«Beau tiene miedo» : la odisea más ambiciosa de Ari Aster

Un día, ves la cartelera y entre las opciones hay una que resalta por su extrañeza, por su peculiaridad, por una personalidad poderosamente surreal e innegablemente magnética en donde 3 personajes distintos pero que son una misma persona. En el cartel ves los nombres de Ari Aster y Joaquin Phoenix, uno director de cintas ya icónicas como Midsommar y Hereditary; el otro, un actor destacado con un sinfín de papeles que sorprenden como en Gladiator, Walk The Line o Joker. La unión de dos talentos que de alguna manera encajan a la perfección que llama la atención, que atrae, pero que genera expectación a la vez que temor por potenciales traumas confirmados que quizá ya hayas intuido desde el tráiler.

Así, te has convencido de ver la nueva cinta producida por A24, un viaje en el que conocerás a Beau, su historia, su mundo caótico, todo esto a través de imágenes poderosas, impactantes, un torbellino de sensaciones, estilos y por supuesto simbolismos que sin duda harán de esta propuesta un material para estudiar multitud de temas psicológicos, una cinta que quizá a Freud le habría fascinado por sus acercamientos a muchos de los temas del psicoanálisis.

Durante 3 horas experimentarás una pesadilla que no se aleja de maravillas oscuras e impresionantes que podrán aturdirte, desesperarte pero también fascinarte. En esta ocasión seguirás a Beau, un nervioso pero amable hombre que vive en un presente alternativo lleno de peligros, decadencia y caos. Lo conocerás desde su nacimiento, descubrirás las raíces de su constante temor así como de su relación en la que su madre domina, misma que lo espera para una visita que debió hacer meses atrás. No obstante, un sinfín de episodios apabullantes evitarán que viaje hasta que la urgencia por la repentina muerte de su progenitora lo obligue a luchar contra todo por regresar a casa, pasando por múltiples escenarios y con personajes tan diversos como atemorizantes.

Aster pone todo su talento para confirmar su enorme porqué se lo ha posicionado como uno de los directores más llamativos del panorama actual. Técnicamente el cineasta entrega su proyecto más ambicioso en el que explora sus inquietudes, en este caso, el de la magnitud de la psique humana y del terror que de ella puede salir. Para lograr esto, Ari hace uso de diversos recursos como efectos especiales prácticos, CGI,un lenguaje cinematográfico que expande lo emocional así como de escenarios que van desde un atractivo crucero hasta una secuencia donde escenografía teatral ilustra un relato de aventuras que podrá hacerte reflexionar.

Hay posibilidades de que te cueste trabajo conectar por una sucesión de eventos aparentemente inconexos, cambiantes, de estruendosa entrada, en los que no sabes que es real, que es alucinación. Tono un tanto pesimista que te puede incomodar, esta travesía no es fácil de caminar porque el sendero te exige atención. No puedes distraerte ya que cada detalle es importante, cada interacción, cada objeto, cada personaje podrá parecer de primeras algo ajeno a lo demás pero cuando todo se une, la sorpresa e impacto darán sentido a mucho de lo que has vivido.

Es justamente la ambigüedad un aspecto que fortalece a la vez que debilita la propuesta. En lo referente a lo primero, crea esa tensión necesaria que se potencia con un Joaquin Phoenix que, como siempre, ofrece una actuación de gran abánico que está bien acompañado por la buena labor de Amy Ryan , Patti LuPone, Kylie Rogers o hasta Armen Nahapetian, quien se creía producto de una inteligencia artificial por su apariencia única que encarna una versión adolescente de Beau.

Mientras que en lo segundo, la falta de respuestas puede dejarte con la sensación de que esto se alarga quizá un poco demasiado. Si, las secuencias mantendrán tu atención, te dejarán expectante de ver que acontecimiento, que flashback, que recuerdo aprecerá. Pero si, también es válido sentirse desgastado por tantas cosas, tanto tiempo invertido, a lo mejor por un producto que se ha cortado (originalmente duraba 4 horas) pero que a su vez podría ser más efectivo con una duración menor.

Y es que también habrá que mencionar que todo esto parte de la premisa del corto Beau de su realizador, con 7 minutos de duración en la que el personaje principal neurótico debe viajar a visitar a su madre, con hechos que imposibilitarán esto. Es curioso destacar que Ari Aster se desvía de una latente relación enfermiza entre madre e hijo para dar otra mirada que lo hace poco predecible. También, es loable la labor de construir un mundo tan llamativo con el mayor presupuesto invertido en la historia de A24 (35 millones de dólares) y el impulso que le dió al estudio su victoria en las principales premiaciones con Todo En Todas Partes Al Mismo Tiempo.

Dentro de tu experiencia con este filme podrás notar referencias a las anteriores incursiones del director como el diseño de una de las casas que remiten a la vista en Hereditary, ese tono cálido presente en Midsommar o los extremos de las relaciones familiares que se vió en The Strange Thing About the Johnsons. Pero también hay reminiscencias marcadas a The Truman Show, Corrina, Corrina (la ciudad donde vive Beau se llama así, irónicamente, por la cinta romántica de Ray Liotta), a los estilos de Franz Kafka, Jorge Luis Borges, a La Odisea de Homero, entre tantas otras referencias.

La fotografía, la música y el sonido se acoplan para construir una atmósfera onírica, que le dan mayor impacto a los cambios anímicos, de volumen narrativo, de una amalgama de drama, aventura y humor oscuro. Si, a veces te encontrarás riendo involuntariamente, ya sea porque las situaciones son demasiado extrañas para las convenciones de las que vienes o quizá solo sea compasión por Beau, por verlo indefenso pero valeroso.

Estás en presencia de la odisea más ambiciosa de Ari Aster, en la que se desatan sus inquietudes, se escapan aquellas ideas que probablemente solo con este proyecto encontraron el lugar propicio para existir.

Es que con Beau Tiene Miedo no hay más remedio que vivirla en pantalla grande. Agotadora, de alguna manera rocambolesca, brillante o pretenciosa (dependiendo el ojo que la mire), a nadie dejará indiferente y queda en ti decidir si aquella elección del principio fue o no acertada. Tu tienes la última palabra.