«Un Vecino Gruñón»: la vida y sus segundas oportunidades

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En algún momento de la vida, la pérdida y el dueño, se hacen presentes con resultados que pueden tomar dos caminos: el de la aceptación que lleva a seguir adelante o el del hundimiento que puede llevar a la decadencia total con rumbo a una muerte tanto por causas de agotamiento emocional como por el terrible accionar de acabar con la existencia.

Sin embargo, llegan personas que con sus peculiaridades, sus pruebas, sus distintas maneras de salir de baches que hacen imperfecto el ciclo vital, provocan un cambio que modifica la perspectiva de todo tipo de tragedia y sacude todo un universo de oscuridad.

En fechas donde las dudas existenciales son mayores, donde el recuerdo y recuento de lo que se ha perdido eclipsa a la reflexión de lo que se tiene, llega a salas de cine «Un Vecino Gruñón», una entrañable cinta que le da al espectador un rato para sacudir pensamientos negativos.

Basada en la novela Un hombre llamado Ove y que es la versión estadounidense de la cinta que adapta esa obra, la cinta sigue a Otto Anderson, un amargado y obstinado viudo que pasa sus días buscando que las personas sigan las reglas a la par de poner las cosas en el sitio donde deberían ir. Cansado de que exista un caos en su vecindario, Otto decidirá quitarse la vida, algo que se verá interrumpido por la llegada de una alegre familia encabezada por Marisol, una madre embarazada que siempre le busca el lado positivo a las personas y que sin duda moverá su manera de ver la vida.

Dirigida por Marc Forster, conocido por cintas como Christopher Robin, Guerra Mundial Z Quantum Of Solace, la película regala un rato agridulce de constantes subidas y bajadas anímicas, donde hay lugar para las escenas cómicas basadas en el choque entre la positividad de los nuevos vecinos con el ceño fruncido del enojado residente.

Inteligentemente, la película va mostrando los motivos y la historia de fondo que han llevado al protagonista a su estado de frustración actual, consiguiendo con los flashbacks que el espectador conecte a la vez que comprenda su accionar muchas veces brusco, que no tiene mala intensión y que saque a relucir un hombre más allá de esa coraza notable.

De ritmo ágil, así como de una parte visual entrañable que hace lucir está residencial como un lugar acogedor, el filme toca con presteza diversos temas que van desde el duelo, la superación ante la adversidad, la importancia de la buena vecindad (tema que parece perdido en estos días de individualismo), la amistad, la aceptación de las diferencias y de cómo la unión puede destrozar los efectos de empresas codiciosas que no tienen empacho en echar a los adultos mayores o personas en situación vulnerable.

La inclusión se hace presente pero con el acierto de alimentar ese mensaje de ver a las personas como tales y no por sus maneras de sentir, pensar ni mucho menos como se identifican. Aquí, todos tienen alguna circunstancia que los pone en situación de vulnerabilidad que requiere del abrazo, de la ayuda y de la colaboración. Otto es aquel hombre que necesita sanar para poder avanzar por lo que la soledad es su principal obstáculo, mientras que Marisol es una mujer que ha dejado su hogar en Centroamérica para buscar una vida mejor y que se enfrenta a los constantes retos del idioma o de las barreras de prejuicios en un país como Estados Unidos.

Está entrañable historia se ve elevada por la excelente partitura del legendario Thomas Newman, nominado multitud de veces a los Premios Oscar y que aquí no desentona. Sus suaves composiciones le dan fuerza a las escenas dramáticas, frescura al humor y complementa a una limpia parte visual.

Referente a las actuaciones, la química entre cada uno de los peculiares personajes es sólida y es lo más poderoso de la cinta. Tom Hanks demuestra su compromiso al hacer a un convincente vecino gruñón que no es nada común en la imagen de hombre positivo y alegre que se tiene del actor; Mariana Treviño como Marisol entrega a una encantadora vecina con la que puede introducir ese calor latino en diversos elementos que van desde ofrecer comida casera a sus nuevos vecinos hasta el de poner apodos cariñosos en español que descongela ese frío corazón; Manuel Garcia -Rulfo es el torpe pero abnegado esposo de Marisol, quien acompaña sin chistar a la madre de sus hijos.

Con todo esto, «Un Vecino Gruñón» es una de las mejores opciones en cartelera para esta Navidad, ya que su historia, personajes y tono balanceado entre humor y drama dejan una sensación cálida en tiempos donde muchas veces no se cae en cuenta de las oportunidades que la vida brinda a través de nuevos vecinos o de los muros interiores que los dolores de la vida construyen en el campo de visión.

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