“La sustancia”: esta fuente de la juventud tiene sus contras

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Envejecer, aunque no nos guste, es un proceso natural inevitable -si es que se llega a esas edades, claro-. Una etapa temida por muchos y que se asocia con deterioros físicos. Quizás lo peor no sea solo esto, sino que para muchos es sinónimo de estar en desuso -más coloquialmente, volverse el hombre invisible-.

La sustancia (The Substance, 2024), la segunda película que dirige la francesa Coralie Fargeat, es un drama sci-fi de un mundo donde pareciera que se ha logrado burlar al envejecimiento.

Elisabeth Sparkle (Demi Moore), una actriz y modelo madura obsesionada con su apariencia física, hará uso de una misteriosa sustancia que promete ser la solución a todas sus inconformidades; pues ha perdido su trabajo como presentadora de televisión debido a su edad. Sorpresivamente, Elisabeth con la sustancia recuperará su vida de juventud y glamour, mediante una versión más joven de ella: a la que bautizará como Sue (Margaret Qualley). No obstante, este aparente don viene con una serie de indicaciones a seguir, que de no cumplirse a cabalidad: el precio a pagar puede ser muy alto.

The Substance - MIFF 2024

La sustancia arranca de forma muy inteligente; pues con pocos minutos nos da un guiño eficaz del comportamiento del líquido y a su vez contextualiza al espectador sobre el éxito, y eventual caída, de la actriz Sparkle. En ambos casos el principal referente es un objeto que resume bien ambas ideas; en general, a lo largo de la cinta, podemos notar que Fargeat usa analogías que expliquen o capturen ideas clave. Es también muy didáctica; pues va estableciendo reglas y planteamientos sobre el funcionamiento de la sustancia sobre la marcha -aclarando dudas y generando otras-.

Todos estos pequeños rastros de información que se nos van soltando: nos van atrapando aún más en esta historia, que por la variada cantidad de temas que toca ya es en sí misma muy interesante. Fargeat recorre dilemas filosóficos -como la idea de individuo y los alcances de la conciencia-, planteamientos biológicos -como la clonación- y psicológico-conductuales -como la vanidad, la ambición y la depresión-. Por lo que a lo largo de la cinta, incluso al salir de la sala de cine, el espectador se pondrá reflexivo del cúmulo de temas, nada triviales, que le fue arrojado en cascada.

El sello de la casa es el suspenso que no deja de sorprender: complementado con momentos más turbios: que entrelazan el gore y lo bizarro. Un equilibrio que se percibe adecuado -ya que logra perturbarnos- y que aporta a la historia, al menos en la mayoría de la cinta. Pues por ejemplo, Elisabeth sufre cambios físicos debido al uso de la sustancia y la película no escatimará en dejar a la imaginación estos apartados -lo que resulta escalofriante para el espectador-.

The Substance • New Zealand International Film Festival

El montaje se divide en tres episodios con título propio, mismo que hace referencia a un personaje de la historia, con una narrativa lineal: que va de menos a más, hasta un punto que raya en lo desquiciado. Por lo que podemos decir que el ritmo de la narrativa se mantiene constante, salvo en su parte final que aumenta de forma estrepitosa. Ya que ese conflicto entre ser Elisabeth y Sue explota a unos niveles inimaginables.

La elección del cast es uno de los mayores aciertos; pues en ambas interpretaciones, Elisabeth y Sue, se irradian esos claros contrastes que existen entre la juventud y vejez -logrando esto de forma netamente visual, es decir, con solo lenguaje corporal y sin palabra alguna-. Además del físico de las actrices, se logra esto mediante tomas precisas que marcan de forma implícita la dualidad existente entre ambas. Lo que trasciende también en lo anímico; pues por un lado, Elisabeth esta sumergida en una tristeza -se siente obsoleta- y por otro, Sue se encuentra llena de vida -siente que se come el mundo-.

The Substance (2024) - Movie Review

La fotografía es impecable, pues se percibe como un trabajo artístico que juega constantemente con los planos, las tomas y las distancias; pues, en ocasiones, se aprecian zooms intencionados para que nuestra mirada se concentre ahí. Por otro lado, el sonido esta trabajado de tal forma que se aíslan los ruidos que no aportan algo a la trama de los que sí; prueba de esto se ve, por ejemplo, en exteriores con vehículos en circulación, donde extrañamente no se escuchan estos; esto con el fin de que el espectador no pierda su atención de lo que el director busca centrar. Esta poderosa combinación de la fotografía y sonido permite construir suspenso y focalizar ideas, además que en sí misma es un deleite audiovisual.

Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas en La sustancia; pues el acto final desentona de sobre manera con todo el planeamiento previo. Incluso se percibe como si hubiera habido un cambio de dirección para este último apartado. Transitando del tono lúgubre, sombrío y creepy; al absurdo total. También es cierto que quedan en el aire varias dudas con respecto a la empresa y personas que están detrás de este novedoso elixir de la vida; así cómo sus verdaderas intenciones. Aunque como esto igual puede alimentar el ambiente de suspenso; no resulta una inconsistencia tan grave como la antes descrita -es decir, la del tercer acto-.

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En conclusión, “La sustancia” es una crítica a esos estándares casi de perfección en belleza impuestos en la sociedad; donde al envejecer y «no cumplirlos» dejas de ser considerado útil. Trayendo consigo depresión y desesperación en las personas que pasan por esto, donde se esta dispuesto a todo con tal de conseguir de vuelta lo que se considera perdido: incluso decisiones que nos autodestruyan.

En cuanto lo técnico, es un filme que en general nos captura por diversos motivos: su guion, sus personajes y su estética. Se percibe como una especie de episodio de Black Mirror largo sustentado más en la biología que en la tecnología; con una historia original que nos sorprenderá e infundirá muchos sentimientos, que en su mayoría son en pro de la película. Sin embargo, pese a tener todo para ser una excelente producción cinematográfica; el drástico giro del final, puede no ser del agrado de muchos, por lo que se sienta más como un tropiezo que acierto.

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