Killers Of The Flower Moon (Reseña)

Martin Scorsese es uno de los directores más destacados y, para muchos, un auténtico maestro que pese a estar a unos días de llegar a los 81 años, siempre genera un interés tanto por su gran habilidad para confeccionar historias como de trabajar con elencos de nombres importantes o de personal técnico de altísima calidad. El resultado, sin importar los gustos personales de la audiencia, es de como mínimo sobresaliente y por encima de la media en lo que a la oferta cinematográfica respecta.

Para 2023 el nacido en Nueva York llega a salas de cine con Killers Of The Flower Moon, una extensa película que demuestra la vigencia de su realizador pero sobre todo, es un ejercicio cinematográfico que le da al thiller un sabor distinto, de reclamo, de recordatorio pero también de reproche, por una situación que realmente no ha cambiado ni mejorado.

En la década de 1920, los miembros de la tribu de nativos americanos del condado de Osage, en Oklahoma, descubren que sus tierras son ricas en petróleo, lo que llenará de ambición a personas externas para hacerse con esos recursos. Sin embargo, esto último provocará una serie de asesinatos y muertes misteriosas entre estos nuevos millonarios, lo que llevará al FBI a dar con los culpables.

Basada en la novela «Los Asesinos de la Luna de Las Flores / Killers of the Flower Moon: Los Crímenes En La Nación Osage Y El Nacimiento del FBI» de David Grann, la cinta es un relato que se cocina a fuego lento (quizá se alargue un poco de más) para dar una mayor profundidad a un contexto que curiosamente está a casi un siglo de distancia pero que no ha cambiado más que en la superficie.

Es notable como Scorsese ha logrado transmitir la ira e impotencia tanto en los asesinatos como en la acción tardía de las autoridades sin necesidad de acercarse ni ofrecer primeros planos a las ejecuciones y tragedias que van desde disparos a sangre fría hasta maquinaciones que indignarán sobre todo por estar bañadas de abuso de confianza, demostrando codicia sin límites, sin tapujos.

Eric Roth escribe un guión que se toma su tiempo, que deja al espectador saborear la fotografía de Rodrigo Prieto, quien desde el inicio muestra con bellísima ejecución como la llegada del petróleo fue una bendición en la holgura económica pero una maleficio que se cobró la vida de muchos Osage quienes cometieron el error de confiar demasiado o de conocer a la gente equivocada.

El presupuesto de gran magnitud se puede sentir en un cuidado diseño de producción, una recreación histórica sobresaliente y hasta de una música que por momentos trae a la palestra tanto lo tribal (esos tamborileos son hipnóticos) como de lo más cercano al blues, country, a lo campirano que siempre tenía momentos para la celebración, oda a un mestizaje que desafortunadamente se bañó de sangre. Gran obra la conseguida por Robbie Robertson.

La edición de la siempre genial Thelma Schoonmaker ayuda muchísimo a tener ese contraste entre lo brutal con lo sereno. Ese choque de emociones se ve beneficiado por su montaje, quizá respetando de más el ritmo que propone Scorsese y que le quita puntos. Aún con esto, Schoonmaker vuelve a regalar una clase de como ensamblar secuencias, como causar impacto en el momento adecuado.

Las actuaciones son destacadas pero también, hay nombres que requerían más tiempo en pantalla. Empezando por esto último, Brendan Fraser brilla como un abogado pragmático, mientras que Jesse Plemons interpreta de excelente manera a un agente incorruptible pero que tiene empatía tanto con los Osage como con las de tez clara.

Leonardo DiCaprio realiza una interpretación que recuerda mucho a No Miren Arriba, como un torpe, ingenuo y manipulable ex soldado, si bien es garantía lo cierto es que quizá habría venido bien un poco más de astucia así como de picardía que ya se le vio en El Lobo de WallStreet; Robert De Niro es genial e impone su autoridad con su seriedad, recordando esa serenidad ya mostrada en El Padrino II o incluso en El Irlandés; mientras que Lily Gladstone es el alma de la cinta, quien como Mollie transmite dignidad, coraje y valentía, así como de una luminosidad que contrasta con tanta corrupción, actuación que se posiciona como una de las favoritas en la temporada de premios.

Trayendo a la palestra esa vibra de las grandes películas del viejo Hollywood, Killers Of The Flower Moon es una de esos filmes que pese a su extenso tiempo de duración logra grandes momentos, trayendo sobre todo una historia que bien cuadra con el contexto actual. Si eres de esas personas que son adeptas al director o que disfruta de aspectos de alta calidad sin importar su cocción de lento transcurrir, sin duda esta es la película que debes ver si o si en la pantalla grande.