Alice In Chains: 24 años de una consagración desenchufada
En medio de problemas internos que amenazaban su disolución, Alice In Chains ofrecía un impresionante concierto acústico que terminó de encumbrar a la banda de Seattle. A más de dos décadas de su grabación, la figura de Layne Staley continúa vigente en uno de los mejores MTV Unplugged de todos los tiempos.
Para mediados de la década de 1990, el boom del grunge estaba en un descenso considerable, marcado en parte por la muerte de varias de sus figuras a causa de la heroína: Andrew Wood, vocalista de Mother Love Bone (grupo que fue precursor de Pearl Jam); Kristen Pfaff, bajista de Hole, el grupo de Courtney Love; y, Kurt Cobain, por un suicidio no causado pero sí propiciado —así lo entiende la prensa— por el consumo de heroína, tras meses de reclusión. El siguiente en la lista parecía ser Layne Staley, cantante de Alice In Chains, grupo que tenía un horizonte incierto.
La banda originaria de Seattle siempre fue objeto de especulación respecto a su futuro. Para 1995, la banda había publicado su tercer álbum homónimo que recibió buenas críticas y fue un relativo éxito comercial (no al grado de Dirt, su segundo álbum), pero que no pudo impulsar su alcance debido a la cancelación de la gira de promoción, ocasionada por los problemas entre sus integrantes, pero sobre todo, por las adicciones de Staley que lo llevaron a refugiarse en el proyecto paralelo Mad Season junto a Mike McCready (guitarrista de Pearl Jam), Barrett Martin (baterista de Screaming Trees) y John Baker Saunders (futuro bajista de The Walkabouts).
Consciente de que quizá podría ser su última oportunidad, MTV decide invitar a la banda para desenchufarse, poniendo fin a un ausencia de los escenarios de casi tres años y que, de inmediato, se convertiría en uno de los mejores episodios de la serie Unplugged.
EL CONCIERTO
10 de abril de 1996. Miércoles. Todo estaba listo para que la Brooklyn Academy of Music recibiera a la banda liderada por Staley y Cantrell. Antes, este recinto había sido el lugar de encuentro para que artistas como Hole, The Cranberries y Seal (quien un día antes se había desconectado) ofrecieran versiones reinventadas de sus grandes éxitos. Pero esta vez iba ser especial.
Con el aplauso característico que abre cada uno de estos concierto, Jerry Cantrell comenzaba los primeros acordes de «Nutshell», que poco a poco fue acompañado por Mike Inez en el bajo, Scott Olson en la guitarra rítmica (invitado especial para esta presentación), Sean Kinney con una batería que a su vez dio paso al inconfundible Layne Staley, con cabello teñido de rosa, lentes oscuros y una vestimenta en negro que solo daban un sentimiento de tristeza aún mayor a su voz lastimera pero con mucho efecto. Las luces azules, moradas y rosas sumadas a unas velas colocadas por todo el escenario, hicieron de este número inicial un preludio a la magia que se iba a vivir en los siguientes 70 minutos.
«Brother», tema proveniente de su EP Sap, no representa a nivel instrumental un gran cambio respecto a su versión original. Sin embargo, los coros de Staley y Cantrell , le dan un tono aún más oscuro a la canción. Tal y como se había comprobado con las presentaciones de Pearl Jam y Nirvana, el poder de los riffs de guitarras eléctricas y la parte rítmica del bajo no se pierde con los instrumentos acústicos, al contrario, consiguen impregnar de una nueva vitalidad a estos temas.
«No Excuses», canción con una vena llena de amplificadores y voces llenas de rabia, transcurre como una bella pieza de rock más calmado pero brillantemente ejecutado, que resulta especial por la habilidad instrumental y vocal de todos los músicos. Los solos de guitarra acústica son espectaculares, la batería adornada por un pandero es genial y la línea del bajo se puede disfrutar de mejor manera.
Lo mismo sucede con «Sludge Factory». En Alice In Chains (1995), el predominio de amplificadores y una distorsión de voz que hace que los coros de apertura pasen como silbidos, la dotan de un aura cruda, con mucho poder. Sin renunciar a ese poder e incluso, elevado por una equivocación inicial que probaba que no es necesaria la perfección para pasar a la historia, esta re lectura le da mayor protagonismo a la sección vocal y a todos los instrumentos en conjunto, si bien haciendo más blando el sonido, adquiere un nuevo nivel de majestuosidad. Una parte alta, emblemática de este gran Unplugged.
