FICM 2022: Liora Spilk Bialostozky y la memoria del arte que vive con ‘Pedro’
La fuerza del género documental es innegable y Pedro de la editora y ahora realizadora Liora Spilk Bialostozky narra el acercamiento de esta joven cineasta al reconocido artista Pedro Friedeberg, logrando un contraste entre los momentos íntimos de estos dos personajes y los eventos públicos del artista, completando un retrato tierno y cómico de una figura fantástica del arte mexicano. En Unplugged News charlamos con la directora acerca de este proyecto que hace su debut en el Festival Internacional de Cine de Morelia de este año.
«Desde chiquita me gustó el arte. Soy alguien a quien le encanta la fantasía, los cuentos. Era una niña que leía mucho. Cuando veía los cuadros de Pedro en la casa de mi abuela, sentía que en ese mundo quería vivir. Fue algo que siempre estuvo presente, aunque en ese momento no sabía el nombre del artista hasta que entré a la UNAM y estudié Comunicación y te hacen estudiar Historia del Arte, donde siempre tienes mucho que aprender sobre arte y de repente fue de “¿Qué artistas te gustan?” y dije “no sé cómo se llama el pintor que está en la casa de mi abuela”. Luego descubrí que era Pedro Friedeberg«, comenzó recordando Liora.
Esta revelación la llevó a sumergirse más en el trabajo de Pedro, lo que encaminó más la idea de hablar acerca de él. «Justo era una época en que había una exposición en Bellas Artes de él, la fui a ver y me explotó esa sensación que tenía por su arte. Además, siempre quise ser periodista y había una clase en donde teníamos que hacer un cortometraje sobre alguien que nos interesara. Le pregunté a mi abuela si podía contactar a Pedro y dijo que no había hablado con él en más de 20 años. Pero afortunadamente, le llamó y su teléfono era el mismo. Él, a regañadientes, aceptó y dijo que me recibiría un lunes y de ahí pude hacer ese corto«.
«Al hacerlo me di cuenta de que este señor era testigo de una generación de artistas que nadie se da cuenta que casi no hay y la necesidad de hacer algo por conservarlos. Además, me enamoré de él, su cabeza, sus palabras, del rechazo que tuvo hacia mi. Entonces empecé a ir a sus exposiciones con mi camarita, de cero buena calidad, lo que tiene a su disposición uno cuando empieza a hacer cine, y lo filmaba. Creo que él se acostumbró a verme ahí. Un día escuchó que necesitaba a alguien que le arreglara su archivo, entonces me lancé a su casa y aceptó que lo realizara y poco a poco se fue acostumbrando más a mí . Se fue volviendo como una cotidianidad de convivir con Pedro y con la cámara», expuso Spilk Bialostozky.
Aunque la cinta está clasificada con la etiqueta de documental, es un proyecto que coquetea con la docuficción, al estilo de otras como Una Película de Policías o El Agente Topo, algo que le gusta a la directora y que ha influido en ella. «Ese es justo mi estilo. Hay que recordar que el primer documental que se hizo fue Nanook El Esquimal, que es una ficción pues el protagonista no se vestía así. El director le pidió que lo usara. Así que la naturaleza del documental en la ficción no es tanto el apegarse tanto a la realidad, sino con qué espíritu de transparencia se cuenta algo y eso fue lo que yo traté de hacer, ser lo más transparente posible. Por eso, en la primera escena de este filme establezco que traté de hacer uno por todas las de la ley y no me salió. Pero en vez de asustarme y no hacer nada, lo que hice fue ser honesta y contarlo”, afirmó.
Algo bello del documental de Liora es ver la personalidad de Pedro Friedeberg como artista y persona, sobre todo para darlo a conocer a las nuevas generaciones. «Fue algo muy emocional por momentos pero sabía que no podía parar, sabía que era una cosa doble. De repente sentía un peso histórico en decir ‘si esto ya me dejo grabarlo, tengo que seguir insistiendo hasta que lo acabe, tengo una responsabilidad de dar a conocer este hombre’, que no se porqué, quizá justo por su naturaleza escurridiza es que no es tan conocido. He hablado con gente más chica que yo y no saben quién es y eso me enfurece, entonces sentía esa obligación moral de acabar este proyecto y eso fue lo que me siguió manteniendo, una responsabilidad con la historia de acabar de retratar a este personaje tan importante».
