus guías, salvadoras o dolorosas rivales, demostrando un grado de importancia interesante en el desarrollo del relato.

Así, El Hombre del Norte resulta ser un filme con toda la esencia del cine de Robert Eggers trasladado hacia una épica que junta esos viejos relatos de este estilo que van marcando el paso para una aventura cuyas influencias pasan por Los Vikingos (1958) de Fleischer hasta Conan el Bárbaro (1982) de John Milius e incluso la serie de televisión Vikingos, creando así un universo propio que nos busca mostrar un viaje épico de venganza nórdica clásica llena de un lado humano que resulta ser una experiencia visual poderosa que promete llevarnos al Valhalla cinematográfico. ¡SKOL!

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