El terror primario de ‘Feral’ en palabras de Andrés Kaiser y Héctor Illanes
El género de terror en el cine mexicano ha tenido puntos muy buenos en su historia con exponentes como Carlos Enrique Taboada, así como unos bastante olvidables en el pasado reciente con algunos intentos de emular al cine industrial que no han sido bien llevados.
A pesar de ello, de repente surgen propuestas interesantes gracias a nuevos talentos. Tal es el caso de Andrés Kaiser, que en el 2018 realizó Feral, haciendo equipo con el actor Héctor Illanes para contarnos un relato de terror donde el verdadero miedo está en la delgada línea de lo que puede ser real y lo que no.
En Unplugged News tuvimos el gusto de charlar con ambos acerca de esta cinta que, después de su exitoso paso por diversos festivales como Los Cabos o Macabro, llega a las pantallas de la cartelera mexicana el próximo 2 de julio, ofreciendo una propuesta en el género bastante propositiva.
“Feral está poco interesada en los fenómenos sobrenaturales. Creo que hablar de hacer cine de género con estos temas de demonios o fantasmas es hacer propaganda cristiana», afirma el joven realizador mexicano acerca de la diferencia de su cinta conforme al terror comercial.
A pesar de que no toca esos temas tan explotados y recurrentes en el género, la cinta de Kaiser se aprovecha de otra fórmula bastante gastada pero que aquí resulta como una excelente vía para contar su historia. “Es cierto que el found footage, a partir de El Proyecto de la Bruja de Blair y su éxito global, se fue desgastando comercialmente. Pero no podemos negar que nos ofrece enfoques mucho más interesantes. Te traslada al realismo y la desesperación de quien está detrás de la cámara, como una especie de videojuego en primera persona. Para mí era muy interesante poder hacer una cinta de este sub género que pudiera reinventarse un poco, que pudiera viajar y que no fuera simplemente una serie de personajes corriendo detrás de la cámara en un solo plano secuencia».
«Quería que hubiera más contexto y por eso pusimos una estructura de documental encima que de eso, que vierte comentario sobre este material de investigación y documentación de un personaje preocupado por mejorar, evaluar con buenas intenciones algo que termina capturando una serie de cosas espantosas y terribles. Había una preocupación formal por tratar de darle un nuevo aire al asunto del metraje encontrado«, complementa Andrés acerca de su decisión por esta mezcla de géneros para contar su relato.
Gran parte del miedo que transmite el relato es gracias a su protagonista, Juan Felipe de Jesús González, interpretado por Héctor Illanes, que nos contó acerca de lo complicado que fue realizar este papel. «Fue un gran reto hacerlo, desde muchas perspectivas. Primero, es un personaje que había vivido en los 80s, no en una época actual y darle toda la complejidad que tiene un religioso que sale de un monasterio que realmente existió formado por monjes de avanzada porque nadie pensaba en ese momento en el psicoanálisis como medio para reafirmar la fe. Documentar un personaje así fue un estudio exhaustivo en el que tuve que estudiar varios libros pero en especial uno que me sirvió mucho escrito por Fernando M. González que se llama ‘La Crisis de Fe’ donde documenta todo lo que pasó en ese convento y la experiencia de los monjes. Descubrí estas imágenes en el libro que son reales y eso fue maravilloso para mí porque realmente estaba viéndolos en ese lugar y todavía la terapia de grupo que vivieron.”
El protagonista de Feral continúa diciéndonos los otros grandes retos que tuvo que enfrentar para complementar este papel de manera tan efectiva. “Tuve que hacer una gran comunión con Andrés para saber cuál era su visión y qué era lo que quería ver del personaje y cómo quería comunicarlo. Otra parte muy complicada fue hacer de Juan Felipe un personaje completamente veraz fuera de la interpretación a la que estamos acostumbrados a hacer los actores porque es alguien a quien tienes que ver. Lograr una interpretación así es muy difícil de lograr pero tuve la fortuna de tener la guía de mi director que es muy, muy, muy exigente y eso es fenomenal porque cuando yo pensaba que ya no podía, Andrés llegaba y decía ‘si, y ahora quiero esto y esto’, lo cual implicaba un compromiso de mi parte, una escalada, una subida donde el nivel de exigencia y de vivencia fue grandioso. Incluso tuve que volver a ser feligrés de la Iglesia, arrodillarme cada ocho días, estar en la liturgia, ver a los padres, estudiarlos de arriba abajo, ver como se conectaban con sus feligreses, su comportamiento, todo eso. Y aunque él (Kaiser, él director) se burla un poco de mí por ello, así fue”, cierra entre risas Héctor Illanes.
