El Milagro del Padre Stu: dando pequeños saltos de fe

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Una película que esté basada en una historia de la vida real impacta de cierta manera a la audiencia por sentirse más cercana a nosotros, como algo que pudiera pasar muy cerca de donde vivimos o incluso a nosotros mismos.

“EL Milagro del Padre Stu” nos contará algunos fragmentos del caso y la vida de un hombre llamado Stuart Long, quien en su juventud no era para nada cercano a la iglesia. Mas bien era un constante perdedor con problemas de actitud y familiares, pero que, después de algunos eventos que marcaron su vida, hizo hasta lo imposible por cumplir su sueño de ser ordenado sacerdote.

La directora en esta ocasión es Rosalind Ross, actual pareja de Mel Gibson, con quien realiza su ópera prima después de algunos proyectos como guionista. Asimismo, el veterano actor australiano participa en el filme como el padre de Stuart (Whalberg), papel no desconocido por el histrión pues ya había compartido ese crédito en la secuela de Guerra de Papás recientemente.

Mark Wahlberg es el protagonista encargado de darle vida a este clérigo poco convencional. Es realmente disfrutable ver a este actor fuera de su zona de confort del héroe que todo lo puede con una bala o es casi indestructible. Sin embargo, obras como ésta, El Luchador o Ted le dan un aire fresco a su actuación. El desarrollo que muestra su personaje es natural, el propio guion e historia ayudan bastante, pero la caracterización que hace le da la vida que necesita una persona que realmente existió.

Los demás actores, tales como Teresa Ruiz, Mel Gibson, Jacki Weaver, entre otros, le dan mucha vida al filme, ninguno de ellos se siente plano ni fuera de lugar, ayudan a que el papel de Wahlberg se desarrolle como debe ser. En especial el personaje de Carmen (Teresa Ruiz), quien juega un papel muy importante en la vida de Stu Long, además de representar de modo genial el papel de los latinos católicos en E.U. Claro que tanto Gibson como Weaver tienen bastante merito, pues al ser los padres de Stu influyeron bastante sobre los hechos de su vida, al igual que algunas decisiones que tomó.

El soundtrack que se usó queda perfecto para la época en la que está ambientada, pues la década de los 90 hace que varias generaciones se sientan identificadas con esa música, e incluso algunos otros temas como Jackson de Johnny Cash y June Carter le dan ese toque único que necesita la cinta.

Dejando de lado si alguien de la audiencia es católico o no, esta propuesta fílmica es bastante interesante y, sobretodo, disfrutable, pues deja una lección muy grande sobre que, sin importar las dificultades que nos aquejen, hay que luchar hasta el final por las metas que nos proponemos sin necesidad de aleccionarnos o tratar de convertirnos hacia una creencia.

Finalmente, el verdadero milagro del Padre Stu no radica en su convicción religiosa ni en el moralismo, sino en enseñarnos que la determinación y el sacrificio pueden ser dolorosos pero llevan a un camino de aprendizaje y un reencuentro con uno mismo que es digno de aplaudirse.

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