FICUNAM 12: Ángeles Cruz y la importancia de la voz y los espacios

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Tres historias se entrelazan en la mixteca oaxaqueña durante la fiesta patronal de un pueblo, diferentes enfoques chocan y se anudan entre sí para hablarnos de la violencia de género, el machismo, la misoginia, el amor y la libertad de los espacios personales en el largometraje de Ángeles Cruz, Nudo Mixteco. En Unplugged News y dentro del marco de la 12va edición del FICUNAM, tuvimos la oportunidad de charlar con la realizadora oaxaqueña acerca de este filme que ha llamado la atención desde su debut en el pasado FICM.

«Empecé con tres monólogos diferentes. Primero fue el de María, al día siguiente fue el de Toña y finalmente el de Chabela. Con ellos, surgió un argumento que mediante un taller de escritura nació el guion de Nudo Mixteco. Pensé que sería algo que hablara de migración, añoranza y el regreso a la mixteca pero al final la cinta habla del breve espacio que tenemos para decidir sobre nuestro territorio cuerpo», comentó Ángeles acerca de la creación de este relato.

La película se desarrolla entre un ambiente donde la vida y la muerte son fundamentales para el encuentro de nuestros relatos, algo que para la cineasta oaxaqueña es un reflejo de la realidad mexicana. «Así nos movemos en las comunidades y también en el país, justo entre la fiesta y el duelo, entre la alegría que explota al silencio y lo que no se menciona o que se esconde detrás de nuestras puertas como una urdimbre que se va tejiendo poco a poco y que en el espectador jala la madejita para encontrar al personaje que guía este tríptico»

Pero Nudo Mixteco también toca la sensible fibra de la visión patriarcal que existe no sólo en el pueblo sino en el país y el mundo. Cruz nos explicó su postura al respecto. «Pienso que esas violencias, ese machismo y misoginia nos atraviesan tanto a hombres como a mujeres. Cuando la escribí me ponía en los zapatos de todos los personajes como el caso de Esteban y de lo que atraviesa como hombre y ese deber ser que le inculcan, tanto socialmente como amorosamente a él y a las mujeres que vemos en el relato y cómo los marca esa situación desde casa, la escuela, trabajo o amistades donde se va generando todo. También está el silencio de las mujeres, en apropiarse de las decisiones sobre su cuerpo y en el hombre que tiene que ser dueño de las cosas sin considerar el común acuerdo. Hay que despojarse de las camisas de fuerza que nos impone la sociedad patriarcal«.

Sin embargo, Ángeles afirmó que nunca tuvo una intención de tomar alguna postura o crear un panfleto al respecto de ello. «Solo quería contar una historia que hablara de cómo siento que estamos viviendo como mujeres indígenas nuestra cotidianidad y nuestras luchas a diario dentro de nuestra recámara, de nuestra casa para romper eso y exponer todo para al final quedarnos con la reflexión de que sólo nos tenemos las unas y los otros para de ahí aprender que tenemos el poder de decidir sobre nuestro cuerpo y respetar las decisiones que las otras personas toman».

Algo característico del cine de Cruz es la constante repetición de papeles en sus proyectos de varios en el equipo. En este caso, reaparece Noé Hernández con un rol totalmente opuesto al que le vimos en su anterior proyecto con ella. Ante ello, la realizadora explicó: «Me gusta mucho repetir a mi equipo de trabajo, o al menos a gran parte. Myriam Bravo, Sonia Couoh y Noé Hernández ya son viejos conocidos. Con Noé, me gusta darle la vuelta a los personajes y darles esa complejidad para que tenga varias lecturas y no nos quedemos con un relato chato de lo que es la masculinidad. Además, con él se habla de esa postergación de la llegada a casa y no sentarse a pensar en las demás personas, lo que es complicado. En la construcción de los personajes es muy sabroso y estoy agradecida con los tres así como los demás actores que se sumaron a ésto y la gente de mi comunidad que decidieron participar y crecer a la par mía a lo largo de estos 10 años que llevamos haciendo cine en la comunidad».

En la charla, también destacó la labor que poco a poco se va haciendo en la industria del cine para dar voz a nuevas generaciones de directoras. «Debemos agradecer a una generación que nos precede y abrió las puertas a fregadazos, rompió candados y le dieron acceso a las mujeres. Después, estábamos las realizadoras indígenas muy invisibilizadas, pues parecía que todo lo que sucedía fuera de la capital no existía. En ese sentido, hemos abierto caminos y brechas además de que somos una red de compañeras cineastas salidas de las comunidades que no competimos entre nosotras sino que nos echamos la mano y jalamos parejo, lo que me parece más importante. No sólo estamos en Oaxaca, sino en todo el país y alentamos el trabajo de cada una de nosotras para llegar a este tipo de festivales y a la vez posicionarnos en la mira de todo mundo», afirmó la oaxaqueña.