Para Liora, Pedro se convirtió durante la filmación en una especie de figura importante en medio de todo el proceso. «Es una mezcla de muchas cosas. En realidad no sé cómo él me ve, es una relación platónica en todos los sentidos, de amigo, de padre, de amor. Sé que Pedro es mi persona favorita y yo estoy enamorada de él como lo estoy de mi pareja o de los libros de que leo, pero él ha sido la obsesión de mi vida. Creo que todas las personas que entran en su órbita sienten como un campo gravitacional donde quieres estar cerca de él«, confesó.
«Pero también hay que recalcar que lo que estás viendo aquí, en el documental, es lo que él quiso mostrar. No hay ninguna verdad a descubrir, lo que hay es Pedro como es. Siento que estamos en una época muy de morbo que muchas veces no nos deja ver la diversión y la dulzura de los momentos simples de la vida que son radican en simplemente disfrutarla y no complicarnos. La virtud de la película radica en eso, no hay nada detrás, esto es lo que estás viendo y hay una honestidad total», añadió la realizadora y editora.
Es así que Spilk Bialostozky caminó por una delgada línea entre su vida diaria y la creación de esta peculiar obra de docuficción declarada, volviendo el proyecto en algo mucho más personal. «Por mucho tiempo estuve negada a ser parte del documental, pero el cine es una carrera muy larga que tarda muchos años en aprenderse y desgraciadamente empecé a hacer la película cuando no tenía idea de lo que estaba haciendo. Algo que también se nota en la cinta es que voy entendiendo mi oficio, encontrándolo al final del proceso«.
Es aquí que la joven realizadora también vio la importancia de su labor como editora en este relato. «Fui entendiendo que la única lógica narrativa del guion de la película se encontraba en la justificación de mi crecimiento personal y de mi acercamiento a él. Fue una barrera importante aceptar y decir “¡va! ¿cómo hago esto?” Traté de ficcionar, poner a mi abuela a decir “tal” y lo que dije, “La única forma de que esto funcione es que sea completamente honesta y que me saque un moco a cámara y que llore y que me abra y que acepte mis errores y que acepte que Pedro me regañe. Ser completamente honesta y decir “ok, voy a aguantar mis emociones y lo único que tengo que hacer es ser completamente honesta y lo voy a hacer porque es por el bien de la película”, como editor muchas veces uno se pregunta ¿Qué es lo que está pidiendo esta película? y esta peli pedía eso y se lo di. Cuando eres editor, eres un apoyo psicológico, moral, narrativo, para el director, pero en este caso yo hacía ambas partes», manifestó tajante.
A pesar de lo duro y complicado que puede ser el maestro Friedeberg en su carácter, Liora logró captar momentos muy emotivos de su vida. «Honestamente fue muy a pesar de él y creo que, incluso, sucedió de forma casi incidental, como que estuvo en el lugar correcto, en el momento correcto y él lo dejó pasar. Es como el destino. Siento que el hecho de que Pedro me haya dejado entrar es derivado de que esta emotividad sale mucho con sus amigos, eso es lo que pasó y solo tuve la suerte de estar en el momento idóneo. Soy un mero artífice de la comedia en esta película«, reflexionó la realizadora mexicana.
Uno de esos momentos es el encuentro con varias de sus más entrañables amistades, instantes que se vuelven memorables ante el lente de Spilk Bialostozky, además de que muestran una faceta de Freideberg poco conocida. «Es raro cómo los momentos históricos escogen a quien aplauden y a quien no sobre todo en un momento donde estamos revisitando a las mujeres importantes en la intelectualidad mexicana. La película termina siendo un homenaje a esta generación y me imagino que en unos cuantos años se harán mil documentales sobre todos ellos, como José Luis Cuevas, Elena Poniatowska, Ida Rodríguez Prampolini o Deborah Holtz. Para mí era importante dar a conocer tanto a Pedro como a ellos de una forma divertida, que no sea un documental con datos duros. Algo que se me hace bello es que logré una forma de conocerlo sin que fuera rígido sino que fuera divertido y que imitara la personalidad de él que al final es irreverente, divertida y chida», mencionó.
«El problema de retratarlo así es que que llegó un momento que él estaba harto y no me creía que lo iba a acabar y dije “a la chingada, yo no puedo”. Me despertaba todas las mañanas y decía “no vas a acabar esta película y todo va a ser tu culpa y estás desperdiciando una oportunidad”. Lo más difícil fue superar el miedo a acabar, esa fue la dificultad más grande de este proyecto. Aunque suene banal, realmente lo más difícil es finalizar un filme después de 6 años y decir “que viva con sus errores, voy a abrirme”, eso fue lo más complicado«, reconoció la realizadora.
