Reseña de zoom Voyerista: siempre te estoy observando

¿Qué tanto hemos permitido que la tecnología sea parte esencial de nuestras vidas? Ya sea mientras trabajamos desde casa, mientras estamos en el baño, mientras sacudimos o incluso mientras dormimos; cámaras nos rodean durante cada segundo de nuestras vidas sin que nos alarmemos.

La cámara de nuestro celular, de la tablet, de nuestra computadora o del sistema de seguridad está grabando cada suceso que acontece en el día a día. Tal información en primer instancia no nos crearía pánico pero, al tomar en cuenta la existencia de personas capaces de quebrar códigos de seguridad y acceder o eliminar cualquier dato y archivo que se comparta por el internet, puede y nos debe causar alerta.

Más de una mirada podría estar observándote mientras lees ésto pero, en esta ocasión, la historia no es de terror. Muy al estilo de The Truman Show, Zoom Voyerista nos trae la vida de ocho personas que no saben que están siendo observadas. H4cK-L0v3R nos invitó el sábado a su sala privada para observar y enterarnos de los secretos, las mentiras y la privacidad de 8 sujetos que están más interconectados de lo que parece.

Al realizarse la puesta en escena por la aplicación Zoom, quedamos a merced del poder y las órdenes de H4cK-L0v3R. Al entrar nos recuerda que él tiene el poder para sacarnos o permitirnos ser parte del experimento y que debemos seguir sus indicaciones para que disfrutemos la experiencia.

Tras una pequeña introducción nos hace apagar nuestras cámaras y comenzar a observar las señales sin sonido que logró hackear de diferentes dispositivos. Elige al azar a un miembro de la audiencia y tras indicarle que elija dos cámaras, le pide que describa las acciones que las personas están haciendo frente a ella.

Es en este momento donde la verdadera estrella se hace presente, el ingenio y la creatividad de los actores les permiten adaptarse a cualquier situación para improvisar la historia que veremos esa noche. De la misma forma se eligen otro dos hilos narrativos hasta tejer poco a poco una historia que llega a su final como se le dio inicio, con la participación del público que propone la forma de unificar el destino de todas las cámaras y darles su cierre climático.

La propuesta resulta interesante al lograr mantener lo impredecible y el carácter único de cada función, como el teatro tradicional, al mismo tiempo de proponer un cambio en el lenguaje teatral clásico. Los actores de improv hacen suyas las propuestas del público y llevan la historia a lugares descabellados pero entretenidos de forma elocuente. El uso de la cámara también añade cierto valor a la puesta en escena, le otorga una cinematografía al ambiente y su encuadre acerca lo que observamos a la experiencia del cine o la TV.

No obstante, el espectáculo no es sencillo ni amigable con el espectador casual. La apuesta de la compañía es que el público arme el rompecabezas solo, que cada uno teja el hilo por su cuenta, por lo que puede darse el caso de que si pierde uno un poco la atención, pierda todo el sentido la obra. A su vez, dificultades técnicas como mala calidad de sonido, imagen desenfocada o retraso de la respuesta por la conexión de internet causan golpes de realidad a una experiencia que debería ser inmersiva.

Considero que es un experimento divertido y una gran alternativa para el teatro a distancia. Para aquellos que extrañan ver puestas en escena o que les agrada la improvisación es un buen plan de sábado por la noche. Sin embargo, el show pierde un poco la moraleja que quiere que reflexionemos; al final de cuentas nos hace parte del espectáculo y no simpatizamos con quien es mirado por su cualidad de ser observado sino que nos hace inmiscuirnos en la mirada y regocijarnos en el dominio del observante. Por lo que su mensaje queda perdido al otorgarnos el poder que deberíamos temer y termina siendo solo un dispositivo para la trama.