A su vez, la cineasta aprovechó para hablar de la problemática de la distribución en las películas y el gran apoyo que festivales como éste y otros dan para que la gente conozca estos relatos. «De nada sirve que reconozcan nuestras películas hechas en las comunidades pero solamente lleguen a dos o tres lugares y no se conozca nuestro trabajo. La visibilidad que dan los festivales ayuda muchísimo. Lo que ha estado haciendo el FICM con sus Encuentros de Realizadores Indígenas, FICUNAM al tener a varias de nosotras en su programación y también la labor de la prensa pues nos dan esa voz y cara a la hora de impulsar nuestros trabajos. Queremos que el público vea nuestras historias y después ellos ya dirán pero esa meta solo se logra a través de la ‘compartencia’ entre todas para que nuestra voz resuene«, aseveró.

Es un hecho que Nudo Mixteco aborda temas que aún son considerados tabú o delicados y lo hace desde el interior de la comunidad, misma que ha apoyado siempre a Ángeles Cruz a tener esa libertad creativa necesaria. «Soy de la comunidad de Villa Guadalupe Victoria, de San Miguel el Grande, en la montaña alta de Oaxaca. Mi comunidad se rige por su propio sistema normativo donde la Asamblea Comunitaria es la más alta autoridad. Para plantear mi primer acercamiento acerca del proyecto fue ante ellos, pararme ahí y explicarles de que va la cinta y lo que significa que la hagamos ahí. Hemos salido ganando mutuamente durante todo este tiempo, me siento muy cobijada por ellos y siempre me han dado libertad al tocar los temas que planteo, nunca se han metido en la forma ni en lo que toco. Siempre dialogamos y hablamos, es una cinta muy comunitaria», expresó agradecida.

Cruz también hizo hincapié en que existen ya historias que hablan de estos problemas y las comunidades indígenas pero lo hacen con una mirada ajena. «Me parece que las comunidades indígenas siempre hemos sido retratadas desde fuera, nos han romantizado, estereotipado o creado un cliché de lo que somos y pocas veces nuestro punto de vista sale al mundo a expresar lo que pensamos mas allá de esos estereotipos. La comunidad es como mi casa, es este espacio donde las cosas difíciles se pueden platicar e incomodar a todo mundo pero sigue siendo tu casa y familia. Los ojos externos no nos conocen, no estan dentro de nuestro ámbito. Hay grandes películas y retratos que se han hecho así pero las capas y la construcción de nuestras narrativas es diferente y andamos en ello, que se escuchen nuestras historias y después que salga al público», aportó la directora.

Aunque pareciera que Nudo Mixteco toca un tema muy específico en cuanto al lugar, para la realizadora oaxaqueña habla de temas universales que se viven aquí y en todo el mundo. «Independientemente de la circunstancia, de que somos mixtecos, que somos mujeres que vivimos en una situación de precariedad social, al final de cuentas hablamos de cosas que nos suceden a todas las mujeres del mundo. Esas batallas íntimas que peleamos en nuestros cuerpos, casas, parejas, con gente que se nos acerca, nuestros deseos y amores. Creo que ahí conectamos más allá de la comunidad. Es un debate entre mujeres y hombres que habla de nuestros deseos, amor y relaciones. En ese sentido, encontramos ahí un eco», explicó.

Concluyendo esta charla, Ángeles Cruz confesó que cree en el poder del cine para llegar a la audiencia, hablar de las realidades mas allá de entretener y de ser un medio de cambio. «Me han tocado películas de todos lados del mundo, por eso fui cinéfila antes de ser cineasta. Me puede llegar a tocar el alma una película de Hong Kong, Ecuador, la India, de cualquier lado y se que el cine tiene esa potencia de poder conectar y reflejar o espejear a uno en una realidad que pareciera alejada pero no es asi. Es maravilloso encontrarnos en esos relatos y disfrutarlos. Recuerdo que me pasó algo así con El Olor de la Papaya Verde, me movió mucho y me puse a llorar. El cine tiene la capacidad de transformar. Cada que voy al cine me entrego a la historia y como realizadora busco eso, encontrar esa semilla para trabajarla con cuidado y llegar al público», concluyó.

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