Y es que la narrativa hace que este filme deje la mañana del morbo para acompañar al artista y su directora en un viaje mucho más personal que le da voz a otro tipo de enfoque de la vida mexicana. «Me parece muy importante que se esté hablando de los temas que está hablando el cine mexicano, no creo que esté mal, pero creo que se tiene que seguir haciendo ambas cosas, no podemos dejar que la dulzura y la fantasía se dejen a un lado, porque si no, ¿cómo podemos tener las fuerzas de seguir luchando en un mundo tan difícil si no tenemos una película que nos haga sonreír? Ambas vertientes narrativas del género y de otros más me parecen igual de importantes por la reflexión que ofrecen«, declaró Liora.
Otra dificultad se presentó para obtener los permisos de cientos de obras del artista y unas cuantas más que aparecen en el filme. «Pobres de mis productores, hay como 200 obras«, ironizó la directora. «Tuvimos un acceso increíble al archivo de Pedro, sin eso no se hubiera armado la cinta. Fue complicado elegir, es un hombre que lleva produciendo diario desde hace 60 años, nos llegó a decir “¿por qué escogí este cuadro y no esté? Traté de edcoger las obras para que hubiera una coherencia narrativa y, sobre todo, con él. La música por ejemplo, va mucho con su personalidad, si le hubiera puesto rock o techno, me mata o no se presenta a las funciones. La pregunta base siempre fue: “¿Qué haría Pedro? ¿Le gustaría esto? Eso fue nuestra estrella del norte».
Existe una bella reflexión acerca del enojo y el amor en el documental que, para Liora, es la definición perfecta de Pedro, su arte y lo que ella intenta hacer en esta obra. «El enojo exterior es una excusa para divertirse, para crear mundos fantásticos y para la creación. Yo soy menos inteligente que él, al contrario, si estoy triste o estoy enojada se me ve, creo que él está hecho de otra madera, una madera más fina y antigua que yo«.
De alguna manera, este proyecto funciona como un puente hacia el importante pasado cultural y su legado, algo que para la realizadora es muy importante en tiempos donde la sociedad está ensimismada en sí misma. «Siento que todo el tiempo estamos volteando hacia dentro “quién me quiere, quién me likea, quien no sé qué” y es importante ver hacia el pasado, ver hacia el futuro. Yo soy del pasado, soy nostálgica, soy melancólica y Pedro es una ventana hacia un pasado que para mí es glorioso».
«Simplemente imagínate esas fiestas donde llegaba Salvador Dalí, estaba Remedios Varo por ahí. Imagínate la vida cultural y creativa de esos momentos sin celulares, siento que era una vida mucho más libre. Hay una falsa idea del progreso cultural, siento que es más la necesidad de categorización. No era ¿Eres surrealista? Pedro decía “si yo no soy surrealista” ¿Para qué ponerles nombre? Entonces hay mucho aprendizaje que tener viéndolos a ellos«, señaló.
Ante estas inquietudes, surge una cuestión interesante acerca de la posibilidad de que Liora realizara otro documental de un artista cuya obra merezca ser recordada. «Mathias Goeritz es alguien a quien la estética contemporánea mexicana le debe mucho. Siento que es un personaje que en los últimos años se ha reivindicado en la escena cultural del país, pero hubo un momento en que nos olvidamos de su labor. Pero ahora estamos viendo que es muy importante para nosotros y, como con Pedro, siento que esa es una labor que me toca hacer«, manifestó con interés la directora y editora.
Antes de terminar la entrevista, Spilk enfatizó en un pensamiento acerca de hacer lo que a uno le gusta hacer, una característica fundamental que Pedro y ella tienen en común. «Hay una cosa que es hacer las cosas por el dinero y por la fama. Pero cuando ves a Pedro que se tarda horas en cada línea que hace, dices ‘esto es corazón, es amor, es dedicación’, no es pintar un garabato y esperar a que se te celebre. Esta pasión la comparto y este oficio es para mí, porque me gusta«.
Finalmente, Liora Spilk no ocultó la emoción de lo que significa para ella, su carrera y este documental el ser elegida por el FICM. «Creo mucho en el cine que se hace con el corazón, que haya entrado a Morelia es un reconocimiento de que las cosas pueden pasar. Hay momentos en que los astros se alinean, además tuve un equipo increíble y al final es la magia de Pedro. Lo que quiero es que la gente lo vea, que lo conozca y que se enamore de él. Es un sueño realizado y aunque en mi corazón soy editora, me gustaría hacer más documentales. Es un proceso de investigación, de leer y ver mucho, quisiera seguir con la labor de recordar esos personajes. Espero que con esta película se diviertan y que conozcan a Pedro», concluyó.