El Asesino del Juego de Citas (Reseña)
La realidad supera a la ficción. Y es que este refrán sigue más vigente que nunca, aplicando todavía más al espectro cinematográfico, mismo que encontró en la vida real una fuente inagotable de premisas que causan inquietud e interés.
Las décadas de 1960, 1980 pero aún más la de 1970 son el semillero perfecto para conciliar la inspiración que en estas épocas de sequía creativa requieren. Por ende, cada vez es mayor el número de cintas y series, ya no se digan documentales que retratan, examinan o ahondan desde diferentes ópticas los hechos más llamativos, sucesos que ilustran cuan grande es el mundo, que tantas cosas pueden suceder en una misma etapa.
Es así como en pleno 2024 llega El Asesino del Juego de Citas, un thriller que trae a la palestra una de las historias que han helado la sangre a más de uno y que confirma los peligros que traen consigo la indiferencia tanto en las autoridades como en la sociedad.
En 1978, la aspirante a actriz Cheryl Bradshaw acepta el papel de concursante en el famoso programa The Dating Game. Entre los 3 solteros participantes destacaba uno: Rodney Alcala, un fotógrafo carismático y seguro de si mismo que ocultaba tras su audacia un halo de crimen perturbador.
Anna Kendrick debuta como directora con este largometraje de apenas 90 minutos y demuestra que tiene potencial detrás de la cámara. Su estilo que da foco a las expresiones y que apuesta por la generación de atmósfera emocional es resultado de una carrera actoral llamativa, ya que ha participado en cintas que van desde la comedia (Pitch Perfect, 2012), pasando por los éxitos juveniles (Crespúsculo, 2008) hasta la aclamación con nominaciones a los principales premios (Up In The Air, 2009).
Este aspectos se complementa con un diseño de producción que recrea con solidez aquel 1978, una labor de vestuario excelente y con aciertos en momentos de crítica que se hacen de manera adecuada. La señalización al machismo y al papel de la mujer que estaba todavía con trabas por el simple hecho de serlo se han abordado de manera directa pero con cierto margen de sutileza.
Las actuaciones de los involucrados funcionan para el tono y lo que Kendrick busca. Destacan Tony Hale como el presentador Ed Burke (inspirado en la estrella de la época Jim Lange) que muestra una amabilidad artificial auténtica, Autumn Best que interpreta a Amy ( personaje que representa Monique Hoyt, víctima que logró sobrevivir),
Daniel Zovatto como un misterioso a la vez que confiado Rodney Alcala y Anna Kendrick que sabe llevar bien el protagonismo como Cheryl Bradshaw (personaje con el que se empatiza inmediatamente y que resulta, además de inteligente, valiente).
No obstante, estos puntos positivos terminan opacados especialmente por un ritmo pausado y una carencia de agilidad producto de un guión que ha confeccionado la estructura de los hechos de una manera que no favorece a la propuesta. Alternando entre los actos de Alcala que dibujan su perfil con su participación en el programa de citas, el resultado deja una sensación de potencial sin explotar, quizá con un nuevo esquema que sea más cronológico o con mayor peso en los momentos de tensión máxima pudieron darle puntos extras a este filme.
Hay momentos bastante notables que trabajan bien esa atmosfera tensa, de peligro inminente y que también generan un sentimiento de impotencia por ser resultado del actuar con carta blanca del perpetrador. No obstante, son contadas esas escenas y la decisión de cortar el ritmo con la narración intercalada termina por perjudicar la experiencia.
Si bien hay buenas ideas y elementos que se pueden apreciar, El Asesino del Juego de Citas refleja los defectos de un debut del que Anna Kendrick aprenderá bastante, perfeccionará su estilo y que ha servido para generar interés en una historia que refleja los riesgos de la indiferencia pero sobre todo, que la vida real es aún más terrorífica que cualquier ficción.