Ante este comentario, Kaiser añade: “Siempre insisto en que Héctor estaba en un momento haciendo la película en que estaba ya más cerca de ser monje que ser un actor en su papel”, bromea el realizador mexicano.
Si para el actor la representación del papel requirió de tanta exigencia, para el director Andrés Kaiser también fue complicado. “Fue una experiencia muy brutal la dirección de actores y en particular la de Héctor. Pero creo que como director lo que tienes que hacer es eso, darle las capacidades al intérprete que está metido en una burbuja emocional muy particular y hay que tratar de guiarlo a través de esa oscuridad para que la cámara lo capture”, declaró.
La cinta de terror plantea un enfrentamiento entre la creencia religiosa y la naturaleza, un tema interesante que explotó de diversas maneras el director. “En un término narrativo claro que hay un choque de la fe contra lo salvaje. Somos el único animal del planeta que cree en la existencia de un ser superior, esa es una de las características inherentes del ser humano. Entonces cuando lo confrontas con el mundo natural evidentemente hay un conflicto acerca de la existencia de Dios, lo que ha desatado guerras, genocidios, entre otras cosas. Entonces había un choque muy interesante y natural que, para poder hablar de él, teníamos que encontrar un lugar como en el que grabamos, espectacular, prístino y muy bonito en el cual después de tres semanas de estar ahí causó un cansancio en el equipo», afirma Andrés.
“La broma que hacíamos era que íbamos a hacer una película después donde un documentalista iba a llegar a hacer un documental sobre el crew que se había vuelto loco y se habían asesinado todos en el monte después de hacer una película. Así de agotados estábamos”, comenta como anécdota chistosa el director de la cinta acerca del difícil proceso que llevó al límite al equipo detrás de Feral.
Pareciera que el terror primario que maneja la cinta y la convierte en un ejercicio tan efectivo del género se contagió en el equipo de vez en cuando. “Los horrores que yo tenía al realizar esta cinta, de entrada era que la película no saliera bien, un miedo muy real. Pero realmente uno de los horrores que enfrenté en algún momento de la filmación fue en una escena que no está en la película porque se cortó durante la edición en la que El Máquinas, miembro del crew, se pone encima de una piedra en un acantilado de unos 1200 metros de altura donde íbamos a grabar y decía ‘es que la piedra se mueve’. Y en un momento, por mi cabeza pasó la imagen de un actor cayendo por un acantilado al tercer día de rodaje. Fue de lo más terrorífico que pude experimentar”, confesó Kaiser.
A pesar del cansancio y las dificultades, para Héctor Illanes fue un ambiente ideal que lo ayudó a desarrollar su papel de mejor forma, siendo el representante del choque de la fe con la naturaleza en la cinta. “Fue buenísimo para crear el personaje y realmente completar a Juan porque, definitivamente, estábamos en medio de la nada. No había luz ni wifi ni servicios sanitarios, no había comida, no hay nada más que la naturaleza. Andrés nos consiguió estar en la locación trabajando con los niños. Tuvimos unas escenas ya directamente en el lugar antes de que se construyera la cabaña. Cuando este lugar estaba terminado fue realmente una conexión con esa naturaleza porque precisamente representaba esa dicotomía entre la civilización y lo natural, producía el realmente sentir que ya no estas ahí. Y es que, en realidad ¿a quién no le ha pasado que ya estas harto de estar en la ciudad y entonces te aislas? Esto fue lo mismo que empleamos para mi personaje y el de los niños. Fue una gran oportunidad para nosotros de vivirlo, experimentarlo y tocarlo», asevera el actor.
“Justamente hablando del concepto del terror en general, en cuanto estábamos en el proceso de filmación se sentía un terror que es muy primario. Era la idea de estar alejado de todo y el que pasaría si, por ejemplo, comenzaba a llover y nos caía un rayo en medio. Empiezan las cuestiones muy básicas acerca de la supervivencia. O estar en el día dos del rodaje y sentir un frío de -1 grado que te orilla a preguntarte ‘¿porqué estoy sintiendo esto?’. Creo que eso era lo más terrible, esos terrores muy primarios como en la secuencia del río que hay en la cinta, que quedó bellísima pero que difícil fue grabarla. Es un horror inspirado en el pensar que pasaría”, acotó el actor Héctor Illanes.
Así, Feral se convierte en este ejercicio del horror más primario que abarca los miedos más profundos, aquellos que son reales y que pueden suceder o no a cualquiera. “Parte de que la cinta al final sea tan efectiva es porque tenemos un personaje que nos hace preguntarnos el hecho de que pudo haber sucedido lo que vemos”, concluye Andrés Kaiser.