Judas y el Mesías Negro, más allá del bien y el mal (reseña)
Este 2021, 53 años después del asesinato de Martin Luther King, 51 años de la muerte de Fred Hampton por órdenes del FBI y un año después de que George Floyd perdió la vida en manos de un policía; el filme «Judas y el mesías negro«, dirigido por Shaka King nos recuerda aquellos ideales de las Panteras Negras en la década de los 60 por los que aún se protesta.
El gobierno de los Estado Unidos tiene miedo del alcance que tengan el movimiento anti racismo si se junta con las demás minorías unidos por los principios comunistas así que su plan es activar un programa de contraespionaje para “evitar el surgimiento de un mesias”. Después del robo de un carro, el joven William O’Neal (Lakeith Stanfield) es capturado por Roy Mitchell (Jesse Plemons), un agente del FBI quien le ofrece un trato a cambio de su libertad que consistía en convertirse en un infiltrado en el partido de las Panteras Negras liderado por Fred Hampton (Daniel Kaluuya).
Con algunos permisos artísticos Shaka King presenta un docudrama en el que se muestran los últimos años de Fred Hampton desde los ojos de William O’Neal, algunos de los ataques a los miembros del partido y el romance que sostuvo con la escritora Akua Njeri/Deborah Johnson.
No es la primera película sobre los problemas que han enfrentado los afroamericano que llega a los Premios Oscar, en 2014 Steve McQueen gana la estatuilla como la mejor película por «12 años de Esclavitud» y en el 2019 «El infiltrado del KKKlan» tuvo 6 nominaciones entre ellas la de mejor película y ganó como mejor guión adaptado.
Lo que hace a «Judas y el mesías negro» una pieza diferente es que profundiza en el tema y en los personajes. Fred Hampton se presenta como un líder fuerte y entregado, pero también una persona con miedos y debilidades. Vemos una gran transformación en O’Neal, que comienza como un ser individualista y al acercarse al partido empatiza con sus miembros. El agente del FBI, Roy Mitchell que cree en los derechos civiles para todos, pero teme que le hagan daño a él o a su familia si no ejecuta las órdenes del jefe.
Se podría suponer que en esta película el villano es el miedo y el racismo, vemos tanto a americanos blancos matando afroamericanos, como afroamericanos matar a hombres blancos. Pero también hay escenas de unión entre las minorías, sin importar el color de piel cuyo único objetivo es tener una vida digna. El discurso va más allá de buenos y malos.
Las actuaciones son magistrales y no sólo por la cuidadosa dirección de Shaka, también porque los personajes impactaron en la vida de los actores, despertó sus emociones y les recordó la lucha y el tipo de personas que quieren ser.
“Leer el guion y escuchar sus palabras me sacudió, me conmovió… Fue casi como un llamado a la acción. Pensé, ¡oye!, estoy aquí en el ring. Cuando realmente comprendí lo que estaba en juego, los riesgos culturales… creo que un yo diferente apareció”.
mencionó Kaluuya.
Por su parte Lakeith Stanfield, al interpretar al traidor O’Neal sentía la presión y la anisedad hasta ataques de pánico le provocó la lucha interna por lo que representa su papel.
“Todo el tiempo estuve como en conflicto, todo el rodaje, preguntándome si estaba haciendo lo correcto y si estaba interpretando a este personaje de la manera correcta porque quería darle humanidad. Pero tampoco quería darle demasiada”
compartió Stanfield.
No es la primera vez que Daniel Kaluuya y Lakeith Stanfield trabajan juntos, anteriormente participaron en “Get Out” (2017). Ahora compiten por el premio a mejor actor de reparto en los premios de la Academia. Posiblemente para asegurar un reconocimiento a las espectaculares actuaciones, es eso o no se quisieron meter en dilemas sobre quién era el protagónico de esta filmación.
Por su parte Dominique Fishback fue asesorada por la misma Njeri quien enfatizó que su papel tenía que presentar a una mujer fuerte, porque ella se aguantó las lágrimas hasta en el momento más desgarrador. “Aprendí quién quería ser yo más que nada”, dijo Fishback. “Sentí que estaba en el umbral de algún tipo de femineidad y no sabía cómo cruzarlo”.
Los planos y la edición fueron ejecutados con precisión, desde los más cerrados y cercanos en los que los ojos dicen más que las palabras y llega a tocar las fibras más delicadas de los espectadores, hasta el miedo y la adrenalina que se siente en las perspectivas en primera persona en las secuencias cercanas al documental.
Como un hecho histórico y por la analogía con el pasaje de la Biblia, el final ya todos los sabemos, pero aun así esta película mantiene la tensión con cada escena, si no es por el miedo de que descubran al infiltrado, es por las persecuciones y ataques de la policía o tienes un nudo en la garganta por la determinación en los discursos de Hampton. Después de esta película terminas inspirado y con una visión renovada sobre las protestas sociales.
Shaka King, un joven director que junto con maestros de la fotografía (Sean Bobbitt), el guionismo (Will Berson) y tres compositoras reconocidas (H.E.R, Dersnt Emile y Tiara Thomas) lograron que «Judas y el mesías negro» reflejara el poder de los afrodescendientes en el siglo XXI y ganara 6 nominaciones al Oscar ¿será lo que buscan los jueces de la Academia este año? Junto a «El Juicio de los 7 de Chicago» y La madre del blues, películas con temas que se enlazan, se espera una difícil contienda para la próxima gala.
Sin lugar alguna, la reseña que se hace de esta película invita a verle con la inquietud de poder percibir; no solo, la lucha por el color de piel, sino también un sentimiento de lucha constante que moviliza toda una ideología de grupos minoritarios en algunos países que les permita ser parte y poder posicionarse dentro de la dinámica social en la que viven.