«Down in the Hole» adquiere una belleza renovada gracias a ese intro delicado que Cantrell da con su guitarra electroacústica. Junto al cantante que en cada canción da todo de si, como si supiera que este será el punto más alto en su legado, logran una interpretación que pone la piel chinita por todo el cúmulo de emociones palpables de principio a fin.
Sin encontrar explicaciones para la no inclusión de «Angry Chair» de la transmisión original en MTV, esta parte del concierto es una joya audiovisual. Tal y como paso con Kurt Cobain en su presentación con Nirvana, podemos ver a todos los músicos en plan relajado, cordial, como si de un ensayo se tratará. Staley ofrece su único aporte instrumental en toda la velada, tomando el rol de guitarrista rítmico, haciéndolo muy bien.
«Rooster» es uno de los clímax de este desenchufado. La luz de las velas que han bajado hasta casi apagarse, más la solemnidad de la hermosa ejecución de todos los involucrados, hacen de esta versión un himno generacional, donde el vocalista con los ojos cerrados disfruta de lleno cada estrofa. Un deleite que aún hoy, sigue causando emoción.
Podemos apuntar como puntos de respiro a «Got Me Wrong» y «Heaven Beside You». En la primera, se aprecia la baja en los voltios que en la versión de Sap es bastante característico. Lo mismo pasa con el tema perteneciente a su entonces último trabajo, con el primer co-liderazgo vocal entre Jerry y Layne. Habrá que destacar la gran labor de Inez en este tema, ya que musicalmente toma las riendas para que los dos cantantes deslumbren.
«Would?» mantiene el poder con la línea fantástica de bajo. Si bien, aquí la batería no tiene el mismo tono apuballante de la versión del fundamental Dirt, lo cierto es que aquí Kinney demuestra sus virtudes al agregar el pandero de manera excelente. Se puede indicar una de las mejores adaptaciones a formato acústico por parte de los de Seattle.
El cierre se da con la tríada conformada por «Frogs», «Over Now» y «Killer Is Me» que da como resultado una montaña rusa de emociones, nuevamente sin razones válidas para omitir dos de estas tres canciones de la emisión original. Se comienza por una canción de por si sofocante que solo se suaviza para destacar todas sus cualidades que quizá no luzcan del todo en la versión de estudio.
Sigue una versión más movida, más luminosa y con más juegos musicales que la hacen bastante disfrutable. Inez acierta al simular un bajo fretless que la hace más interesante, guitarras que rasguean cada acorde, la voz de Cantrell más atrevida y un Staley que es intermitente pero que cuando aparece es genial.
El final llega de la mano de la única canción exclusiva de este Unplugged. Con una muestra más de complicidad, de camaradería e íntima, es el punto más ligero del concierto. Como si supieran que este iba ser un final anunciado, la banda se toma su tiempo para tocar esta nueva interpretación y lo hacen de manera calmada, disfrutando un colofón inesperado. Si bien, puede ser el punto más bajo de toda la presentación, la canción es de una calidad notable y más que brillante.
UNA JOYA MUSICAL QUE SIGUE BRILLANDO
Tras esta presentación que significó un éxito total de ventas y que supuso un renacimiento inesperado para la banda de Seattle, Layne Staley cimentó su figura como uno de los exponentes no solo del grunge sino de la música en general. No obstante, su trágico destino estaba escrito cuando el propio cantante decidió dejar de luchar contra sus adicciones y entregarse por completo a las drogas que acabarían con un 5 de abril, mismo día en que Kurt Cobain se suicidó pero 8 años más tarde.
Aunque la banda continuó su carrera con un nuevo vocalista y bajo el liderazgo de Jerry Cantrell, lo cierto es que nunca volvieron a destacar como lo hicieron en aquellos años dorados, siendo la prueba más contundente su mítica presentación en MTV Unplugged, una joya que sigue brillando y emocionando, congelando a su cantante en su canto de cisne antes de arrojarse al vacío.
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