Fractal, la incertidumbre de una juventud sin rumbo

Una, dos, tres, veinte llamadas y tu amiga no te contesta. Comienzas a torturarte imaginando los peores finales, no sabes a quién llamar, porque en este país ni siquiera puedes confiar en la policía. Sus padres te van a culpar y solo te quedan tus “amigos para ayudarte. Toda esta desesperación se refleja en Fractal, ópera prima de Mariana González protagonizada por Ruth Ramos, Mario Moreno y Juan Carlos Huguenin.
Después de un after, Fede (Mario Moreno) no sabe dónde está su amiga, Mónica (Ximena Romo), una bella joven con la inocencia y el valemadrismo de los 20 años. Lleno de pánico y temor se comunica con Tamara (Ruth Ramos) y Marco (uan Carlos Huguenin) para que comiencen la búsqueda por sus propios medios. Durante este recorrido, los jóvenes se enfrentarán a la amenaza de una sociedad peligrosa y a sus propios problemas existenciales.
En 77 minutos, Mariana González nos muestra el fragmento de una de las burbujas en la que viven un grupo de amigos de veintitantos años, clase social aparentemente media alta, recién terminada la carrera, dispuestos a disfrutar cada momento de su juventud entre las fiestas y la drogas, pero que de repente se sienten más perdidos que la misma Mónica.

Por un lado, se encuentra el paranóico y alterado Fede (Mario Moreno), preocupado por su amiga y por la culpa que va a cargar si no la encuentran. En otro extremo está Marco (Huguenin), con una facha de desinteresado, tanto por lo ocurrido con su amiga como por lo que pasa en su vida, pero que en realidad sus dilemas y preocupación por el futuro internamente lo consumen. Para cerrar la terna.en un papel de brújula moral se encuentra Tamara (Ruth Ramos), que pareciera querer huir de la incertidumbre que provoca el país, su relación incierta con Marco y su propia juventud.
Se trata de una película de realización independiente con todos los problemas que eso conlleva. La joven directora hizo que cada peso valiera diez y hasta quince veces más. Muchas de las personas que participaron fueron amigos o familiares que recibieron un pago simbólico, aunado a los tiempos y cuidados de la pandemia, grabaciones intensas con poco margen de error, entre otros dilemas. Pero aún con sus desventuras el proyecto salió a flote y se ha ganado el reconocimiento en diferentes festivales, posicionándose por fin en salas de cine.
Al finalizar una carrera, más que certezas, te inundan millones de dudas y buscas distracciones que postergan la toma de decisiones que implica la adultez. Ese momento, cuando termina su la Maestría en Guionismo en London Film School, fue para Mariana el momento en que se sintió en un limbo y se inspiró en su búsqueda personal para comenzar a narrar esta historia, usando como pretexto la travesía para encontrar a Mónica para hablar de los temores de la sociedad contemporánea.

Lo que sostiene plenamente la trama son sus personajes, tan bien definidos, tan cercanos a la realidad que más de uno nos identificamos con alguno o nos recuerda a alguien más. Y los actores encajaron a la perfección, tanto así que pareciera parte del destino cómo los contactó Mariana: a Ruth, la conoció en el Festival de Cine de Guadalajara en 2017, Juan Carlos es su primo y el contacto de Ximena llegó a sus manos antes de que actuara en Esto no es Berlín de Hari Sama. A Mario lo conoció en el casting y retroalimentó al personaje con una visión personal.
Por otro lado, a pesar del cuidado con el que se trabajó el guión, algunas escenas tuvieron una duración demasiado larga que hace que se perdiera la tensión del momento, así como una tomas que no concuerdan del todo con la idea que se presenta. Sin embargo, la musicalización y la fotografía lograron amalgamar las piezas del rompecabezas y dar la experiencia de la trama.
Una historia con una premisa sencilla pero con gran profundidad que nos obliga a mirar con más atención las luchas internas y el contexto de las generaciones jóvenes de nuestro país, aquella que, en su rebeldía y desfachatez ante los problemas que las generaciones más adultas priorizan, pareciera dar un grito de ayuda ante un sentimiento de desesperación por encontrar la certeza de un camino dentro de una sociedad y un espíritu fragmentado.