21 Semana de Cine Aleman: Fabian o Ir a los Perros, crónica de una crisis generacional

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Después de la derrota en la Primera Guerra Mundial, el Imperio Alemán entraría en un período conocido como la República de Weimar, que duró de 1918 hasta 1933, donde la inestabilidad político económica fueron la antesala a la llegada del Tercer Reich y su ideología nacional socialista debido a una Gran Depresión y a fallidas decisiones para salvar la nación.

Es en ese marco, para ser exactos 1931, que Erich Kastner escribió una novela llamada Fabián o Ir a los Perros, un relato acerca de la decadencia de este imperio a través de los ojos y experiencias de Fabian, un joven que trabajaba haciendo eslóganes para una fábrica de cigarros con el sueño de ser escritor. Al perder su empleo, su vida hedonista y su visión nihilista lo llevarán al límite donde el amor, la amistad y su existencia sienten la amenaza de una nueva guerra.

El experimentado director Dominik Graf lleva a la vida este relato de una juventud perdida en medio de burdeles, luces, noches sin límite y excesos, acompañado de los actores Tom Schilling (Fabian), Saskia Rosendahl (Cornelia) y Albrecht Schuch (Stephan Labude), que llevarán a este trío de personajes por un sinfín de desventuras durante 3 horas en que destaca la visión de esta realidad casi posmodernista donde los cortes y la narrativa son complicados de seguir.

El mundo de 1931 de Graf se muestra en diferentes aspectos de video, ya sea Super alta definición a algo casero, pasando por videos de archivo que resuenan como recordatorio de la época contrastante de Berlín en ese entonces, hasta una especie de video granulado, casi de formato casero, que brinda un sentido de familiaridad e intimismo pero sobre todo de antigüedad a este trágico relato de Fabian, su novia y su mejor amigo.

Conocido por ser un anti Nazi, el autor de la obra, Kastner, pone elementos en Fabian que parecen remitir a lo vivido por él. Su protagonista odia la guerra debido a una condición cardíaca que padece como consecuencia de ella. Esto ya es algo interesante pues brinda un pensamiento anti belicista de crítica social. Sumado a ello, parece que él y sus amigos buscan trascender en medio de una sociedad partida en dos que no puede superar sus propios fantasmas.

De alguna forma, Cornelia  y Stephan se contraponen pues mientras ella es una actriz de cabaret/burdel que encuentra el éxito (y cierto hedonismo adjunto) gracias a un productor aprovechado, Labude se sumerge en una depresión que pareciera el reflejo de los tiempos en 1931, pues al ser rechazada su tesis, se queda en esa forma de vida nihilista que lo lleva a un camino sin salida.

Fabian se debate en medio del amor, de la crisis, de su amistad y a su vez no encuentra cómo salir adelante. Sin empleo, sin esperanzas, sin su enamorada, parece ahogarse entre la caída de una República y el alzamiento de un nuevo monstruo, una figura política que, escudada en la idea de hacer al Imperio Alemán grande de nuevo (por familiar que parezca), impondrá nuevas leyes y buscará eliminar la falta de productividad para encaminar a una nueva generación a la grandeza (o su perdición).

Si bien Graf cae en el exceso de duración y parece perderse entre sus historias por la entrada y salida de algunos de sus personajes en el filme, ciertamente su adaptación conlleva mucho del espíritu rebelde de su autor, mismo que le valió que quemaran sus libros durante el nazismo debido a que no representaban su ideología. Además, el filme se carga de una edición que a ratos puede ser muy acelerada y en otros darle un ritmo al filme mucho más pausado, especialmente en el acto intermedio entre Fabian y Cornelia.

A pesar de estos detalles, visualmente el realizador sabe cómo esquivar con éxito las balas de una cinta de época gracias al montaje, sumado a una fotografía que hace que el filme sea atractivo y duro para los ojos del espectador. Pero el alma del filme recae en las actuaciones de este trío, que van cambiando, sufriendo y enfrentando juntos esta Gran Depresión que acabaría con los sueños de una nación para dar paso a otra que derivaría en un punto crucial de la historia mundial. Tanto Schilling como Rosendahl y Schuch captan estas caras donde la luz se pierde entre la ambigüedad y la caída moral de un sistema.

Con esta excentricidad visual que da vida a una época donde una nación volvía a dividirse y sentía de nueva cuenta los ecos de una guerra, Fabian o Ir a los Perros plantea una crónica de esos tiempos a través de sus protagonistas, dejando una sensación final de cierta desesperanza por la vida de aquella generación perdida que sobrevivió a una batalla para caer y perderse en las cenizas de otra.

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