El 30 de septiembre de 1868, una talentosa escritora, abolicionista y sufragista estadounidense de 35 años llamada Louisa May Alcott sorprendía al mundo con una novela protagonizada por cuatro hermanas que a través de sus cotidianas aventuras dejaban enseñanzas que aún hoy, a más de 2 siglos de distancia siguen inspirando vidas tanto de hombres como de mujeres. La obra: Mujercitas.

El encanto de la obra de Alcott ha sido tal que tanto cine como TV han adaptado la historia en múltiples ocasiones, siendo las de 1933 (con la legendaria Katharine Hepburn, ganadora en 4 ocasiones al premio Oscar a “Mejor Actriz”), 1944 (a color y con un elenco encabezado por Janet Leigh y la entonces promesa infantil Elizabeth Taylor) y 1994 (nombres como los de Winona Ryder, Christian Bale, Susan Sarandon, Kirsten Dunst y Thomas Newman consiguen un resultado espectacular) prueba de que esta novela no ha perdido su encanto ni magia.

Con motivo de una nueva versión que llegó en la navidad de 2019, toca hablar del material de origen, el cual se ha ganado su lugar como uno de los grandes clásicos y lecturas obligadas con una vigencia inamovible.

ALCOTT: LA MUJER DETRÁS DE LAS MUJERCITAS

Una de las fortalezas de Mujercitas es su atmósfera auténtica, hogareña y vivencial. Esto se lo debemos a la gran maestría narrativa por parte de Louisa May que logra amalgamar sus vivencias personales (ella tuvo 3 hermanas) con un mensaje que sirviera como guía para los jóvenes (sobre todo a las jovencitas) en la manera de encarar la vida adulta de aquella época.

Así mismo, el enfoque sufragista que era llevado como filosofía de vida por parte de su autora, resultó en una auténtica revolución para los personajes femeninos y su construcción: mujeres fuertes, con debilidades, retos, virtudes, respetuosas de los diferentes proyectos de vida disponibles y colaborativas con el hombre.

CONOCIENDO A MEG, JO, BETH Y AMY

Alcott construye a través de las cuatro hermanas March varios enfoques femeninos sobre la vida en una época de dificultad y transición. Pese a que la autora nunca se casó, ella compartía la visión de que cualquier objetivo que la mujer emprendiera, sin importar si había o no matrimonio en este, debía corresponder a la satisfacción de sus ambiciones.

Por parte de Meg, tenemos a la joven que busca formar un hogar tradicional, lleno de prosperidad y que tenía como base los buenos modales. Al ser la hija mayor, las presiones por el matrimonio (un anhelo que tiene curiosamente) hacen que este personaje tenga que enfrentar su vanidad, que si bien en algún momento su feminidad impulsa este defecto, al mismo tiempo la ayuda a combatirlo y salir avante, gracias a una autovaloración alta acompañada de un carácter maduro.

Jo resulta ser la más fuerte y explosiva de las hermanas March, debido a su temperamento, pasión y decisión plasmados en lo que hace. Con talento para escribir, crear historias y con liderazgo gracias a su modo de ser, ella posee una admiración por lo varonil, algo que es una crítica a la falta de oportunidades para las mujeres de dedicarse a oficios que eran exclusivos de los hombres. Alter ego de Alcott (en ella se centra mucho de la historia), este personaje rompe paradigmas al dar uno de los protagónicos femeninos que cambiaron la manera en que se leían y construían a las mujeres en la literatura, ya que constantemente cuestiona las líneas de comportamiento de la época, además de impulsar la idea de independencia femenil.

Beth, con talento musical, es la hermana más pacífica y con más apego a la familia. La enfermedad que la afecta es un retrato de que muchas veces, las personas más amorosas son las que menos tiempo viven y las que más sufren. Sin ambiciones más allá del hogar de los padres, representa mucho más la realidad que viviría su autora, quién no dejaría nunca su primera casa ni casaría. Recordatorio de la fragilidad humana de la época, donde muchas veces se moría joven por una apenas latente medicina.

Amy, la menor, la preferida, la pintora y la más complicada de las March, es la que más pruebas de carácter supera. Su mayor preocupación es la belleza física (su nariz) que después traslada a la ambición por casarse con un hombre acomodado que le permita hacer su arte. Ella retrata a las mujeres talentosas que muchas veces se ciegan por el estatus pero que en el fondo, aman a su familia y esto se demuestra con su retorno de Francia para unirse a la pena por la muerte de su hermana Beth.

Laurie es la demostración que el empoderamiento no tiene que ver con una exageración en los defectos del hombre. Su mirada y voz masculina funge como catalizador de las hermanas, donde además su buena posición social pero con un vacío sentimental sirve como un mensaje de que muchas veces lo más importante es el amor familiar pero sobre todo, de la amistad. Personaje que apoya a sus amigas, que a su vez admira, respeta y gracias a ellas, mejora y por supuesto, ayuda a progresar.

LA CASA EN CONCORD: LA HISTORIA

Situada en plena Guerra de Secesión, Mujercitas narra las vivencias de la familia March, quienes viven en Concord, Massachussets, mientras el padre y esposo de la misma se va a combatir, dejando tanto a su esposa como a sus cuatro hijas enfrentarse a las penurias económicas ocasionadas por malas decisiones en el pasado.

Superando los propios desafíos y aprendiendo muchas enseñanzas propias del camino a la adultez, las March irán conociendo personas que las apoyan (como los vecinos acaudalados pero de buen corazón Laurie y su abuelo) como quienes las lastiman (los Moffat o incluso, la propia Tía March) que sin duda las ayudarán a crecer y llegar a formar sus propios hogares. 

MÁS ALLÁ DE LAS HERMANAS

Con un formato anecdótico, vivencial y autobiográfico, Mujercitas posee un encanto hogareño, pueblerino y acogedor que hace que la lectura de la novela sea bastante fluida. 

Desde el principio, el lector logra empatizar con cada personaje, llegando a ser parte de la familia March, aprendiendo con ellas y las personas que las rodean lecciones que si bien poseen un componente cristiano, llegan a emocionar, además de conseguir que las reflexiones sean más efectivas.

Sin importar si quien lee es hombre o mujer, la obra cumbre de Alcott se siente universal gracias a una construcción sólida de trama, personajes y retratos de los paisajes por donde la lectura va llevando.

La fortaleza de sus mujeres radica no en lo físico sino en lo interior debido a la determinación, fé, defectos, virtudes y dificultades que ellas van viviendo a la par del participante de la lectura. Los varones no son más o menos respecto a su contraparte femenina, sino que ambos se complementan naturalmente.

Si bien el tiempo ha ido cambiando los roles sociales, lo cierto es que los consejos serán de gran utilidad para un desarrollo personal más que enriquecedor, donde la familia, la amistad y el amor propio son los puntos más abordados, causando un impacto que a más de dos siglos sigue teniendo fuerza.

Por ello, si quieres ir a la casa de Concord, conocer a las 4 hermanas, Laurie y su madre, la increíble Marmee, al misterioso Señor Laurence y conocer una época muy pintoresca de la historia de EU, no queda más que te adentres en la lectura de un clásico como lo es Mujercitas.

1 pensamiento sobre “Mujercitas (Novela)

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