Agotados con Faisy (Reseña)
En una nueva temporada que busca ayudar a la recuperación del teatro tras el cierre por el COVID, la obra dirigida por Joserra Zúñiga llega con un fresco debut por parte de Faisy quien imprime carisma y mantiene el magnetismo con que la performance ha conquistado al público.
El estrés imperante en la vida y un cada vez menor número de oportunidades laborales en el siglo XXI ha llevado a qué la gente no persiga del todo sus sueños con el fin de sobrevivir a través de empleos que no apasionan a las personas.
La monotonía, la presión por un trato alejado de la amabilidad y la competición que aumenta por una saturación de prospectos para un mismo lugar, sirven para construir «Agotados», obra que lleva a la discusión de la importancia de los sueños, el esfuerzo y del optimismo que recae en lo que se tiene, que muchas veces es ignorado.
Sam es un actor en ascenso. En lo que sus sueños se logran, hoy tiene la fortuna de trabajar atendiendo el teléfono de reservaciones del restaurante más hot de Ciudad de México. Pero para Sam este trabajo no es afortunado, ya que debe atender a más de 40 comensales que le llamarán con un solo objetivo: conseguir una mesa en Le Mexique. Y para lograrlo usarán todas sus influencias para impresionar (o torturar, si es necesario) al pobre Sam.
Con un ritmo ágil y sin pausas, el espectador irá conociendo a la vez que empatizando con el protagonista al sentir ese enfrentamiento entre un carácter positivo con las constantes llamadas que van desde comensales que presionan por un lugar en el restaurante, pasando por el carácter complicado del chef, el cinismo del superior de Sam, la competencia con otros actores por un papel y hasta el reclamo de su familia, en la que la presencia de su padre será un motivante cálido.
El poder y encanto de la obra se sustenta por dotar a cada personaje presente por la audacia del principal para dotarlos de personalidad propia así como de humor que se amolda a la construcción de los mismos.
En esta ocasión, Faisy debuta de buena manera entregando una excelente labor, llenando de carisma con sus intervenciones, sus gestos y su capacidad para reírse de sí a la vez que cuenta chistes a manera de anécdotas que transcurren en diálogos que si parecen sostenidos entre dos personas.
La escenografía de una sola locación se expande con un destacado manejo de luces, de una inteligente interacción del actor con los diferentes elementos (teléfonos, interfón, hasta una pared móvil) y un movimiento del protagonista que aprovecha un espacio que parece vacío pero que se llena con cada circunstancia.
La crítica realizada a través de las conversaciones tanto con los que reclaman un lugar en el restaurante como con las personas que trabajan o conocen a Sam es bien llevada por chistes que se sienten orgánicos gracias a qué van acordé a cómo transcurre el día en la vida de un ejecutivo encargado de las reservaciones.
A todos les toca parejo en la risa. Mientras que a la gente famosa, poderosa y con dinero se señalan todas sus exageraciones producto del capricho, a los trabajadores de a pie así como al círculo de los mismos se les atiza esa crítica constante por quienes luchan por sus sueños, el camino por lograrlos pero sobre todo, por el arriesgarse.
Si bien la obra tiene un destino un tanto conveniente, lo cierto es que «Agotados» es un excelente ejercicio dramático que todos deben vivir por lo menos una vez. Es un respiro para un entorno lleno de incertidumbre y que confirma que el entretenimiento muchas veces puede convertir la monotonía de un personaje en un rompimiento de la rutina del espectador.
No queda más que agradecer a Faisy, Joserra Zúñiga y a Jesús Zavala con Érika Zaba por impulsar el retorno al teatro con una propuesta que funciona y seguirá funcionando por mucho tiempo.